ESTAMOS PADECIENDO EL ENVEJECIMIENTO DE LA CLASE POLÍTICA.
Podemos decir que en el 83 cambiamos el sistema de gobierno, pero no podemos decir que lo que vivimos hoy es una democracia. Cuando hay hambre, desocupación, desigualdades sociales atroces, no podemos seguir diciendo que tenemos un “gobierno del pueblo”.
La clase política dirigente que lideró la transición hizo cosas importantes, pero otras tantas se descuidaron por completo. Obviamente después del gobierno militar la vida política se opacó, incluyendo la desaparición de personas, pero eso no justifica que no se hayan generado espacios de formación de formación política. Y hoy padecemos las consecuencias, lo que es peor, no se está haciendo nada serio para remediar la situación.
Vemos día a día los gigantescos pasos hacia atrás que ha dado nuestro país, pero nadie se quiere hacer cargo, nadie levanta la mano para decir “yo cometí un error, debo dar un paso al costado.”
La verdad es que las cosas no suceden porque sí, los problemas de los que hablamos todos los días tienen responsables, y la mayoría de ellos siguen estando en el poder.
La clase política dirigente agotó su legitimidad, y por eso se va acotando la posibilidad de que continúen en el poder, y por eso actúan con miedo, y lo transmiten. De frente a las próximas elecciones lo único que le presentan a la gente son amenazas. Quieren convencer de votar a tal o cual candidato porque lo contrario es malo, es peligroso.
Desde el gobierno, que sigue destilando odio haciendo política con un espejo retrovisor, hasta una “izquierda” que no ha hecho en los últimos tiempos otra cosa que evocar situaciones y personajes de la historia, o adherir a dirigentes de otros pueblos, con otras culturas, con otras vivencias. Ya no hablan del “Eje”, y seguramente todavía están elaborando lo sucedido en Chile.
No están dispuestos a aceptar que la política se renueva, que las necesidades sociales son distintas, que hay flagelos que enfrentar que antes no existían.
Solo van reciclando los discursos, pero nadie se quiere bajar del barco. Ni unos ni otros presentan ninguna respuesta consistente frente a la necesidad de recambio generacional.
No pueden pensar en la felicidad de un pueblo quienes no piensan y actúan sino a través de rencores y traiciones.
Todo esto no es más que la consecuencia de haber envejecido física y políticamente.
Y eso termina afectando la credibilidad de la gente, hasta el deseo de participar siquiera con el voto.
Es verdad que los medios de comunicación deberían contribuir al desarrollo de las personas y de la sociedad, a definir ideologías, a establecer valores, a formar opinión, a poner en la agenda pública las discusiones sobre decisiones sociales de fondo, pero la transformación más importante que tenemos que plantear es la recuperación de la palabra por parte de la sociedad toda.
Y si bien las soluciones surgen como corolarios de trabajos interdisciplinarios, los cambios sociales fundamentales hoy se tienen que dirimir en el terreno político, sin duda.
Y no lo pueden hacer quienes han fracasado. Un claro ejemplo es Duhalde, que se cansó de repetir que no iba a ser candidato, y hoy está otra vez embarrando la cancha. Tan evidente es su incapacidad, que ante la falta de propuestas “planta” la absurda discusión de si sacamos o no los militares a la calle.
Si Duhalde es uno de los responsables de importantes fracasos políticos, entonces que se vaya a su casa, que no siga poniendo trabas al proceso de renovación genuino que necesitamos.
Él y la mayoría de los políticos no quieren salir de la burbuja. No utilizan las redes sociales y otras formas vinculadas a internet para comunicarse, y no es porque no sepan, es porque no les interesa comunicarse, porque tampoco salen a la vereda a hablar con la gente.
Yo sí chateo, yo sí estoy en facebook, y no es que no conozca de los otros “recursos electorales”, lo hago porque a mí si me interesa comunicarme con los jóvenes, y estar en los lugares donde ellos están, física y virtualmente, me interesa saber lo que piensan, lo que quieren, lo que les molesta y lo que les gusta… porque para construir un país donde la gente sea feliz necesitamos a los jóvenes, que tienen la fuerza, las ganas, las nuevas ideas que necesitamos para las nuevas situaciones.
Ese sector político es el que se ríe cuando un joven se presenta en una lista, lo minimizan, hablan de “falta de experiencia” y asumen las anacrónicas posturas que durante mucho tiempo les han servido.
Pero se ríen por lo que dije antes, porque tienen miedo. Y hacen bien en tener miedo, porque esta vez los jóvenes ya están acá, y piensan quedarse.
Walter Eiguren
Candidato a Presidente de los Argentinos 2011
Podemos decir que en el 83 cambiamos el sistema de gobierno, pero no podemos decir que lo que vivimos hoy es una democracia. Cuando hay hambre, desocupación, desigualdades sociales atroces, no podemos seguir diciendo que tenemos un “gobierno del pueblo”.
La clase política dirigente que lideró la transición hizo cosas importantes, pero otras tantas se descuidaron por completo. Obviamente después del gobierno militar la vida política se opacó, incluyendo la desaparición de personas, pero eso no justifica que no se hayan generado espacios de formación de formación política. Y hoy padecemos las consecuencias, lo que es peor, no se está haciendo nada serio para remediar la situación.
Vemos día a día los gigantescos pasos hacia atrás que ha dado nuestro país, pero nadie se quiere hacer cargo, nadie levanta la mano para decir “yo cometí un error, debo dar un paso al costado.”
La verdad es que las cosas no suceden porque sí, los problemas de los que hablamos todos los días tienen responsables, y la mayoría de ellos siguen estando en el poder.
La clase política dirigente agotó su legitimidad, y por eso se va acotando la posibilidad de que continúen en el poder, y por eso actúan con miedo, y lo transmiten. De frente a las próximas elecciones lo único que le presentan a la gente son amenazas. Quieren convencer de votar a tal o cual candidato porque lo contrario es malo, es peligroso.
Desde el gobierno, que sigue destilando odio haciendo política con un espejo retrovisor, hasta una “izquierda” que no ha hecho en los últimos tiempos otra cosa que evocar situaciones y personajes de la historia, o adherir a dirigentes de otros pueblos, con otras culturas, con otras vivencias. Ya no hablan del “Eje”, y seguramente todavía están elaborando lo sucedido en Chile.
No están dispuestos a aceptar que la política se renueva, que las necesidades sociales son distintas, que hay flagelos que enfrentar que antes no existían.
Solo van reciclando los discursos, pero nadie se quiere bajar del barco. Ni unos ni otros presentan ninguna respuesta consistente frente a la necesidad de recambio generacional.
No pueden pensar en la felicidad de un pueblo quienes no piensan y actúan sino a través de rencores y traiciones.
Todo esto no es más que la consecuencia de haber envejecido física y políticamente.
Y eso termina afectando la credibilidad de la gente, hasta el deseo de participar siquiera con el voto.
Es verdad que los medios de comunicación deberían contribuir al desarrollo de las personas y de la sociedad, a definir ideologías, a establecer valores, a formar opinión, a poner en la agenda pública las discusiones sobre decisiones sociales de fondo, pero la transformación más importante que tenemos que plantear es la recuperación de la palabra por parte de la sociedad toda.
Y si bien las soluciones surgen como corolarios de trabajos interdisciplinarios, los cambios sociales fundamentales hoy se tienen que dirimir en el terreno político, sin duda.
Y no lo pueden hacer quienes han fracasado. Un claro ejemplo es Duhalde, que se cansó de repetir que no iba a ser candidato, y hoy está otra vez embarrando la cancha. Tan evidente es su incapacidad, que ante la falta de propuestas “planta” la absurda discusión de si sacamos o no los militares a la calle.
Si Duhalde es uno de los responsables de importantes fracasos políticos, entonces que se vaya a su casa, que no siga poniendo trabas al proceso de renovación genuino que necesitamos.
Él y la mayoría de los políticos no quieren salir de la burbuja. No utilizan las redes sociales y otras formas vinculadas a internet para comunicarse, y no es porque no sepan, es porque no les interesa comunicarse, porque tampoco salen a la vereda a hablar con la gente.
Yo sí chateo, yo sí estoy en facebook, y no es que no conozca de los otros “recursos electorales”, lo hago porque a mí si me interesa comunicarme con los jóvenes, y estar en los lugares donde ellos están, física y virtualmente, me interesa saber lo que piensan, lo que quieren, lo que les molesta y lo que les gusta… porque para construir un país donde la gente sea feliz necesitamos a los jóvenes, que tienen la fuerza, las ganas, las nuevas ideas que necesitamos para las nuevas situaciones.
Ese sector político es el que se ríe cuando un joven se presenta en una lista, lo minimizan, hablan de “falta de experiencia” y asumen las anacrónicas posturas que durante mucho tiempo les han servido.
Pero se ríen por lo que dije antes, porque tienen miedo. Y hacen bien en tener miedo, porque esta vez los jóvenes ya están acá, y piensan quedarse.
Walter Eiguren
Candidato a Presidente de los Argentinos 2011
No hay comentarios.:
Publicar un comentario