El ex presidente envió señales de que quiere barrer al jefe del bloque de diputados oficialista de la provincia, pero éste, recientemente elegido, conserva la mayoría de los apoyos. Definen estrategia de contención.
El diputado bonaerense Raúl Pérez se encuentra en aprietos. Ya a comienzos de año, volvió a sentir la presión de Néstor Kirchner, que al igual que el año pasado le envió señales de quiere relevarlo del comando de la bancada oficialista.
Pero entre los 37 diputados del Frente para la Victoria-PJ no hoy mayoría de interesados en voltear al platense, a quien el pasado 10 de diciembre ungieron en su cargo por otros dos años. Mañana, la mesa chica del bloque comenzará a delinear una estrategia para resistir la embestida. Saben que si se rebelan, podrían complicar la gestión provincial al vedarlo de cualquier nueva ley.
El revuelo se desató con la difusión del almuerzo que 22 integrantes del bloque tuvieron el lunes en la residencia que el presidente de la Cámara, Horacio González, tiene en Pinamar. En la habitual catarsis peronista, se oyeron críticas a Kirchner y a Scioli, pero la dimensión que tomaron esos comentarios en los medios derivó en un sismo interno en la bancada.
“Es otra señal de que Kirchner quiere voltear a Pérez. Ya tuvimos otra el año pasado, pero no tendrá el número”, presagió uno de los principales aliados del platense, acostumbrado a que le apunten los cañones.
Tras décadas de trabajar para el ex intendente y hoy ministro de Justicia Julio Alak, Pérez apoyó en 2007 al actual jefe comunal de la capital provincial, Pablo Bruera, quien le permitió conservar la banca hasta 2013 colocándolo en el segundo lugar de la lista que compitió en junio.
Bruera hizo esa campaña mostrándose siempre distante de Kirchner, y hoy es uno de los pocos intendentes que exterioriza sus diferencias con el patagónico, y blanquea su afinidad con el intendente de Tigre, Sergio Massa, con reconocidas aspiraciones a la Gobernación.
En la Rosada le cargan otras dos cruces a Pérez: su afinidad con Felipe Solá, con quien en 2005 gestó la ruptura del entonces bloque duhaldista; y la peor, su supuesto apoyo a Carlos Menem en la elección presidencial de 2003, en la que Kirchner obtuvo en La Plata menos votos que el riojano.
El ex presidente deberá batallar bastante para lograr bajar a Pérez de la titularidad del bloque, que históricamente se caracterizó por funcionar con cierta autonomía, siempre con la presión que les da tener el control de la legislación provincial.
El platense fue reelegido en ese cargo en diciembre por el mismo acuerdo que le permitió dos años antes alcanzarlo por primera vez. Se sustenta en sus antiguos aliados del Frente para la Victoria, los resabios del PJ duhaldista, que condujo Julián Domínguez hasta que se mudó al Ministerio de Agricultura; y los representantes de los movimientos sociales.
Los arribados en diciembre no tuvieron peso para cambiar ese statu quo, que se completó con Horacio González en la presidencia del bloque (oriundo de Ituzaingo) y en la vicepresidencia primera Horacio Delgado, delfín de Domínguez.
Cualquier cambio de reglas altera a estos sectores, ya contendidos con el todavía reciente reparto de poder, por lo que la presión para modificar este esquema debería ser muy elevada para que surja efecto.
Quienes por su pertenencia kirchnerista podrían embestir contra Pérez difícilmente lleguen a la veintena que haría falta para voltearlo, pero sobre todo, entre ese grupo no estarían del todo convencidos de hacerlo, según vocearon ayer varios de ello en charlas telefónicas.
El kirchnerista más ferviente es Fernando “Chino” Navarro, titular del Movimiento Evita, y antecesor de Pérez, con quien mantiene un acuerdo que, por ejemplo, le permitió conservar los cargos que tenía cuando era jefe.
El grupo de piqueteros ultrakirchneristas lo completan Sandra Cruz, del Frente Transversal de Edgardo Depetri; Adriana Toloza, del FTV de Luis D’Elía, y nada menos que la esposa de este último, Alicia Sánchez, asumida en diciembre. Excepto esta última, el resto ya avisó ayer que no considera que sea momento de hacer cambios, quizá, a sabiendas de que no tardarán en recibir una orden contraria.
Entre los recién arribados con pechera de la Casa Rosada se destacan los moyanistas Jorge Mancini (de los trabajadores de la basura) y Alicia Richmond (de los cerveceros), y el matancero Gustavo Silva, leal al vicegobernador Alberto Balestrini, de nula sintonía con Pérez.
Otros nuevos tienen sintonía directa con intendentes puestos en zona dudosa por la Casa Rosada, como el de Lanús Darío Díaz Pérez (tiene a su esposa), el de Berazategui Juan José Mussi (a su sobrina), Darío Giustozzi (le reporta Franco Caviglia) y Pablo Bruera (asumió su hermano Gabriel)
El ministro del Interior Florencio Randazzo comanda algunos diputados sueltos como Marcelo Feilú y Graciela Rolandi. En este esquema, sólo una efectiva arremetida de él y Domínguez podría poner en jaque la conducción del bloque, si es que los supuestos kirchneristas duros se plantan antes, de lo que aún no hubo señales.
(Fuente: La Política OnLine).
El diputado bonaerense Raúl Pérez se encuentra en aprietos. Ya a comienzos de año, volvió a sentir la presión de Néstor Kirchner, que al igual que el año pasado le envió señales de quiere relevarlo del comando de la bancada oficialista.
Pero entre los 37 diputados del Frente para la Victoria-PJ no hoy mayoría de interesados en voltear al platense, a quien el pasado 10 de diciembre ungieron en su cargo por otros dos años. Mañana, la mesa chica del bloque comenzará a delinear una estrategia para resistir la embestida. Saben que si se rebelan, podrían complicar la gestión provincial al vedarlo de cualquier nueva ley.
El revuelo se desató con la difusión del almuerzo que 22 integrantes del bloque tuvieron el lunes en la residencia que el presidente de la Cámara, Horacio González, tiene en Pinamar. En la habitual catarsis peronista, se oyeron críticas a Kirchner y a Scioli, pero la dimensión que tomaron esos comentarios en los medios derivó en un sismo interno en la bancada.
“Es otra señal de que Kirchner quiere voltear a Pérez. Ya tuvimos otra el año pasado, pero no tendrá el número”, presagió uno de los principales aliados del platense, acostumbrado a que le apunten los cañones.
Tras décadas de trabajar para el ex intendente y hoy ministro de Justicia Julio Alak, Pérez apoyó en 2007 al actual jefe comunal de la capital provincial, Pablo Bruera, quien le permitió conservar la banca hasta 2013 colocándolo en el segundo lugar de la lista que compitió en junio.
Bruera hizo esa campaña mostrándose siempre distante de Kirchner, y hoy es uno de los pocos intendentes que exterioriza sus diferencias con el patagónico, y blanquea su afinidad con el intendente de Tigre, Sergio Massa, con reconocidas aspiraciones a la Gobernación.
En la Rosada le cargan otras dos cruces a Pérez: su afinidad con Felipe Solá, con quien en 2005 gestó la ruptura del entonces bloque duhaldista; y la peor, su supuesto apoyo a Carlos Menem en la elección presidencial de 2003, en la que Kirchner obtuvo en La Plata menos votos que el riojano.
El ex presidente deberá batallar bastante para lograr bajar a Pérez de la titularidad del bloque, que históricamente se caracterizó por funcionar con cierta autonomía, siempre con la presión que les da tener el control de la legislación provincial.
El platense fue reelegido en ese cargo en diciembre por el mismo acuerdo que le permitió dos años antes alcanzarlo por primera vez. Se sustenta en sus antiguos aliados del Frente para la Victoria, los resabios del PJ duhaldista, que condujo Julián Domínguez hasta que se mudó al Ministerio de Agricultura; y los representantes de los movimientos sociales.
Los arribados en diciembre no tuvieron peso para cambiar ese statu quo, que se completó con Horacio González en la presidencia del bloque (oriundo de Ituzaingo) y en la vicepresidencia primera Horacio Delgado, delfín de Domínguez.
Cualquier cambio de reglas altera a estos sectores, ya contendidos con el todavía reciente reparto de poder, por lo que la presión para modificar este esquema debería ser muy elevada para que surja efecto.
Quienes por su pertenencia kirchnerista podrían embestir contra Pérez difícilmente lleguen a la veintena que haría falta para voltearlo, pero sobre todo, entre ese grupo no estarían del todo convencidos de hacerlo, según vocearon ayer varios de ello en charlas telefónicas.
El kirchnerista más ferviente es Fernando “Chino” Navarro, titular del Movimiento Evita, y antecesor de Pérez, con quien mantiene un acuerdo que, por ejemplo, le permitió conservar los cargos que tenía cuando era jefe.
El grupo de piqueteros ultrakirchneristas lo completan Sandra Cruz, del Frente Transversal de Edgardo Depetri; Adriana Toloza, del FTV de Luis D’Elía, y nada menos que la esposa de este último, Alicia Sánchez, asumida en diciembre. Excepto esta última, el resto ya avisó ayer que no considera que sea momento de hacer cambios, quizá, a sabiendas de que no tardarán en recibir una orden contraria.
Entre los recién arribados con pechera de la Casa Rosada se destacan los moyanistas Jorge Mancini (de los trabajadores de la basura) y Alicia Richmond (de los cerveceros), y el matancero Gustavo Silva, leal al vicegobernador Alberto Balestrini, de nula sintonía con Pérez.
Otros nuevos tienen sintonía directa con intendentes puestos en zona dudosa por la Casa Rosada, como el de Lanús Darío Díaz Pérez (tiene a su esposa), el de Berazategui Juan José Mussi (a su sobrina), Darío Giustozzi (le reporta Franco Caviglia) y Pablo Bruera (asumió su hermano Gabriel)
El ministro del Interior Florencio Randazzo comanda algunos diputados sueltos como Marcelo Feilú y Graciela Rolandi. En este esquema, sólo una efectiva arremetida de él y Domínguez podría poner en jaque la conducción del bloque, si es que los supuestos kirchneristas duros se plantan antes, de lo que aún no hubo señales.
(Fuente: La Política OnLine).
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