domingo, mayo 11, 2008

LUJAN. Una semana cargada de versiones y hechos llamativos. El capitán Sergio Fiore se alejó de Luján Primera

LUJAN, Mayo 11, (PUNTO CERO-El Civismo) El miércoles un ex senador discutió fuertemente con el capitán de policía en el interior de la Comisaría.
Horas más tarde del incidente, el titular de Luján Primera decidió dar un paso al costado.
Su alejamiento se produjo 48 horas después de una jornada en la que se mencionó con insistencia la renuncia del “director de Seguridad” del municipio.
Tras protagonizar un episodio que rayó lo grotesco y que no está exento de suspicacias, el capitán Sergio Fiore decidió dar un paso al costado como titular de la Comisaría Luján Primera.
La decisión de alejarse del cargo que ocupaba desde el 27 de enero, la tomó horas después de haber mantenido un fuerte entredicho en el interior de la dependencia policial con el ex senador provincial Horacio Román.
Según varias fuentes que hablaron con EL CIVISMO, el miércoles por la tarde Román se presentó en la seccional con la intención de hablar con el comisario de turno para expresarle sus quejas por la inseguridad. Minutos antes, había sufrido un asalto la agencia de lotería ubicada en San Martín al 200 que tiene contigua a una de las farmacias que posee en esta ciudad.
Testigos que presenciaron el hecho, aseguran que el ex legislador se dirigió con muy malos modos a la oficial que estaba atendiendo la oficina Guardia y, acto siguiente, ingresó en forma intempestiva en el despacho destinado al subjefe donde en ese momento se encontraba el capitán Fiore.
Román le recriminó a la autoridad policial por la falta de seguridad en la zona céntrica. En medio de insultos, acusó a los subalternos del capitán Fiore de estar ocupados en negocios non sanctos vinculados a darle protección a la prostitución como así también al juego clandestino que se desarrolla a escasos 100 metros de la agencia de lotería robada, en lugar de estar velando por la seguridad de la comunidad.
Sin saber quién era su interlocutor de turno, Fiore no toleró la acusación e intentó marcar la cancha. Pero Horacio Román fue más allá al decirle que la intendenta tiene razón cuando afirma que sectores de la Policía están detrás de los hechos delictivos que vienen ocurriendo en Luján.
Estas palabras terminaron por colmar la paciencia del jefe policial quien se paró de su silla de manera nada cortés y encaró a Román sin saber la historia política y los vínculos que tiene un ex senador con el poder, la Policía y sectores de la Justicia.
Ante esta reacción del uniformado, el ex senador retrocedió y en medio de un cruce de epítetos de grueso calibre a viva voz, emprendió la retirada ante el temor de que la acalorada discusión se convirtiera en una escena de pugilato.
Según cuentan los que vieron el incidente, Román hizo un par de pasos hacia atrás, trastabilló y cayó en el hall de la Comisaría. Un vecino que aguardaba en la sala vio todo, afirmaron fuentes policiales. Román acusó a Fiore de haberlo agredido físicamente. Tras la mediación de otro policía que se acercó para calmar los ánimos, invitó al ex senador a que hiciera la denuncia. Horacio Román accedió y dejó asentado el relato de lo ocurrido, según su punto de vista.
Luego de tomar conocimiento de quién era Horacio Román, el capitán Sergio Fiore entendió que no tenía ningún sentido seguir en el cargo. Si la cosa venía mal, se agravó tras las declaraciones de la intendenta Rosso en la reunión que mantuvo con comerciantes. Este incidente fue la gota que colmó el vaso.
Por estas horas, el capitán Carlos Benaghi está al frente de la principal comisaría de Luján y trata de hacer frente a una situación extremadamente delicada tanto por la falta de recursos materiales como humanos. Además, el malestar creciente en el personal policial de bajo rango ya no se oculta al ver con qué facilidad desde el poder político cambian capitanes en poco tiempo. Mientras tanto cuestionan por lo bajo y ponen en duda la eficacia y el poder de mando de dos hombres a los que la intendenta todavía le da crédito de confianza: el todavía “director de Seguridad” y ex comisario inspector Julio Quintela, y el jefe de la Distrital, inspector Hugo Santillán.

FIRME, POR AHORA
El alejamiento por propia decisión del capitán Sergio Fiore se produce 48 horas después de una jornada donde abundaron los rumores acerca de la renuncia de Quintela.
El martes, los comentarios escuchados en círculos policiales como en el ámbito político indicaban que la intendenta Graciela Rosso le había pedido la renuncia al ex candidato a intendente por el PAUFE en General Rodríguez y amigo personal del hoy preso Luis Patti, debido a que no habría colmado las expectativas depositadas por la jefa comunal para que haga de nexo entre la gente, el gobierno y la Policía.
Otras versiones -que partieron hasta de funcionarios del propio gobierno- señalaban que había sido Quintela quien habría puesto a disposición de Rosso su renuncia, pero estimaban que la intendenta no se la iba a aceptar, tal vez para no profundizar la crisis de inseguridad que atraviesa el distrito por estos días.
El rumor fue tan fuerte por algunas horas que hasta el propio Santillán dicen que lamentó la partida –fallida- de Quintela. Salvo el jefe de la Distrital, el resto de los policías por esas mismas horas respiraban aliviados.
Sin embargo, quien suspiró finalmente fue Santillán, y quienes siguieron masticando bronca la mayoría de sus subalternos, al conocerse que Quintela sigue en su puesto, al menos hasta este viernes, según pudo constatar EL CIVISMO.
En medio de todo, desde el Departamento Ejecutivo empezaron a sondear la posibilidad de que regrese a prestar servicio en esta ciudad el inspector Luis Correale. Para que esto se concrete deberían darse una serie de condiciones como, por ejemplo, la salida de Quintela.

Dos nombres en un libro
El periodista Ricardo Ragendorfer conoce y describió en sus libros como pocos la historia y las internas de la Policía Bonaerense.
Casualidades (o no), en “La secta del gatillo. Historia sucia de la Policía Bonaerense”, dentro de un mismo capítulo y con sólo tres páginas de diferencia menciona tanto a Julio Quintela como a Horacio Román.
Acerca del hombre que presentó el curriculum y la intendenta Rosso le dio toda la confianza para que se encargue del área de Prevención a la Comunidad, Ragendorfer escribió los siguientes párrafos que, posiblemente, el ex comisario no anexó entre sus pergaminos:
“El crimen del chico de El Jagüel sacó a la luz una hipótesis que sólo se mencionaba en voz baja y con un hilo de temor: el posible funcionamiento de un escuadrón de la muerte en Esteban Echeverría y Ezeiza, conectado tanto con algunos comerciantes como con dignatarios locales del poder político. Casi por decantación fue tomando estado público que en los últimos dos años habría otros cuatro adolescentes –algunos, con prontuario- desaparecidos o acribillados por balas policiales. Todo bajo la figura omnipresente del sargento Giménez.
“Ariel Chávez, de 19 años, también desapareció en esa zona desde la noche del 11 de noviembre de 2000. Previamente fue golpeado, esposado y subido a un móvil de la comisaría 1ª de Ezeiza, donde ya había estado detenido.
“La desaparición de Ariel había tenido ribetes inusuales. Horas después de aquel secuestro, un amigo del intendente Alejandro Granados, el director técnico del Club Tristan Suárez, Rodolfo Garayar, se presentó en la comisaría 1ª para denunciar que minutos antes Chávez lo había asaltado. “Testigo de aquel hecho fue el subinspector Diego Cristian Pavón, quien curiosamente está sindicado como uno de los policías que levantaron al chico.
“Un amigo de Ariel presenció ese episodio a la distancia, y también responsabilizó a los suboficiales Eduardo Bogado, Juan de Dios Pozze, de la comisaría 1ª y al inefable sargento Giménez, que por entonces prestaba servicios en la 5ª de Ezeiza. Según doña Zulema Cabral, la madre del chico, todos ellos ‘seguían directivas de los comisarios Carlos Dombrosqui y Julio Quintela (jefe del Comando de Patrullas de Ezeiza), quienes organizaban este tipo de acciones’.
“El mismo elenco policial, con Giménez a la cabeza, también sería responsable de la desaparición de Alcides Fernández, de 15 años. Alcides fue visto por última vez el 3 de enero de 2002, mientras recogía cartones. Ya había estado detenido en la 1ª, y posteriormente su madre, María López, denunció que el chico fue amenazado por personal de calle de esa seccional. “Sus vecinos deslizaron que ‘comerciantes de la zona pagaban para que la Policía limpie el barrio de chorritos’. La abuela del menor, Natividad Molina, de 81 años, también apuntó sobre el intendente Granados, quien habría mandado a golpear al padre de Alcides, Luis Molina, porque ‘prefería trabajar de albañil y no hacerle trabajos políticos’.
“El vínculo entre Granados y esos efectivos de La Bonaerense se hizo explícito hace unos meses, cuando el intendente designó como director de seguridad municipal al comisario Quintela. Según sus propias palabras lo hizo ‘con el propósito de fortalecer los lazos profesionales con la policía’. Giménez sería uno de los uniformados predilectos de Granados, ya que en 1999 éste lo declaró ‘El mejor policía del municipio’.
“En la comisaría 1ª de Ezeiza, tanto su cuestionada cúpula como la patota de calle no tardaron en ser transferida a otros destinos”.
Con este antecedente, no resulta extraño que los policías de bajo rango califiquen a Quintela como un ex integrante de la “Maldita Policía” o que algunos funcionarios de Rosso digan que la intendenta no se dá cuenta que “compró un lobo con piel de cordero”.

EL EX SENADOR
Sobre el ex senador Horacio Román, el mismo libro dice que es “un personaje que regenteaba una cadena de farmacias y jamás se le pudo probar que vendiese medicamentos robados. Desde hace más de una década es una suerte de operador permanente entre La Bonaerense y el poder político de turno.
“El senador, un amigo íntimo y socio de comisarios emblemáticos como Mario ‘Chorizo’ Rodríguez y Domingo ‘Pinocho’ Lugos, supo moldear desde las sombras el ansia y los deseos policiales más duros. Negoció el reemplazo de Arslanián por Osvaldo Lorenzo, un sacapreso suburbano, al que también había impulsado como juez en Morón”.
En 2004, Página 12 publicó que Román estaba siendo investigado por enriquecimiento ilícito. El acaudalado ex senador provincial por el PJ que este miércoles ingresó de forma iracunda por un robo menor en uno de sus tantos comercios, presidió la Comisión de Seguridad por más de una década. “Su poder en la policía es determinante”, escribió el periodista Felipe Yapur.
“Fue denunciado en la Oficina Anticorrupción (OA) por presunto enriquecimiento ilícito de manejar desde su estratégica comisión nombramientos y traslados policiales y de controlar jueces y fiscales del fuero local. (...) Si la existencia de los bienes queda comprobada a su valor real, Román se convertirá en un caso extraordinario de movilidad social ascendente: antes de llegar a ser dirigente del gremio mecánico y a la política en un lugar de protagonismo, Román era obrero de Deutz, donde limpiaba baños.“Según los informes de Rentas de la provincia de Buenos Aires, a los que Página/12 tuvo acceso, Amalia Iglesias es la que figura como titular de nueve de esas propiedades.
Román sólo aparece como propietario en una sola. Cuatro están ubicadas en Luján, otras cuatro en Morón y dos en Hurlingham. Iglesias figura además como dueña de una propiedad ubicada en Luján donde funciona la farmacia San Martín juntamente con la agencia de juegos Las Pibas”. (PUNTO CERO-El Civismo).

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