Hugo Bilbao se fue criticando el modelo y rebeló a cinco concejales de Coronel Suárez. Ahora podría formar un monobloque que juegue con el sciolismo, como muestra de la estrecha relación que están tejiendo el gobernador y el jefe de Gabinete. La estrategia de Massa para despegarse de la imagen de Kirchner y no perder control territorial, y su relación con Scioli.
La diáspora de legisladores oficialistas siguió en la provincia de Buenos Aires con un dato que deja entrever tal vez la interna más fuerte que vive hoy el kirchnerismo. Es que Hugo Bilbao, el diputado bonaerense que acaba de abandonar el bloque del Frente para la Victoria, es un hombre muy cercano a Sergio Massa, quien protagoniza una cruda interna con el ex presidente Néstor Kirchner.
Hoy, el jefe de Gabinete, dando muestra certera de la distancia que busca mantener con la imagen de Kirchner, tuvo que salir a desmentir la supuesta “tensión” con el titular del PJ. Sin embargo, el legislador provincial que responde a Massa confirmó hoy a La Política Online su salida del bloque kirchnerista aduciendo que “hay un gobierno kirchnerista, pero no un proyecto” y que Cristina Kirchner “no cumplió su promesa de más diálogo y más institucionalidad, lo que se vio reflejado en el conflicto con el campo”.
Rápido de reflejos, Bilbao aclaró que Massa no incidió en su decisión, que además provocó la rebelión de cinco concejales de Coronel Suárez que acompañan incondicionalmente a Bilbao. Sin embargo, aunque las especulaciones lo ubicaban como un posible integrante del bloque que responde a Felipe Solá, ahora las mayores posibilidades son para que forme un monobloque de entero respaldo al gobernador Daniel Scioli. Esta es una señal fuerte. Es que dentro del kirchnerismo opera una nueva línea interna que busca despegarse de lo más duro del kirchnerismo y de la presencia de Néstor Kirchner. Entre ellos, Scioli y Massa son dos de lo que mejor relación mantienen y mejor imagen en el electorado.
Bilbao reconoció como un referente al gobernador de la provincia, por lo que aclaró que no será “opositor”, si bien confesó a La Política Online que está analizando unirse al bloque que comanda Osvaldo Mércuri en los papeles y Solá en los hechos.
Estrategia massista
Massa está haciendo un enorme esfuerzo para proyectar a la sociedad una imagen de autonomía respecto de Kirchner, una forma de preservarse políticamente. De hecho, si algo ha logrado en su paso por la Jefatura de Gabinete es instalarse como el líder del área “racional” del gobierno, enfrentados a los duros pingüinos. Así, tejió una muy buena relación con Scioli, otro identificado con esta línea.
Desde su gestión como reemplazante de Alberto Fernández, Massa logró crecer en las encuestas, pero sobre todo en conocimiento e intención de voto. Hoy, logra medir en la provincia casi lo mismo que el propio Kirchner. Desde que asume la Jefatura, en síntesis, para él fue todo ganancia.
Por eso aceptó la caliente silla de Alberto, para posicionarse en su sueño cercano de ser el sucesor de Scioli en la gobernación y algún día llegar a la Casa Rosada.
Pero con la estrategia política oficial, su imagen –como la de todo el kirchnerismo- empezó a caer. Por esto también, es que no sólo el empieza a distanciarse del centro de operaciones de Kirchner en Olivos –y hasta se ve obligado a desmentirlo públicamente- sino que también aleja su tropa del ala dura kirchnerista.
En esa pelea, hoy una crónica revela que, entre las condiciones que impondría Kirchner para encabezar la lista bonaerense del Frente para la Victoria, esta armarse con una retaguardia de lujo, que incluya a Florencio Randazzo, Graciela Ocaña y, obviamente, a Massa. Justamente, si algo no quiere Massa, es mudarse al Congreso. ¿Por qué? Por control territorial. Si accediera al deseo del ex mandatario, debería renunciar a su cargo como intendente de Tigre, cosa que hasta aquí viene pateando con licencia indefinida.
Sabe que, si pierde el control del territorio bonaerense y se aboca al trabajo legislativo, su sueño de ser gobernador comenzaría a oscurecer. Por algo los presidentes pasan, los gobernadores también, pero los intendentes, los barones del conurbano, quedan.
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