BUENOS AIRES, Agosto 13, (PUNTO CERO-La Política OnLine) Juan Perón solía decir que al poder se llega con el apoyo de todos, pero que se gobierna sólo con algunos pocos. Algo de esa verdad inmutable de la política de todos los tiempos está afectando particularmente el ánimo de los radicales que apoyaron a Mauricio Macri para jefe de Gobierno porteño.
Este grupo liderado por el ex secretario de Hacienda de la UBA, José Luis Giusti, se había esperanzado con ocupar cargos claves en las áreas de hacienda y Rentas del gobierno porteño; vocación que al parecer no coincide con los planes inmediatos del próximo ministro del área Néstor Grindetti, hombre de extrema confianza de Macri.
La realidad es que esa alianza que surgió con bombos y platillos en el histórico café Tortoni el año pasado, cuando todo era esperanza y fotos de sonrisas exageradas, hoy es casi un sueño del que tiran los radicales para no quedarse afuera del gobierno porteño, y del macrismo para echarlo por tierra ahora que confirmaron su llegada al poder.
El primer síntoma de ruptura se produjo cuando la fantasía Giusti y sus muchachos de “Radicales Pro Cambio”, chocaron de frente contra los intereses del propio Macri.
La jugada que no fue
La jugada que habían planeado era que Giusti se haga cargo de la subsecretaría de Hacienda porteña, dejando vacante su actual puesto como auditor porteño. Una vez realizado el traspaso, el otro funcionario de la Auditoría General de la Ciudad, el director general de Economía, Hacienda y Finanzas, Claudio Niño, saltaría sin escalas al puesto dejado por Giusti. Lo que no esperaban, era la rotunda negativa del electo jefe de Gobierno.
La decisión se precipitó luego que un cercano consultor le dijera a Macri antes de su viaje a México: “Si antes te seguían con lupa, ahora va a ser con microscopio”, afirmó en una frase críptica, pero que el presidente de Boca supo decodificar.
Como se sabe, el interlocutor de cualquiera que quiera llegar a Macri es su mano derecha y segundo de Compromiso para el Cambio, precisamente Horacio Rodríguez Larreta. Este habría sido el encargado de llevar hasta el escritorio de Macri los deseos del grupo radical que trabajó en su campaña. Y él mismo que los incluyó dentro de ese amplio variopinto de fuerzas que se nutren del poder que hoy cosecha el líder de PRO. Allí mismo, se encontró con el NO rotundo del presidente de Boca.
Pero la cuestión no habría quedado sólo en eso. Daniel Angelici, otro alto responsable del bloque de radicales macristas y a quien citaban como amigo personal del jefe de Gobierno electo, habría discutido fuertemente con el ex diputado en persona, llegando casi al roce físico.
Angelici fue, por ejemplo, el encargado de reunir hace un tiempo ya a Macri con el cómico Nito Artaza. Y el que mantuvo diálogo con Larreta para acercar al radicalismo M hacía PRO, sin advertir que a pocos meses de llegar a las mieles del poder, serían despojados de todo tributo.
El enojo de Macri
Ahí habría surgido desdichada una frase del mismísimo líder de Pro que dejaría ciencia cierta del actual estado de la relación: “Decile a ese chico Zago que hable menos y trabaje más”.
El legislador Oscar Zago es tal vez el único radical ligado a Macri que aún mantiene un cargo oficial. Logró la reelección ocupando el puesto 12 en la lista de legisladores porteño en los comicios del 3 de junio. Ese fue el máximo logro al que accedió el radicalismo macrista ahora que el poder pasó de quimera a realidad. Zago se reconoce como se jefe político direc to al peronista Diego Santilli. Todo un signo de estos tiempos “transversales”.
Este rechazo, si bien guarda en finos paladares cierto gusto a traición, guarda tras de sí una lectura insoslayable: claramente, esta porción de PRO no significó para Macri en su amplia victoria sobre el kirchnerista Daniel Filmus un punto excluyente. Por eso puede darse ahora el gusto de no tener que pagar tributo, como si debe hacerlo con, por ejemplo el peronismo macrista que además de Santilli lidera el diputado nacional Cristian Ritondo.
El grupo golpeado por el desinterés del propio Macri eligió negar cualquier diferencia y disfrazar todo bajo el manto siempre amable de una cuestión temporal. “La relación está intacta. Estamos trabajando en los equipos de gobierno, pero no hablamos de puestos” dijo Claudio Niño a La Política Online. Y agregó: “Hasta diciembre mismo no va a haber novedades ciertas, pero todo está igual que siempre”.
Este grupo liderado por el ex secretario de Hacienda de la UBA, José Luis Giusti, se había esperanzado con ocupar cargos claves en las áreas de hacienda y Rentas del gobierno porteño; vocación que al parecer no coincide con los planes inmediatos del próximo ministro del área Néstor Grindetti, hombre de extrema confianza de Macri.
La realidad es que esa alianza que surgió con bombos y platillos en el histórico café Tortoni el año pasado, cuando todo era esperanza y fotos de sonrisas exageradas, hoy es casi un sueño del que tiran los radicales para no quedarse afuera del gobierno porteño, y del macrismo para echarlo por tierra ahora que confirmaron su llegada al poder.
El primer síntoma de ruptura se produjo cuando la fantasía Giusti y sus muchachos de “Radicales Pro Cambio”, chocaron de frente contra los intereses del propio Macri.
La jugada que no fue
La jugada que habían planeado era que Giusti se haga cargo de la subsecretaría de Hacienda porteña, dejando vacante su actual puesto como auditor porteño. Una vez realizado el traspaso, el otro funcionario de la Auditoría General de la Ciudad, el director general de Economía, Hacienda y Finanzas, Claudio Niño, saltaría sin escalas al puesto dejado por Giusti. Lo que no esperaban, era la rotunda negativa del electo jefe de Gobierno.
La decisión se precipitó luego que un cercano consultor le dijera a Macri antes de su viaje a México: “Si antes te seguían con lupa, ahora va a ser con microscopio”, afirmó en una frase críptica, pero que el presidente de Boca supo decodificar.
Como se sabe, el interlocutor de cualquiera que quiera llegar a Macri es su mano derecha y segundo de Compromiso para el Cambio, precisamente Horacio Rodríguez Larreta. Este habría sido el encargado de llevar hasta el escritorio de Macri los deseos del grupo radical que trabajó en su campaña. Y él mismo que los incluyó dentro de ese amplio variopinto de fuerzas que se nutren del poder que hoy cosecha el líder de PRO. Allí mismo, se encontró con el NO rotundo del presidente de Boca.
Pero la cuestión no habría quedado sólo en eso. Daniel Angelici, otro alto responsable del bloque de radicales macristas y a quien citaban como amigo personal del jefe de Gobierno electo, habría discutido fuertemente con el ex diputado en persona, llegando casi al roce físico.
Angelici fue, por ejemplo, el encargado de reunir hace un tiempo ya a Macri con el cómico Nito Artaza. Y el que mantuvo diálogo con Larreta para acercar al radicalismo M hacía PRO, sin advertir que a pocos meses de llegar a las mieles del poder, serían despojados de todo tributo.
El enojo de Macri
Ahí habría surgido desdichada una frase del mismísimo líder de Pro que dejaría ciencia cierta del actual estado de la relación: “Decile a ese chico Zago que hable menos y trabaje más”.
El legislador Oscar Zago es tal vez el único radical ligado a Macri que aún mantiene un cargo oficial. Logró la reelección ocupando el puesto 12 en la lista de legisladores porteño en los comicios del 3 de junio. Ese fue el máximo logro al que accedió el radicalismo macrista ahora que el poder pasó de quimera a realidad. Zago se reconoce como se jefe político direc to al peronista Diego Santilli. Todo un signo de estos tiempos “transversales”.
Este rechazo, si bien guarda en finos paladares cierto gusto a traición, guarda tras de sí una lectura insoslayable: claramente, esta porción de PRO no significó para Macri en su amplia victoria sobre el kirchnerista Daniel Filmus un punto excluyente. Por eso puede darse ahora el gusto de no tener que pagar tributo, como si debe hacerlo con, por ejemplo el peronismo macrista que además de Santilli lidera el diputado nacional Cristian Ritondo.
El grupo golpeado por el desinterés del propio Macri eligió negar cualquier diferencia y disfrazar todo bajo el manto siempre amable de una cuestión temporal. “La relación está intacta. Estamos trabajando en los equipos de gobierno, pero no hablamos de puestos” dijo Claudio Niño a La Política Online. Y agregó: “Hasta diciembre mismo no va a haber novedades ciertas, pero todo está igual que siempre”.
Así las cosas, la soga comienza a tensarse entre dos fuerzas muy dispares: Una, acomodada en el poder de cara a su primera experiencia de gestión y con la idea de transformarse en una fuerza de oposición nacional. La otra, de poder erosionado intentando rescatar alguna limosna que caiga, sea cual fuere, del futuro gobierno PRO. Pero ya sin bombos, platillos, ni risas exageradas. (PUNTO CERO-La Política OnLine).
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