Una escuela convertida en centro de detención, torturas y desaparición de personas. Con alumnos que observan cómo sus superiores salen clandestinamente a secuestrar. En nombre de un estado cuyo emblema era la picana y la capucha. Los años de plomo de un tiempo de desprecio.
Ahí sobre la Avenida del Libertador, nada menos, al lado de un colegio secundario, se encuentra la ESMA. Un territorio donde se consumaron actos que escapan a la imaginación humana. Ahí donde se empaló al negrito Floreal Avellaneda que sólo tenía 14 años. Ahí donde Carlos Lordkipanidse fue torturado con picana colocándole sobre su pecho a su bebé de pocos días. Ahí donde fue torturada Cecilia Cacabellos de apenas 16 años.
Donde llegaron baleados Rodolfo Walsh y Dagmar Hagelin. Ahí donde padecieron un feroz ensañamiento las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet antes de ser arrojadas posiblemente vivas al mar, o donde las paredes guardan los sufrimientos de las desaparecidas Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, luego de ser señaladas por el Judas Alfredo Astiz.
De ahí salió el grupo de tareas que asesinó a Elena Holmberg y Héctor Hidalgo Solá. El que perpetró la matanza de los curas palotinos. Ese que al día siguiente de la masacre, el 5 de julio de 1976 mereció el siguiente título del diario La Nación: ““Elementos subversivos asesinaron cobardemente a los sacerdotes y seminaristas. El vandálico hecho fue cometido en dependencias de la iglesia San Patricio, lo cual demuestra que sus autores, además de no tener Patria, tampoco tienen Dios."
Fue en ese ámbito donde los detenidos permanecían encapuchados y engrillados. En el sótano del Casino de Oficiales con un enorme cartel que rezaba “Avenida de la Felicidad”, réplica de aquel colocado a la entrada de Auschwitz: “El trabajo libera”, los “chupados” eran sometidos a debut con la picana y submarino para que cantaran todo lo que sabían. En el pañol acumulaban lo que le robaban a los secuestrados. Pero nada se comparaba con la imagen de una mujer embarazada, a punto de parir, con los pies con grilletes, sus ojos cubiertos por la capucha, después de haber pasado la incertidumbre sobre los daños que la tortura habría dejado en la criatura por nacer y con la convicción de que ese momento trascendental de su vida, implicaba su sentencia de muerte. Algunas de esas mujeres de un valor excepcional, atendidas precariamente por otras detenidas, trataron de que sus hijos quedaran con una marca de identidad, conscientes que su destino era incierto y que la apropiación como botín de guerra era altamente probable. Así la madre de la actual diputada Victoria Donda usó un hilo celeste como arito para que se reconozca su hija apropiada por el torturador de la ESMA Antonio Azic. O aquella madre que en su desesperación le sacó un pedacito de la oreja a su hijo para que pueda ser reconocido.
Los que regenteaban la ESMA ironizaban que tenían una sucursal de la Sardá. Mientras muchos de los que eran condenados a muerte eran arrojados vivos al mar o al río, otros eran asesinados y sus cuerpos incinerados los que en particular lenguaje del lugar eran los “asados.” Ni Dante Alighieri pudo imaginar un infierno donde Marcelo Ruiz Dameri y María de las Victoria Ruiz Dameri de 4 y 2 años se paseaban inocentemente por los pasillos del lugar mientras sus padres Silvia Beatriz María Dameri (embarazada de cinco meses) y Orlando Antonio Ruiz eran torturados. Silvia tuvo en La Esma a Laura quien también fue apropiada por Azic y le cambió el nombre por Carla. Asesinados y desaparecidos Orlando y Silvia, sus hijos mayores Marcelo y Victoria fueron dispersados y abandonados, uno en Córdoba y otro en Rosario y adoptados por familias de buena fe. En los últimos años, Marcelo y Vicky recuperaron su identidad y Carla, originalmente Laura, ha emprendido un dificultoso camino de acercamiento. Apenas algunas de las más de cinco mil historias dramáticas perpetradas desde o en la ESMA, emblemas de una realidad que parecen surgidas de un escritor afiebrado y perversamente imaginativo.
LAS CAUSAS DEL HORROR
El golpe de 1976 se concibió y ejecutó para cumplir en plenitud los objetivos incumplidos en los de 1955 y 1966. El modelo de sustitución de importaciones surgió de la crisis del capitalismo mundial que puso en evidencia las limitaciones del modelo de economía primaria exportadora; aquel que concebía el país como una factoría agropecuaria autodenominada granero del mundo, siendo Gran Bretaña el taller que le proveía de los bienes industriales. Cuando este país entró en la Primera Guerra Mundial el abastecimiento de sus productos cesó, situación que volvió a registrarse en la crisis de 1929. Eso originó en nuestro país un proceso de sustitución de importaciones, el nacimiento de la industria textil y metalúrgica, las migraciones de los cabecitas negras de las provincias, descendientes de los derrotados en los 60 años de las guerras civiles del siglo XIX, como una nueva clase obrera. Esa burguesía industrial naciente y los nuevos obreros industriales fueron dos de los actores principales del modelo de sustitución de importaciones, que fueron beneficiados por Perón.
Fue en ese ámbito donde los detenidos permanecían encapuchados y engrillados. En el sótano del Casino de Oficiales con un enorme cartel que rezaba “Avenida de la Felicidad”, réplica de aquel colocado a la entrada de Auschwitz: “El trabajo libera”, los “chupados” eran sometidos a debut con la picana y submarino para que cantaran todo lo que sabían. En el pañol acumulaban lo que le robaban a los secuestrados. Pero nada se comparaba con la imagen de una mujer embarazada, a punto de parir, con los pies con grilletes, sus ojos cubiertos por la capucha, después de haber pasado la incertidumbre sobre los daños que la tortura habría dejado en la criatura por nacer y con la convicción de que ese momento trascendental de su vida, implicaba su sentencia de muerte. Algunas de esas mujeres de un valor excepcional, atendidas precariamente por otras detenidas, trataron de que sus hijos quedaran con una marca de identidad, conscientes que su destino era incierto y que la apropiación como botín de guerra era altamente probable. Así la madre de la actual diputada Victoria Donda usó un hilo celeste como arito para que se reconozca su hija apropiada por el torturador de la ESMA Antonio Azic. O aquella madre que en su desesperación le sacó un pedacito de la oreja a su hijo para que pueda ser reconocido.
Los que regenteaban la ESMA ironizaban que tenían una sucursal de la Sardá. Mientras muchos de los que eran condenados a muerte eran arrojados vivos al mar o al río, otros eran asesinados y sus cuerpos incinerados los que en particular lenguaje del lugar eran los “asados.” Ni Dante Alighieri pudo imaginar un infierno donde Marcelo Ruiz Dameri y María de las Victoria Ruiz Dameri de 4 y 2 años se paseaban inocentemente por los pasillos del lugar mientras sus padres Silvia Beatriz María Dameri (embarazada de cinco meses) y Orlando Antonio Ruiz eran torturados. Silvia tuvo en La Esma a Laura quien también fue apropiada por Azic y le cambió el nombre por Carla. Asesinados y desaparecidos Orlando y Silvia, sus hijos mayores Marcelo y Victoria fueron dispersados y abandonados, uno en Córdoba y otro en Rosario y adoptados por familias de buena fe. En los últimos años, Marcelo y Vicky recuperaron su identidad y Carla, originalmente Laura, ha emprendido un dificultoso camino de acercamiento. Apenas algunas de las más de cinco mil historias dramáticas perpetradas desde o en la ESMA, emblemas de una realidad que parecen surgidas de un escritor afiebrado y perversamente imaginativo.
LAS CAUSAS DEL HORROR
El golpe de 1976 se concibió y ejecutó para cumplir en plenitud los objetivos incumplidos en los de 1955 y 1966. El modelo de sustitución de importaciones surgió de la crisis del capitalismo mundial que puso en evidencia las limitaciones del modelo de economía primaria exportadora; aquel que concebía el país como una factoría agropecuaria autodenominada granero del mundo, siendo Gran Bretaña el taller que le proveía de los bienes industriales. Cuando este país entró en la Primera Guerra Mundial el abastecimiento de sus productos cesó, situación que volvió a registrarse en la crisis de 1929. Eso originó en nuestro país un proceso de sustitución de importaciones, el nacimiento de la industria textil y metalúrgica, las migraciones de los cabecitas negras de las provincias, descendientes de los derrotados en los 60 años de las guerras civiles del siglo XIX, como una nueva clase obrera. Esa burguesía industrial naciente y los nuevos obreros industriales fueron dos de los actores principales del modelo de sustitución de importaciones, que fueron beneficiados por Perón.
Cuando el establishment lo encerró en Martín García, los trabajadores lo rescataron en la histórica jornada del 17 de octubre. Ahí nació el peronismo y el período de mayor equidad en la historia argentina. Contra ese modelo no se repararon medios para destruirlo como el bombardeo a Plaza de Mayo antes de la Revolución Libertadora y los fusilamientos clandestinos y públicos después. Un episodio relatado por el sindicalista Miguel Gazzera en “Peronismo, autocrítica y perspectiva”, Pagina 64, es muy ilustrativa: “El 25 de septiembre de 1955 - recuerda Miguel Gazzera-el General Lonardi concedió una audiencia a lo que quedaba de la conducción de la CGT. Los compañeros estaban en la antesala cuando por el despacho paso un marino. Se detuvo, les preguntó quiénes eran y qué esperaban. Respondida la pregunta, los miró detenidamente y les hizo explotar esta sentencia: “Sepan ustedes que la revolución libertadora se hizo para que en este país el hijo del barrendero, muera barrendero. Era el Contraalmirante Arturo Rial.” Pero no alcanzó. El peronismo y su histórica resistencia resultaban imbatibles electoralmente por lo que eran proscriptos sistemáticamente. Cuando se le dio posibilidades restrictivas en el gobierno de Frondizi, su contundente victoria precipitó su derrota. Illia fue también elegido con la proscripción del peronismo.
La mal llamada Revolución Argentina de junio de 1966, fue el intento de un nuevo proceso de desarticulación del modelo basado en el mercado interno y fue planeado para permanecer en el gobierno por lo menos durante dos décadas especulando con la muerte de Perón. Se volvió a afectar el modelo de sustitución de importaciones pero el avance de masas terminó arrinconando a los sucesivos gobiernos militares y precipitando el retorno de Perón. Su muerte fue el punto de partida de un nuevo golpe que esta vez se propuso no reparar en medios para obtener los objetivos no alcanzados en 1955 y 1966.
Está claro que como todos los golpes anteriores los instigadores fueron los sectores concentrados de la economía y su brazo ejecutor fueron las Fuerzas Armadas. De manera que no fue Videla el que designó a Martínez de Hoz, sino que fueron los sectores económicos que representaba Martínez de Hoz quienes nombraron a Videla.
Para desarticular definitivamente el modelo de sustitución de importaciones había que desindustrializar y con ello se hería el monstruo que anidaba en sus entrañas que era la clase obrera. Y esta vez no iba a reparar en medios. Por esa razón se instrumentó el terrorismo de estado. Y para tener un nuevo punto de partida había que insertar el miedo en forma profunda y que permaneciera perdurable en lo más hondo de la sociedad. Cumplieron plenamente lo que afirmó el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Ibérico Saint Jean en mayo de 1977: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos.”
EL PROYECTO POLÍTICO DE MASSERA
Eduardo Emilio Massera fue el único de los integrantes de la primera junta militar que tuvo un proyecto político propio. Lo primero era recuperar el peso de su arma al nivel de 1955 en que había conseguido colocar un marino como vicepresidente. Esa posición de fuerza la había perdido en los enfrentamientos militares entre azules y colorados de septiembre de 1962 y abril de 1963 en donde la Marina revistó en el bando colorado, perdidoso militarmente pero triunfante políticamente. Eso lo consiguió cuando advirtió que la mano venía a favor del peronismo y Perón lo designó al frente de la Armada.
La mal llamada Revolución Argentina de junio de 1966, fue el intento de un nuevo proceso de desarticulación del modelo basado en el mercado interno y fue planeado para permanecer en el gobierno por lo menos durante dos décadas especulando con la muerte de Perón. Se volvió a afectar el modelo de sustitución de importaciones pero el avance de masas terminó arrinconando a los sucesivos gobiernos militares y precipitando el retorno de Perón. Su muerte fue el punto de partida de un nuevo golpe que esta vez se propuso no reparar en medios para obtener los objetivos no alcanzados en 1955 y 1966.
Está claro que como todos los golpes anteriores los instigadores fueron los sectores concentrados de la economía y su brazo ejecutor fueron las Fuerzas Armadas. De manera que no fue Videla el que designó a Martínez de Hoz, sino que fueron los sectores económicos que representaba Martínez de Hoz quienes nombraron a Videla.
Para desarticular definitivamente el modelo de sustitución de importaciones había que desindustrializar y con ello se hería el monstruo que anidaba en sus entrañas que era la clase obrera. Y esta vez no iba a reparar en medios. Por esa razón se instrumentó el terrorismo de estado. Y para tener un nuevo punto de partida había que insertar el miedo en forma profunda y que permaneciera perdurable en lo más hondo de la sociedad. Cumplieron plenamente lo que afirmó el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Ibérico Saint Jean en mayo de 1977: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos.”
EL PROYECTO POLÍTICO DE MASSERA
Eduardo Emilio Massera fue el único de los integrantes de la primera junta militar que tuvo un proyecto político propio. Lo primero era recuperar el peso de su arma al nivel de 1955 en que había conseguido colocar un marino como vicepresidente. Esa posición de fuerza la había perdido en los enfrentamientos militares entre azules y colorados de septiembre de 1962 y abril de 1963 en donde la Marina revistó en el bando colorado, perdidoso militarmente pero triunfante políticamente. Eso lo consiguió cuando advirtió que la mano venía a favor del peronismo y Perón lo designó al frente de la Armada.
Cuando se da el golpe del 24 de marzo, la distribución se realizó equitativamente correspondiendo a cada arma un 33%. Mientras se aliaba a los sectores más duros del ejército y encabezaba el terrorismo de estado, criticaba la política económica de Martínez de Hoz. Massera consideraba que podía ser el sucesor de un peronismo light. Tuvo la ilusión que los tenía en sus manos. A la presidenta Isabel Martínez de Perón la mantenía detenida en la residencia del Mesidor en Neuquén. A la dirigencia justicialista la tenía presa a su disposición en el barco “Los 33 orientales”. Y a los Montoneros los tenía en condición de detenidos- desaparecidos en la ESMA. La idea fue utilizar a “los recuperables” como mano de obra esclava. Un proyecto político nacido en las mazmorras de la ESMA, teniendo como símbolo la capucha y la picana, entre los gritos de dolor de los torturados, las mujeres pariendo y en ese momento siendo condenadas a muerte, los chicos apropiados, los bienes de los desaparecidos robados, o el asesinato de Fernando Branca, el marido de su amante Martha Rodríguez Mc Cormack.
Y el Almirante Massera declarando lo que le escribía el periodista Hugo Ezequiel Lezama: “No vamos a combatir hasta la muerte. Vamos a combatir hasta la victoria, esté más allá o más acá de la muerte. No vamos a tolerar que la muerte pueda andar suelta en la Argentina.”
TRISTE, SOLITARIO Y FINAL
Antes que los militares tuvieran que dejar el poder, el Almirante Cero fue detenido por sus crímenes vinculados a sus intereses privados como el asesinato de Fernando Branca. En el famoso Juicio a las Juntas, mérito notable de Raúl Alfonsín fue condenado a reclusión perpetua hasta que Carlos Menem promulgó el indulto. En su alegato final llegó a decir: “ No vine a defenderme. Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa. Y la guerra contra el terrorismo fue una guerra justa…….” Luego le dijo a los jueces: “A ustedes les queda la crónica; a mí la Historia”
Fue dejado en libertad por los indultos de Menem pero llevado nuevamente a prisión domiciliaria por el robo de bebes en 1998, delito no alcanzado por la “generosidad” del riojano.
Un accidente cerebro vascular en el 2002 lo salvó de pagar delitos aberrantes por lo que no fue juzgado como la apropiación de chicos y en el juicio que está en marcha en la actualidad en donde están sentados en el banquillo de los acusados los asesinos de la ESMA, gracias a la anulación de las leyes de obediencia debida, punto final y los indultos concretado durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Salvo el diario Nueva Provincia de la familia Massot, nadie se animó a elogiar su vida. Ahí se escribió: “No tendría sentido esbozar aquí una suerte de biografía en cifra del almirante Emilio Massera, fallecido ayer, a la edad de 85 años, en el Hospital Naval. No porque la figura en cuestión careciese de interés para legitimar un propósito semejante, sino porque no es éste el espacio y, mucho menos, la oportunidad. Llegará el día en que, si no acallados para siempre, cuando menos atemperados los odios y las pasiones que despertara en sus años de esplendor político --contemporáneos al así llamado Proceso de Reorganización Nacional del cual fue, por paradójico que resulte, uno de sus forjadores y, al propio tiempo, una de sus principales víctimas--, pueda acometerse dicha empresa con mesura e imparcialidad……. Analizada su figura desde esta perspectiva, la suya fue una personalidad atípica, acaso única en la historia de los hombres de mar, sólo comparable --aún cuando todas las comparaciones, según reza el adagio clásico, sean odiosas-- a la de Isaac Francisco Rojas…… No fue, demás está decirlo, la mezcla de Maquiavelo y asesino serial que han pintado sus enemigos, tan feroces a la hora de enjuiciarlo con la pluma, como lo habían enfrentado antes en esa tremenda guerra civil en la cual ellos llevaron la peor parte…… La muerte del almirante Massera ha despertado la ira de quienes no saben perdonar y el odio de los que no pueden olvidar. Unos y otros parecen no darse cuenta que prolongan así la pasada guerra civil. Massera, cargado de años y con la experiencia de su derrota política a cuestas, hacía ya tiempo que había dado por terminada dicha contienda. En ello demostró un espíritu abierto a la reconciliación y ajeno a todo sectarismo, que lo honra.”
En los avisos fúnebres del diario La Nación sólo estaban los de sus familiares, algunos pocos amigos y dos institucionales: “Familia castrense participa de su fallecimiento, rezando por su alma y su familia” y “El Centro Naval participa del deceso de su estimado socio vitalicio.” La pregunta que queda flotando es cuán distinto hubiera sido este entierro cuasi clandestino si la muerte de Massera se hubiera producido en los noventa en su condición de indultado.
LOS SECRETOS SE LOS LLEVÓ A LA TUMBA
Y el Almirante Massera declarando lo que le escribía el periodista Hugo Ezequiel Lezama: “No vamos a combatir hasta la muerte. Vamos a combatir hasta la victoria, esté más allá o más acá de la muerte. No vamos a tolerar que la muerte pueda andar suelta en la Argentina.”
TRISTE, SOLITARIO Y FINAL
Antes que los militares tuvieran que dejar el poder, el Almirante Cero fue detenido por sus crímenes vinculados a sus intereses privados como el asesinato de Fernando Branca. En el famoso Juicio a las Juntas, mérito notable de Raúl Alfonsín fue condenado a reclusión perpetua hasta que Carlos Menem promulgó el indulto. En su alegato final llegó a decir: “ No vine a defenderme. Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa. Y la guerra contra el terrorismo fue una guerra justa…….” Luego le dijo a los jueces: “A ustedes les queda la crónica; a mí la Historia”
Fue dejado en libertad por los indultos de Menem pero llevado nuevamente a prisión domiciliaria por el robo de bebes en 1998, delito no alcanzado por la “generosidad” del riojano.
Un accidente cerebro vascular en el 2002 lo salvó de pagar delitos aberrantes por lo que no fue juzgado como la apropiación de chicos y en el juicio que está en marcha en la actualidad en donde están sentados en el banquillo de los acusados los asesinos de la ESMA, gracias a la anulación de las leyes de obediencia debida, punto final y los indultos concretado durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Salvo el diario Nueva Provincia de la familia Massot, nadie se animó a elogiar su vida. Ahí se escribió: “No tendría sentido esbozar aquí una suerte de biografía en cifra del almirante Emilio Massera, fallecido ayer, a la edad de 85 años, en el Hospital Naval. No porque la figura en cuestión careciese de interés para legitimar un propósito semejante, sino porque no es éste el espacio y, mucho menos, la oportunidad. Llegará el día en que, si no acallados para siempre, cuando menos atemperados los odios y las pasiones que despertara en sus años de esplendor político --contemporáneos al así llamado Proceso de Reorganización Nacional del cual fue, por paradójico que resulte, uno de sus forjadores y, al propio tiempo, una de sus principales víctimas--, pueda acometerse dicha empresa con mesura e imparcialidad……. Analizada su figura desde esta perspectiva, la suya fue una personalidad atípica, acaso única en la historia de los hombres de mar, sólo comparable --aún cuando todas las comparaciones, según reza el adagio clásico, sean odiosas-- a la de Isaac Francisco Rojas…… No fue, demás está decirlo, la mezcla de Maquiavelo y asesino serial que han pintado sus enemigos, tan feroces a la hora de enjuiciarlo con la pluma, como lo habían enfrentado antes en esa tremenda guerra civil en la cual ellos llevaron la peor parte…… La muerte del almirante Massera ha despertado la ira de quienes no saben perdonar y el odio de los que no pueden olvidar. Unos y otros parecen no darse cuenta que prolongan así la pasada guerra civil. Massera, cargado de años y con la experiencia de su derrota política a cuestas, hacía ya tiempo que había dado por terminada dicha contienda. En ello demostró un espíritu abierto a la reconciliación y ajeno a todo sectarismo, que lo honra.”
En los avisos fúnebres del diario La Nación sólo estaban los de sus familiares, algunos pocos amigos y dos institucionales: “Familia castrense participa de su fallecimiento, rezando por su alma y su familia” y “El Centro Naval participa del deceso de su estimado socio vitalicio.” La pregunta que queda flotando es cuán distinto hubiera sido este entierro cuasi clandestino si la muerte de Massera se hubiera producido en los noventa en su condición de indultado.
LOS SECRETOS SE LOS LLEVÓ A LA TUMBA
Su última canallada fue llevarse a la tumba los secretos sobre el destino de los desaparecidos Pedro Bianchi, uno de sus abogados ya muerto, habitual defensor de nazis había afirmado en el 2002: “Si Massera sabe algo, se lo lleva a la tumba”.
Sus canalladas habían sido múltiples antes de su etapa más conocida. Como teniente de navío, había sido ayudante secretario del almirante Olivieri, ministro de Marina de Perón, junto a otros energúmenos de la marina como Mayorga y Montes.
Al Almirante Olivieri lo describió con precisión Perón en el capítulo tercero de su libro “La fuerza es el derecho de las bestias”: “No tengo dudas”, dijo Olivieri, “que el pueblo argentino finalmente se ha dado cuenta de que fue engañado por un gobernante que abandonó su puesto de mando en vez de encarar su propia responsabilidad”. Respondiendo a preguntas sobre las presentes condiciones económicas de la Argentina, el Embajador dijo que “el presente Gobierno tendrá algunos importantes problemas que resolver que son consecuencia de esa gran traición económica, política y social que son los diez años de gobierno de Perón…….¡Y este canalla fue ministro del gobierno que crítica, desde el 28 de septiembre de 1951 hasta el 16 de junio de 1955! Es decir, solidario con el hombre que él cree que era enemigo de la libertad. ¿Qué era él entonces?
Olivieri no puede engañar a nadie. El fue siempre un traidor y como tal un jesuita. Siendo Ministro conspiró con los revolucionarios contra su propio gobierno y dos días antes del atentado del 16 de junio se declaró enfermo del corazón y se internó en el Hospital Naval. Así los otros actuaban y él esperaba los resultados. Cuando le informaron que la revolución había triunfado, que Perón había muerto en el bombardeo de la Casa de Gobierno y que todo salía bien, apresuradamente, con toda seguridad, se trasladó al Ministerio de Marina para tomar el mando. Allí se enteró de la verdad y habló plañideramente al Ministro Lucero para decirle que le expresara al General (Perón): “que él no tenía nada que ver, que había sido sorprendido por los acontecimientos y que daba su palabra de honor”.
Este es el “pundonoroso” embajador de la Argentina en las Naciones Unidas. Un reptil que para llegar a ser Ministro se arrastró ante los pies del que hoy critica, derramando a caudales elogios que ha olvidado y declaraciones de una amistad que no sólo traicionó sino que hoy escarnece con la actitud más baja que un hombre puede ostentar. ¡Miseria, pura miseria!”
Fue aliado y luego adversario de José López Rega, perteneciendo ambos a la logia P2.
Fotos del ingreso a ...
José Pablo Feinmann, polifacético ensayista, licenciado en filosofía, novelista entre otras cosas escribió en Página 12: “Que ahora se muera no sirve para nada. Todos, alguna vez, nos vamos a morir. Massera ya hizo en nuestra historia todo el daño que podía hacer. Lo pidió un pueblo que quería orden y él le dio ese orden. Una de las primeras publicidades televisivas de la Junta decía: Orden, orden, orden, cuando hay orden el país se construye de arriba abajo. En esa búsqueda de orden, siempre exigida por los argentinos, hay que encontrar la explicación de la existencia de monstruos como Massera. Si alguien, hoy, le desea el Infierno, se equivoca. Si Massera va al Infierno lo van a recibir como a un héroe. Al cabo, él es uno de sus creadores. El creador de una de las figuras más perfectas del Infierno, la ESMA. ¿Podríamos entonces desearle el Cielo, ese lugar donde un Dios justo le señalaría sus culpas? Ocurre, sin embargo, que el Cielo y ese Dios justo no existen. ¿Cómo habrían de existir si existió Massera?”
José Pablo Feinmann, polifacético ensayista, licenciado en filosofía, novelista entre otras cosas escribió en Página 12: “Que ahora se muera no sirve para nada. Todos, alguna vez, nos vamos a morir. Massera ya hizo en nuestra historia todo el daño que podía hacer. Lo pidió un pueblo que quería orden y él le dio ese orden. Una de las primeras publicidades televisivas de la Junta decía: Orden, orden, orden, cuando hay orden el país se construye de arriba abajo. En esa búsqueda de orden, siempre exigida por los argentinos, hay que encontrar la explicación de la existencia de monstruos como Massera. Si alguien, hoy, le desea el Infierno, se equivoca. Si Massera va al Infierno lo van a recibir como a un héroe. Al cabo, él es uno de sus creadores. El creador de una de las figuras más perfectas del Infierno, la ESMA. ¿Podríamos entonces desearle el Cielo, ese lugar donde un Dios justo le señalaría sus culpas? Ocurre, sin embargo, que el Cielo y ese Dios justo no existen. ¿Cómo habrían de existir si existió Massera?”
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