El intendente retornado se opone a la licitación que heredó para renovar las concesiones de los 46 balnearios, al parecer, diseñadas para que sigan las mismas empresas, que ahora funcionan con un permiso precario. La pelea dominará el 2011, antes de una nueva elección comunal.
El intendente de Pinamar, el vecinalista Blas Altieri, quien retornó al cargo con apoyo de Daniel Scioli, disputa con su antecesor Rafael De Vito por el manejo de los 46 balnearios de Pinamar, de los más ostentosos del país.
La compulsa se inició este año pero tendrá su punto más fuerte durante el 2011, cuando los concesionarios intenten garantizarse su continuidad al margen del resultado electoral de octubre.
Fue eso lo que quiso conseguirle De Vito antes de que se renovara la composición del Concejo Deliberante, mediante una ordenanza presentada para manejar los recursos costeros que, en realidad, escondía una licitación para la explotación de los balnearios.
“En base a la ordenanza se hicieron unos pliegos licitatorios y en todos los casos sólo se presentaban quienes ya estaban a explotando las playas. ¿Puede ser que nadie quiera explotar un balneario en Pinamar?”, se preguntó ante LPO Roberto Porretti, concejal del PJ y ex intendente, suspendido a pocos meses de asumir por quedar implicado en un supuesto pedido de coimas para la explotación de un boliche bailable. Quien lo reemplazo fue, justamente, De Vito, ahora a punto de tener que dar explicaciones por otro de los negocios de la lujosa ciudad costera.
“Como las licitaciones que tienen un solo oferente tienen que ir al Concejo Deliberante, todas fueron frenadas y el proceso se frenó”, explicó Porretti.
Ducho en estos temas, Altieri envió una ordenanza para derogar la ordenanza pero su tratamiento quedó en suspenso, entre otras cosas, porque podría prestarse a una lluvia de reclamos judiciales.
La actitud del Concejo es, tal vez, una gráfica de la política de Pinamar, un pueblo chico rodeado de inversiones millonarias: los cinco concejales que aprobaron la ordenanza con los polémicos pliegos, ahora no se esfuerzan por defender su postura. Los tiempos políticos cambiaron en muy poco tiempo.
“Hay que hacer otra licitación el año que viene, donde los puntajes no sean una restricción para que participen más oferentes”, concluyó Porretti.
En 2011 volverá a haber elecciones en Pinamar, pero esta vez para quien gane cumpla un mandato de cuatro años, si es que las causas judiciales no vuelven a ser protagonistas de la política doméstica. Garantizarse el pliego antes de los comicios, será el objetivo de los eternos administradores de las playas. (La Política OnLine).
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