(La Política OnLine). Es que con la nueva composición legislativa le costará más alcanzar mayorías dado el corte opositor de Proyecto Sur, la Coalición Cívica, el ibarrismo y los independientes. Las negociaciones incipientes, quiénes son los actores del PRO que tallan y los límites a una alianza esporádica para determinadas normas que podría ser decisiva para Macri en la Legislatura.
La nueva conformación de la Legislatura porteña podría traerle un dolor de cabeza a Mauricio Macri. Es que, a diferencia de la composición parlamentaria anterior, éste tiene un corte más opositor y esto podría dificultar la aprobación de leyes que necesite el Ejecutivo.
En este contexto de las 60 bancas legislativas, 26 pertenecen al oficialismo, sin embargo para conseguir el quórum, al igual que para aprobar normas de trascendencia, se necesitan 31 voluntades.
Por ello, en el bloque del PRO buscan aliados circunstanciales para que en determinadas oportunidades no se complique la votación. A priori los bloques más cercanos al macrismo son los peronistas (con cuatro legisladores) y el monobloque Encuentro Progresista del ex funcionario ibarrista y luego telermanista, Raúl Fernández.
Si bien con ellos se juntarían 31 votos, históricamente nadie de la oposición en la Legislatura quiere ser el voto decisivo y por ello este número es demasiado ajustado como para que el PRO se sienta tranquilo.
Por ello en el período 2008/9, bajo la tutela de Diego Santilli como vicepresidente, se armaban mayorías de entre 33 y 38 voluntades. En ese mismo sentido, ahora bajo la conducción de Oscar Moscariello y el peronista Cristian Ritondo, la fórmula pasaría por la UCR oficial que, gracias al Acuerdo Cívico, colocó dos legisladores: Rubén Campos (“Campitos”, vinculado al Coti Nosiglia) y Claudio Presman (de Jesús Rodríguez).
Los dos diputados serán piezas clave y ya dieron muestras de “acuerdismo”: ni bien resultaron electos fueron rápidamente, por su lado, a negociar con el PRO. De hecho, se independizaron de la Coalición rápidamente y conformaron su bancada. Con ellos el oficialismo se garantizaría 33 votos y, además, le permitiría rescatar alguno más de la Coalición Cívica.
Es que la CC está virtualmente partida, no tienen una fluida relación con los radicales y entre sus integrantes el clima no es el mejor, a pesar de que Elisa Carrió dispuso que Fernando Sánchez sea el conductor del bloque.
A pesar de ello, orgánicamente la UCR no se pronunció sobre un rompimiento definitivo del Acuerdo Cívico y Social en la Legislatura (sumando al único socialista, Julián D´Ángelo).
Uno de los nexos entre los radicales “oficiales” y el PRO está dada por la muy buena relación entre Martín Ocampo (UCR macrista) y Presman. Suelen ir a comer juntos y hablan a menudo. Los une un pasado partidario común y una mirada similar en muchos temas.
“No habrá un alineamiento automático con el macrismo pero van a votar muchas leyes con ellos”, describe a LPO un diputado de la CC.
El único límite que tendrán tanto Presman como “Campitos” será una decisión orgánica del Comité Radical que no les permita acompañar al PRO. Mientras tanto, Campos se aseguró la comisión de Asuntos Interjurisdiccionales.
La nueva conformación de la Legislatura porteña podría traerle un dolor de cabeza a Mauricio Macri. Es que, a diferencia de la composición parlamentaria anterior, éste tiene un corte más opositor y esto podría dificultar la aprobación de leyes que necesite el Ejecutivo.
En este contexto de las 60 bancas legislativas, 26 pertenecen al oficialismo, sin embargo para conseguir el quórum, al igual que para aprobar normas de trascendencia, se necesitan 31 voluntades.
Por ello, en el bloque del PRO buscan aliados circunstanciales para que en determinadas oportunidades no se complique la votación. A priori los bloques más cercanos al macrismo son los peronistas (con cuatro legisladores) y el monobloque Encuentro Progresista del ex funcionario ibarrista y luego telermanista, Raúl Fernández.
Si bien con ellos se juntarían 31 votos, históricamente nadie de la oposición en la Legislatura quiere ser el voto decisivo y por ello este número es demasiado ajustado como para que el PRO se sienta tranquilo.
Por ello en el período 2008/9, bajo la tutela de Diego Santilli como vicepresidente, se armaban mayorías de entre 33 y 38 voluntades. En ese mismo sentido, ahora bajo la conducción de Oscar Moscariello y el peronista Cristian Ritondo, la fórmula pasaría por la UCR oficial que, gracias al Acuerdo Cívico, colocó dos legisladores: Rubén Campos (“Campitos”, vinculado al Coti Nosiglia) y Claudio Presman (de Jesús Rodríguez).
Los dos diputados serán piezas clave y ya dieron muestras de “acuerdismo”: ni bien resultaron electos fueron rápidamente, por su lado, a negociar con el PRO. De hecho, se independizaron de la Coalición rápidamente y conformaron su bancada. Con ellos el oficialismo se garantizaría 33 votos y, además, le permitiría rescatar alguno más de la Coalición Cívica.
Es que la CC está virtualmente partida, no tienen una fluida relación con los radicales y entre sus integrantes el clima no es el mejor, a pesar de que Elisa Carrió dispuso que Fernando Sánchez sea el conductor del bloque.
A pesar de ello, orgánicamente la UCR no se pronunció sobre un rompimiento definitivo del Acuerdo Cívico y Social en la Legislatura (sumando al único socialista, Julián D´Ángelo).
Uno de los nexos entre los radicales “oficiales” y el PRO está dada por la muy buena relación entre Martín Ocampo (UCR macrista) y Presman. Suelen ir a comer juntos y hablan a menudo. Los une un pasado partidario común y una mirada similar en muchos temas.
“No habrá un alineamiento automático con el macrismo pero van a votar muchas leyes con ellos”, describe a LPO un diputado de la CC.
El único límite que tendrán tanto Presman como “Campitos” será una decisión orgánica del Comité Radical que no les permita acompañar al PRO. Mientras tanto, Campos se aseguró la comisión de Asuntos Interjurisdiccionales.
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