Especialistas médicos alertaron sobre los graves trastornos en el aprendizaje que se producen en los chicos con problemas visuales y auditivos, por lo que recomendaron a los padres la consulta inmediata ante cualquier síntoma que dé cuenta de esas dificultades.
Los expertos sostienen que los niños con problemas de visión y audición que los padres no pueden detectar a simple vista padecen de serios inconvenientes a la hora de aprender; de ahí la importancia de realizar controles que puedan evitar el bajo rendimiento escolar.
La mayoría de los establecimientos educativos de la provincia exigen, al inicio del año lectivo, ambos estudios. Los especialistas sugieren que el primer control visual y auditivo de un niño debe ser antes de los tres meses de vida ya que se calcula que un 12 por ciento de los niños en edad escolar pueden tener problemas en la vista.
Marta Galán, jefa del servicio de oftalmología del hospital provincial Sor María Ludovica de La Plata, sostuvo que “en nuestro servicio, hacemos un seguimiento exhaustivo de cada niño que se acerca a la consulta y si es necesario le recetamos anteojos, sobre todo a quienes manifiestan trastornos en su aprendizaje”.
El Hospital de Niños de La Plata recibe un promedio de 65 niños por día para la consulta, muchos de ellos provenientes del interior de la provincia, derivados por la complejidad de sus cuadros.
Así, los padres deben consultar si el chico mira del televisor desde muy corta distancia, si le molesta la luz, si se frota los ojos con insistencia o si uno de ellos se le desvía.
Un niño con problemas auditivos o visuales suele ser retraído, tímido y es frecuente que le cuesta más relacionarse con sus compañeros.
Los traumatismos son la principal causa de problemas visuales en niños. Los accidentes hogareños, la práctica de algún deporte brusco, la actividad recreativa en la escuela, pero también pinchazos, caídas, quemaduras, o el uso indebido de cohetes o artículos de limpieza caseros, suelen ser causa de lesión ocular.
Los expertos sostienen que los niños con problemas de visión y audición que los padres no pueden detectar a simple vista padecen de serios inconvenientes a la hora de aprender; de ahí la importancia de realizar controles que puedan evitar el bajo rendimiento escolar.
La mayoría de los establecimientos educativos de la provincia exigen, al inicio del año lectivo, ambos estudios. Los especialistas sugieren que el primer control visual y auditivo de un niño debe ser antes de los tres meses de vida ya que se calcula que un 12 por ciento de los niños en edad escolar pueden tener problemas en la vista.
Marta Galán, jefa del servicio de oftalmología del hospital provincial Sor María Ludovica de La Plata, sostuvo que “en nuestro servicio, hacemos un seguimiento exhaustivo de cada niño que se acerca a la consulta y si es necesario le recetamos anteojos, sobre todo a quienes manifiestan trastornos en su aprendizaje”.
El Hospital de Niños de La Plata recibe un promedio de 65 niños por día para la consulta, muchos de ellos provenientes del interior de la provincia, derivados por la complejidad de sus cuadros.
Así, los padres deben consultar si el chico mira del televisor desde muy corta distancia, si le molesta la luz, si se frota los ojos con insistencia o si uno de ellos se le desvía.
Un niño con problemas auditivos o visuales suele ser retraído, tímido y es frecuente que le cuesta más relacionarse con sus compañeros.
Los traumatismos son la principal causa de problemas visuales en niños. Los accidentes hogareños, la práctica de algún deporte brusco, la actividad recreativa en la escuela, pero también pinchazos, caídas, quemaduras, o el uso indebido de cohetes o artículos de limpieza caseros, suelen ser causa de lesión ocular.
LA AUDICIÓN
Se estima que uno de cada mil chicos tiene dificultades para escuchar. La rubéola durante la gestación, una mala oxigenación al nacer, cierto tipo de sufrimiento fetal durante el parto y las secuelas de meningitis o enfermedades neurológicas pueden ser causantes sordera o hipoacusia.
Por ley es obligatorio que al recién nacido se le realice una otoemisión acústica. Este estudio permite detectar la existencia hipoacusia. En caso de que dé positivo se procederá a efectuar otros estudios complementarios para luego definir los posibles tratamientos.
La audición en los niños termina de madurar recién a los 18 meses de nacer. La otoemisión permite tempranamente estimular la vía auditiva y recuperar, en parte, la audición. Si se deja pasar el tiempo las posibilidades disminuyen y hay que utilizar procedimientos alternativos.
José María Castillo, otorrinonaringólogo del hospital “Sor María Ludovica” especificó que “además de realizar el control al nacer debemos consultar al especialista si nuestro hijo no se altera ante estímulos sonoros fuertes, como una puerta que se cierra fuerte o un grito”.
Y agregó que “después de los cuatro meses debe llamar la atención que no se interese por juguetes sonoros o que no experimente una reacción ante la llegada de alguien a la casa”.
El especialista enfatizó que el exceso en el uso de auriculares para escuchar, MP3 más la acústica de los boliches suele producir disminución auditiva en los adolescentes, sobre todo si la exposición se prolonga más de media hora en forma continuada.
En la infancia los problemas auditivos pueden afectar la capacidad para desarrollar el habla y, en consecuencia, ciertas destrezas sociales. Cuanto más pronto sean atendidos más probabilidades habrá de que desarrollen su máximo potencial.
Se estima que uno de cada mil chicos tiene dificultades para escuchar. La rubéola durante la gestación, una mala oxigenación al nacer, cierto tipo de sufrimiento fetal durante el parto y las secuelas de meningitis o enfermedades neurológicas pueden ser causantes sordera o hipoacusia.
Por ley es obligatorio que al recién nacido se le realice una otoemisión acústica. Este estudio permite detectar la existencia hipoacusia. En caso de que dé positivo se procederá a efectuar otros estudios complementarios para luego definir los posibles tratamientos.
La audición en los niños termina de madurar recién a los 18 meses de nacer. La otoemisión permite tempranamente estimular la vía auditiva y recuperar, en parte, la audición. Si se deja pasar el tiempo las posibilidades disminuyen y hay que utilizar procedimientos alternativos.
José María Castillo, otorrinonaringólogo del hospital “Sor María Ludovica” especificó que “además de realizar el control al nacer debemos consultar al especialista si nuestro hijo no se altera ante estímulos sonoros fuertes, como una puerta que se cierra fuerte o un grito”.
Y agregó que “después de los cuatro meses debe llamar la atención que no se interese por juguetes sonoros o que no experimente una reacción ante la llegada de alguien a la casa”.
El especialista enfatizó que el exceso en el uso de auriculares para escuchar, MP3 más la acústica de los boliches suele producir disminución auditiva en los adolescentes, sobre todo si la exposición se prolonga más de media hora en forma continuada.
En la infancia los problemas auditivos pueden afectar la capacidad para desarrollar el habla y, en consecuencia, ciertas destrezas sociales. Cuanto más pronto sean atendidos más probabilidades habrá de que desarrollen su máximo potencial.
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