LA PLATA, Mayo 26, (PUNTO CERO-diarioHoy.net) La visita del vicepresidente Julio Cobos a La Plata fue protocolar. Nadie esperaba anuncios de ningún tipo. Se sabe: el mendocino no tiene acceso al círculo más cerrado donde se decide la distribución de los fondos para obras públicas. Hoy la capital bonaerense no está en la agenda de las urgencias. Pero acá, puertas a dentro, los problemas urgen. No pueden esperar.
Bruera no tenía nada importante para anunciar en la apertura de la sesiones ordinarias del Concejo Deliberante el 3 de abril. Es loable que no prometa si sabe que no puede cumplir, pero también llama la atención que no haya planteada ninguna obra de envergadura para la ciudad, cuando ésta las necesita.
El intendente platense cuenta con un escaso armado político, sin representantes propios en la Legislatura bonaerense y con serpenteante llegada a la Nación. Cristina realizó actos en Quilmes y en Varela, pero ninguno en La Plata, en casi seis meses de gestión. Bruera tiene cerrada la puerta a través de la Jefatura de Gabinete de Alberto Fernández y la línea explorada con Julio de Vido aún no ha dado los resultados esperados. Para colmo, ya comenzaron a posicionarse en los medios nacionales los avatares que sufre la metrópolis de las diagonales.
Con la ley de iniciativa privada aprobada, pero aún sin reglamentación, no hay muchas expectativas concretas, al menos en el corto plazo, de que el intendente tenga algo importante para anunciar en materia de construcción. Este no es un dato menor: dicho sector es el que más rápido dinamiza la economía; hoy en recesión en diversos sectores productivos locales.
Cuan emulo de su antecesor, Bruera no se la jugó en un conflicto (con el campo) que promete recrear antagonismos de antaño. No tiene por qué hacerlo, pero en algunos pasillos de la Rosada tomaron nota de ello. El tiempo dirá si su maniobra fue inteligente.
A casi tres meses de las inundaciones que sumergieron a gran parte de la zona norte en la peor pesadilla de las últimas décadas, el diagnóstico, el plan de contingencia y el listado de obras realizables son una deuda pendiente. La administración comunal no volvió a hablar de este tema medular. ¿No tiene nada para decir? ¿O no sabe qué decir?
Qué pasa, entonces, con:
* Las obras hidráulicas: Sólo cuatro máquinas del siglo pasado no parecen suficiente para encarar la limpieza profunda de los arroyos. Ninguna dragalina está trabajando para, precisamente, dragar estos cauces de agua. No existe un plan social en marcha para tomar una decisión sobre las viviendas precarias levantadas en los márgenes de los arroyos. Estas constituyen un triple problema: no permiten la limpieza, obstruyen el drenaje y son un peligro para sus habitantes. La inacción en este ítem es alarmante. Ya roza con la desidia.
* Plan de viviendas: mientras continúan los bemoles con el complejo de 19 y 526 (donde las irregularidades afloran), no está proyectada ninguna otra construcción masiva de casas sociales. Al menos, el gobierno debería solucionar el entuerto en ese enclave hoy ardiente.
* Ferroautomotor: fue la obra más anunciada por Alak en la última década. Hoy parece una utopía. Mientras, la Terminal de Omnibus es tan incómoda que no hay lugar ni para el sector de encomiendas. Los vecinos, encima, están hartos de los taponamientos de tránsito y la suciedad que rodea a este sitio. Por ahora, no hay ningún plan al respecto.
* Camino General Belgrano: seguirá como hasta ahora, estrecho. Tampoco hay nada serio al respecto, pese a algún anuncio vacío del ministerio de Infraestructura bonaerense.
* Salas sanitarias: tampoco está proyecta la creación de ningún nuevo edificio destinado a la atención primaria de la salud. Las obras en marcha, algunas por concluir, son de la gestión anterior.
En la mayoría de los barrios periféricos ya se desarrollaron asambleas de vecinos para tratar el denominado Presupuesto Participativo. Así, los mismos habitantes pueden decidir las obras necesarias para sus localidades. Hoy estuvo en tres reuniones diferentes, en Los Hornos, Ringuelet y City Bell. En todas se palpó una denominador común: punteros del oficialismo manejando los debates y las conclusiones de éstos. Al menos en esos lugares, pareció una gran pantomima.
Desilusionado, un vecino graficó: “Es increíble que tengamos que decidir entre un semáforo o el asfalto. Ambos son compromisos del Estado, que debe realizar. Es su responsabilidad, para eso fue elegido”.
En vísperas de su primer semestre al frente del Ejecutivo, Bruera tiene poco para mostrar, casi nada para anunciar y mucho por hacer. Es su obligación.
Bruera no tenía nada importante para anunciar en la apertura de la sesiones ordinarias del Concejo Deliberante el 3 de abril. Es loable que no prometa si sabe que no puede cumplir, pero también llama la atención que no haya planteada ninguna obra de envergadura para la ciudad, cuando ésta las necesita.
El intendente platense cuenta con un escaso armado político, sin representantes propios en la Legislatura bonaerense y con serpenteante llegada a la Nación. Cristina realizó actos en Quilmes y en Varela, pero ninguno en La Plata, en casi seis meses de gestión. Bruera tiene cerrada la puerta a través de la Jefatura de Gabinete de Alberto Fernández y la línea explorada con Julio de Vido aún no ha dado los resultados esperados. Para colmo, ya comenzaron a posicionarse en los medios nacionales los avatares que sufre la metrópolis de las diagonales.
Con la ley de iniciativa privada aprobada, pero aún sin reglamentación, no hay muchas expectativas concretas, al menos en el corto plazo, de que el intendente tenga algo importante para anunciar en materia de construcción. Este no es un dato menor: dicho sector es el que más rápido dinamiza la economía; hoy en recesión en diversos sectores productivos locales.
Cuan emulo de su antecesor, Bruera no se la jugó en un conflicto (con el campo) que promete recrear antagonismos de antaño. No tiene por qué hacerlo, pero en algunos pasillos de la Rosada tomaron nota de ello. El tiempo dirá si su maniobra fue inteligente.
A casi tres meses de las inundaciones que sumergieron a gran parte de la zona norte en la peor pesadilla de las últimas décadas, el diagnóstico, el plan de contingencia y el listado de obras realizables son una deuda pendiente. La administración comunal no volvió a hablar de este tema medular. ¿No tiene nada para decir? ¿O no sabe qué decir?
Qué pasa, entonces, con:
* Las obras hidráulicas: Sólo cuatro máquinas del siglo pasado no parecen suficiente para encarar la limpieza profunda de los arroyos. Ninguna dragalina está trabajando para, precisamente, dragar estos cauces de agua. No existe un plan social en marcha para tomar una decisión sobre las viviendas precarias levantadas en los márgenes de los arroyos. Estas constituyen un triple problema: no permiten la limpieza, obstruyen el drenaje y son un peligro para sus habitantes. La inacción en este ítem es alarmante. Ya roza con la desidia.
* Plan de viviendas: mientras continúan los bemoles con el complejo de 19 y 526 (donde las irregularidades afloran), no está proyectada ninguna otra construcción masiva de casas sociales. Al menos, el gobierno debería solucionar el entuerto en ese enclave hoy ardiente.
* Ferroautomotor: fue la obra más anunciada por Alak en la última década. Hoy parece una utopía. Mientras, la Terminal de Omnibus es tan incómoda que no hay lugar ni para el sector de encomiendas. Los vecinos, encima, están hartos de los taponamientos de tránsito y la suciedad que rodea a este sitio. Por ahora, no hay ningún plan al respecto.
* Camino General Belgrano: seguirá como hasta ahora, estrecho. Tampoco hay nada serio al respecto, pese a algún anuncio vacío del ministerio de Infraestructura bonaerense.
* Salas sanitarias: tampoco está proyecta la creación de ningún nuevo edificio destinado a la atención primaria de la salud. Las obras en marcha, algunas por concluir, son de la gestión anterior.
En la mayoría de los barrios periféricos ya se desarrollaron asambleas de vecinos para tratar el denominado Presupuesto Participativo. Así, los mismos habitantes pueden decidir las obras necesarias para sus localidades. Hoy estuvo en tres reuniones diferentes, en Los Hornos, Ringuelet y City Bell. En todas se palpó una denominador común: punteros del oficialismo manejando los debates y las conclusiones de éstos. Al menos en esos lugares, pareció una gran pantomima.
Desilusionado, un vecino graficó: “Es increíble que tengamos que decidir entre un semáforo o el asfalto. Ambos son compromisos del Estado, que debe realizar. Es su responsabilidad, para eso fue elegido”.
En vísperas de su primer semestre al frente del Ejecutivo, Bruera tiene poco para mostrar, casi nada para anunciar y mucho por hacer. Es su obligación.
Alfonso Vicente
vicente@diariohoy.net. (PUNTO CERO-diarioHoy.net).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario