MALVINAS ARGENTINAS, Agosto 14, (PUNTO CERO-www.aquilanoticia.com) Se sabe que el incendio fue intencional. Fue creada por sus dueños hace más de 20 años.
El matrimonio Provale-Agüero tiene calesita desde hace 30 años. Y desde hace más de 20 son los dueños de la calesita que está a metros de la estación de Ing. Adolfo Sourdeaux (o Kilómetro 30), sobre la calle Coronel Winter.
Allí varias generaciones disfrutaron de los colores y los animalitos que con sus manos Adrián Vicente Provale fue construyendo, “era una calesita fija y yo la hice carrusel”, señala orgulloso.
En tanto que Julia Palmira Agüero se lamenta a través del teléfono, durante la entrevista que AQUÍ La Noticia concretó. Pero su voz transmitía la angustia de no contar con esos pesos que cierran a fin de mes. Porque con la jubilación que perciben no llegan y él vende pochoclos y garrapiñadas “cuando el tiempo está bueno y puede salir”.
Julia asegura que para ella “fue un golpe muy fuerte porque es mi salida laboral”. Y a veces esa salida laboral, además del dinero, aporta muchas otras cosas.
Pero lo cierto es que la mañana del domingo 22 de julio se interrumpió por el llamado de un remisero en la casa del matrimonio para avisar que los bomberos estaban culminando con su trabajo. Cuando llegaron vieron, tal vez, una de las imágenes más desoladoras de sus vidas: no se salvó nada…
Ahí venían a traer a sus hijos padres que, cuando eran chicos, venían a dar una vuelta los domingos, imagínese, más de 20 años…”, vuelve a lamentarse Julia. Y uno se imagina los colores, los caballitos, los pochoclos y las manzanitas de Don Adrián, la música y el nudo en la garganta crece y uno decide, en la entrevista, cambiar de tema o, por ejemplo, buscar a los culpables.
El matrimonio hizo la denuncia ese mismo día en la Comisaría de Los Polvorines, donde por los dichos de los vecinos sería uno de los integrantes de un grupo de jóvenes que esa noche, frente a la calesita estarían de festejos y habrían tomado algo de más… Y uno de ellos, por alguna razón, arrojó sobre el carrusel una bolsa con telgopor incendiado. Lo que siguió después no es muy difícil de imaginarlo, pero no se pudo dar con el culpable.
El matrimonio Provale-Agüero tiene calesita desde hace 30 años. Y desde hace más de 20 son los dueños de la calesita que está a metros de la estación de Ing. Adolfo Sourdeaux (o Kilómetro 30), sobre la calle Coronel Winter.
Allí varias generaciones disfrutaron de los colores y los animalitos que con sus manos Adrián Vicente Provale fue construyendo, “era una calesita fija y yo la hice carrusel”, señala orgulloso.
En tanto que Julia Palmira Agüero se lamenta a través del teléfono, durante la entrevista que AQUÍ La Noticia concretó. Pero su voz transmitía la angustia de no contar con esos pesos que cierran a fin de mes. Porque con la jubilación que perciben no llegan y él vende pochoclos y garrapiñadas “cuando el tiempo está bueno y puede salir”.
Julia asegura que para ella “fue un golpe muy fuerte porque es mi salida laboral”. Y a veces esa salida laboral, además del dinero, aporta muchas otras cosas.
Pero lo cierto es que la mañana del domingo 22 de julio se interrumpió por el llamado de un remisero en la casa del matrimonio para avisar que los bomberos estaban culminando con su trabajo. Cuando llegaron vieron, tal vez, una de las imágenes más desoladoras de sus vidas: no se salvó nada…
Ahí venían a traer a sus hijos padres que, cuando eran chicos, venían a dar una vuelta los domingos, imagínese, más de 20 años…”, vuelve a lamentarse Julia. Y uno se imagina los colores, los caballitos, los pochoclos y las manzanitas de Don Adrián, la música y el nudo en la garganta crece y uno decide, en la entrevista, cambiar de tema o, por ejemplo, buscar a los culpables.
El matrimonio hizo la denuncia ese mismo día en la Comisaría de Los Polvorines, donde por los dichos de los vecinos sería uno de los integrantes de un grupo de jóvenes que esa noche, frente a la calesita estarían de festejos y habrían tomado algo de más… Y uno de ellos, por alguna razón, arrojó sobre el carrusel una bolsa con telgopor incendiado. Lo que siguió después no es muy difícil de imaginarlo, pero no se pudo dar con el culpable.
¿Soluciones? Armarla otra vez y Don Adrián se tiene fe. Faltan los materiales o los recursos. Posibilidades las hay, faltan los hechos concretos, pero esta redacción pudo saber que el Concejal Alejandro Groh se acercó para interiorizarse sobre el tema, quizás pueda dar una mano y Kilómetro 30 vuelva a tener su calesita. (PUNTO CERO-www.aquilanoticia.com).
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