En la Argentina, en los últimos 10 años se incrementaron en un 50 % los casos de bulimia y anorexia. De todos los casos, el 90% corresponde a mujeres, mientras que el 10% restante a los hombres.
Si bien no existe una época específica en la que los pacientes consultan, se puede inferir que pero a partir del mes de agosto aparece la preocupación por hacer dietas o tener sobrepeso y esto influye en el comienzo del trastorno.
“Las consultas aumentaron debido a la gran presión social basada en los mitos de la eterna juventud y el ideal de belleza con la mirada sólo puesta en un "buen cuerpo", firme, joven, delgado. Esto, a su vez, impacta en la formación de la imagen corporal que cada uno construye y en los casos que llegan a consulta la distorsión en esa imagen es cada vez mayor. También influye la gran circulación de dietas a través de los medios con una connotación mágica "baje ya" y productos que están al alcance de la mano. Esto favorece el desequilibrio en los nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, grasas) todos necesarios para la salud”, explica Graciela Piatti, Lic. en Psicología y Coordinadora del equipo de Obesidad y Trastornos alimentarios de la Escuela Sistémica Argentina (E.S.A).
Cambios frecuentes en el peso, en el humor, actitudes en el momento de la comida (evitan ciertos alimentos, se fijan en la cocción), comen mucho en poco tiempo, excesiva actividad física, van al baño inmediatamente después de comer, aislamiento social, son algunos de los indicios que deben tener en cuenta los padres para consultar con los especialistas.
¿Cómo debe ser el tratamiento?
Se deben tener en cuenta todos los factores implicados en esta problemática: personales, familiares, sociales y biológicos. El tratamiento más eficaz es la terapia individual y familiar.
El equipo de profesionales de la E. S. A trabaja con una entrevista de admisión donde se evalúa, a través de diversas técnicas, la ansiedad, los antecedentes familiares, la depresión, si el peso actual pone en riesgo al paciente, factores de riesgo asociados al trastorno alimentario, tratamientos anteriores, y de acuerdo a los datos se diseña un plan de tratamiento que incluye las consultas a los diversos profesionales del equipo.
La familia debe formar parte del equipo en el tratamiento. La terapia familiar apunta a modificar la estructura del sistema (límites, fronteras, jerarquías) además de transformar patrones comunicacionales disfuncionales.
“Para la terapia familiar, según el caso, se cita a toda la familia y se va trabajando con los subsistemas (padres, hermanos) y el paciente. Para que el tratamiento sea eficaz trabajamos primero el vínculo terapeuta-paciente-familia para introducir en el sistema información acerca de la problemática, como así también grados de riesgo que conlleva esta problemática. El vinculo terapeútico es fundamental para realizar intervenciones exitosas ya que son pacientes que tienen poca motivación para el cambio, ya que piensan que mejorarse es engordar. Por lo tanto, hay poca adherencia a los tratamientos con recaídas frecuentes que impactan en su autoestima”, concluye Piatti.
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