El Concejo Deliberante pilarense realizó una charla para tratar la presencia de esos roedores en el distrito, como paso previo a la sanción de una ordenanza similar a la de Luján. Entre los inconvenientes que se mencionan aparecen “serios problemas a los sistemas naturales y productivos”.
De simpáticos roedores pasaron a ser, según el tratamiento que reciben de algunos medios de comunicación y profesionales universitarios, una invasión que arrasa con todos y genera "pérdidas económicas millonarias". Las ardillas de vientre rojo, introducidas hace varias décadas al ecosistema de Jáuregui, son hoy el blanco de una campaña que busca exterminarlas. En octubre, el Concejo Deliberante sancionó una ordenanza que habilita, entre otras acciones, a cazarlas "por razones de salud pública, uso científico y control de población, siempre que se cuente con autorización del Municipio".
La norma fue la síntesis de la inquietud planteada por profesionales de la Universidad Nacional de Luján (UNLu) que calificaron de "plaga" la expansión de estos roedores.
Recientemente Pilar se sumó a la lucha contra las ardillas, que en su expansión llegaron a esa ciudad. De acuerdo a lo informado por el sitio web Pilar a Diario, el cuerpo deliberativo llevó a cabo una charla "sobre la problemática de la introducción de la ardilla de vientre rojo en la Provincia de Buenos Aires, organizada por el Grupo de Ecología de Mamíferos Introducidos, de la Universidad Nacional de Luján, y la Asociación Patrimonio Natural y Reserva Natural Municipal del Pilar".
La primera síntesis de la reunión apuntó a "comenzar los trabajos en la zona, la recomendación a los vecinos de Pilar de no trasladar ni comercializar ejemplares de esta especie, y no tenerlos de mascota, a fin de prevenir nuevos focos de invasión". A su vez, se proyecta una ordenanza similar a la sancionada por Luján.
En la nota también se destaca que en algunos barrios de Pilar, como Carabassa, "los vecinos ya están siendo afectados por la presencia de estos animales, donde se registran desperfectos en el suministro de energía eléctrica, por rotura de cables".
Entre los inconvenientes que se mencionan aparecen "serios problemas a los sistemas naturales y productivos (consumen frutales, dañan la corteza de los árboles, y podrían afectar a las aves nativas, además del daño a mangueras de riego y cables de TV, electricidad y telefonía)". A su vez, "por ser roedores silvestres también existe un riesgo potencial de que puedan transmitir enfermedades como la leptospirosis".
En Jáuregui, las posiciones con respecto a las ardillas son opuestas. Mientras algunos las consideran una verdadera amenaza, otros las defienden por entender que son una características de la localidad. En realidad, el mayor inconveniente está relacionado con las plantaciones frutales, blanco alimenticio de los roedores. Sin embargo, la realidad parece lejos del panorama que se pretende dar desde algunos ámbitos universitarios y mediáticos. En primero lugar, la presencia de ardillas no ha generado hasta el momento ningún inconveniente sanitario, como así tampoco forzó la extensión de especies anteriores. En todo caso, despertó una readaptación de algunas aves en sus formas y lugares de ubicar los nidos. De cualquier manera, el impacto población aún no fue cuantificado, y la denominación de "plaga" no se basa en ningún registro, sino en la expansión territorial que alcanzaron en las últimas décadas.
A partir de la ordenanza aprobada por el Concejo Deliberante, las ardillas despertaron el interés de algunos medios nacionales. Tal fue el caso del canal de noticias A24. En un informe cargado de amarillismo periodístico se habla de "una plaga que genera pérdidas millonarias" y de "ataques voraces" llevados a cabo por los animales de cola larga.
La ordenanza votada por unanimidad prohíbe en todo el distrito "la introducción, exposición, tenencia, traslado, comercialización, trueque y entrega a título gratuito u oneroso de ejemplares de la especia exótica". En el segundo artículo se impide "la caza, captura, persecución, hostigamiento, tortura y abandono de las ardillas". Quedan al margen de esa prohibición aquellos casos de persecución y captura que obedezcan "a razones de salud pública, uso científico y control de la población, con la debida autorización de las autoridades competentes". (El Civismo).
De simpáticos roedores pasaron a ser, según el tratamiento que reciben de algunos medios de comunicación y profesionales universitarios, una invasión que arrasa con todos y genera "pérdidas económicas millonarias". Las ardillas de vientre rojo, introducidas hace varias décadas al ecosistema de Jáuregui, son hoy el blanco de una campaña que busca exterminarlas. En octubre, el Concejo Deliberante sancionó una ordenanza que habilita, entre otras acciones, a cazarlas "por razones de salud pública, uso científico y control de población, siempre que se cuente con autorización del Municipio".
La norma fue la síntesis de la inquietud planteada por profesionales de la Universidad Nacional de Luján (UNLu) que calificaron de "plaga" la expansión de estos roedores.
Recientemente Pilar se sumó a la lucha contra las ardillas, que en su expansión llegaron a esa ciudad. De acuerdo a lo informado por el sitio web Pilar a Diario, el cuerpo deliberativo llevó a cabo una charla "sobre la problemática de la introducción de la ardilla de vientre rojo en la Provincia de Buenos Aires, organizada por el Grupo de Ecología de Mamíferos Introducidos, de la Universidad Nacional de Luján, y la Asociación Patrimonio Natural y Reserva Natural Municipal del Pilar".
La primera síntesis de la reunión apuntó a "comenzar los trabajos en la zona, la recomendación a los vecinos de Pilar de no trasladar ni comercializar ejemplares de esta especie, y no tenerlos de mascota, a fin de prevenir nuevos focos de invasión". A su vez, se proyecta una ordenanza similar a la sancionada por Luján.
En la nota también se destaca que en algunos barrios de Pilar, como Carabassa, "los vecinos ya están siendo afectados por la presencia de estos animales, donde se registran desperfectos en el suministro de energía eléctrica, por rotura de cables".
Entre los inconvenientes que se mencionan aparecen "serios problemas a los sistemas naturales y productivos (consumen frutales, dañan la corteza de los árboles, y podrían afectar a las aves nativas, además del daño a mangueras de riego y cables de TV, electricidad y telefonía)". A su vez, "por ser roedores silvestres también existe un riesgo potencial de que puedan transmitir enfermedades como la leptospirosis".
En Jáuregui, las posiciones con respecto a las ardillas son opuestas. Mientras algunos las consideran una verdadera amenaza, otros las defienden por entender que son una características de la localidad. En realidad, el mayor inconveniente está relacionado con las plantaciones frutales, blanco alimenticio de los roedores. Sin embargo, la realidad parece lejos del panorama que se pretende dar desde algunos ámbitos universitarios y mediáticos. En primero lugar, la presencia de ardillas no ha generado hasta el momento ningún inconveniente sanitario, como así tampoco forzó la extensión de especies anteriores. En todo caso, despertó una readaptación de algunas aves en sus formas y lugares de ubicar los nidos. De cualquier manera, el impacto población aún no fue cuantificado, y la denominación de "plaga" no se basa en ningún registro, sino en la expansión territorial que alcanzaron en las últimas décadas.
A partir de la ordenanza aprobada por el Concejo Deliberante, las ardillas despertaron el interés de algunos medios nacionales. Tal fue el caso del canal de noticias A24. En un informe cargado de amarillismo periodístico se habla de "una plaga que genera pérdidas millonarias" y de "ataques voraces" llevados a cabo por los animales de cola larga.
La ordenanza votada por unanimidad prohíbe en todo el distrito "la introducción, exposición, tenencia, traslado, comercialización, trueque y entrega a título gratuito u oneroso de ejemplares de la especia exótica". En el segundo artículo se impide "la caza, captura, persecución, hostigamiento, tortura y abandono de las ardillas". Quedan al margen de esa prohibición aquellos casos de persecución y captura que obedezcan "a razones de salud pública, uso científico y control de la población, con la debida autorización de las autoridades competentes". (El Civismo).
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