En las puertas del predio ferial de Palermo se ubica una de las pistas skaters más preciadas del país. El jefe de Gobierno y el titular de la Sociedad rural quieren desalojarlos. La historia de una guerrilla urbana que tensa la piel de la Ciudad a metros de la Embajada de Estados Unidos.
Abre "la ganadera" de Palermo. En la foto aparecen Macri y Biolcati. Pareciera que la fiesta del campo en la ciudad es un éxito. Sin embargo, hay un tema que preocupa por igual a estos hombres. Y no tiene que ver con la ausencia del Gobierno Nacional en la muestra. Están preocupados por los cientos de personas que practican skate, bmx y rollers, a unos metros donde ellos posan sonriendo.
Aunque pueda parecer un chiste, estos deportistas podrían ocasionar un incidente diplomático con EE.UU. Ahora Macri intenta derribar la pista pública ubicada sobre Sarmiento, a mitad de camino entre Plaza Italia y la Av. Libertador, frente al zoológico porteño. Un grupo de unos 250 deportistas resiste bajo el lema "el mini no se rompe". La historia es así.
Texas Instruments
El skate surgió como una práctica irreverente, una transgreción del espacio que desde sus inicios alarmó a los espíritus más tradicionales. Desde la misma explosión de la actividad en California en los sesentas, cuando el skate significó la posibilidad de poder "surfear" olas de cemento. El skate trajo también una nueva forma de relacionarse con el paisaje urbano, una forma de deslizamiento adictiva. Las autoridades prohibían la práctica, los skaters reclamaban la construcción de parques públicos. Los acusaban de drogadictos y punks, los skaters patinaban en edificios de la policía. Se trata de polos opuestos.
Aunque pueda parecer un chiste, estos deportistas podrían ocasionar un incidente diplomático con EE.UU. Ahora Macri intenta derribar la pista pública ubicada sobre Sarmiento, a mitad de camino entre Plaza Italia y la Av. Libertador, frente al zoológico porteño. Un grupo de unos 250 deportistas resiste bajo el lema "el mini no se rompe". La historia es así.
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El skate surgió como una práctica irreverente, una transgreción del espacio que desde sus inicios alarmó a los espíritus más tradicionales. Desde la misma explosión de la actividad en California en los sesentas, cuando el skate significó la posibilidad de poder "surfear" olas de cemento. El skate trajo también una nueva forma de relacionarse con el paisaje urbano, una forma de deslizamiento adictiva. Las autoridades prohibían la práctica, los skaters reclamaban la construcción de parques públicos. Los acusaban de drogadictos y punks, los skaters patinaban en edificios de la policía. Se trata de polos opuestos.
Muchos años pasaron hasta que miles de municipios de distintos países del mundo comprendieron los beneficios del skate. Y se dio un cambio de paradigma. En vez de combatirlo, le dieron un lugar central en las políticas de estado. Por si fuera poco, la implementación del modelo es sencilla: se construye una pista o parque público y el éxito es inmediato. Los parques se llenan de chicas y chicos. Los adolescentes se alejan de las computadoras, sociabilizan al aire libre, ejercitan cuerpo y mente. Hoy, hasta algunos veteranos se animaron a probar y quedaron enganchados.
El skate es como un arte marcial. Requiere disciplina y horas y horas de práctica. Es social porque los skaters se reúnen en lugares (llamados spots) a practicar. Al mismo tiempo es individual porque obviamente anda una persona por tabla. Nunca hay peleas, ni competencia. Todos comparten todo, unos aprenden de otros. En BMX y rollers pasa lo mismo.
Las teorías
Hace aproximadamente un mes, una cuadrilla de operarios del Gobierno de la Ciudad demolió una "lanzadera" de la pista de Palermo. Esto encendió la alarma entre los deportistas, quienes se agruparon en facebook y se organizaron para que la demolición no pudiera llevarse a cabo. Es que si hay personas subidas a la rampa, los operarios tienen instrucciones de no avanzar con la demolición. De ahí en más, los deportistas se organizaron en guardias para intentar no dejar la pista sola. El frío ahí a las 6 de la mañana es impresionante. Los pibes aguantan porque ese ya se transformó en un lugar de pertenencia. Algo así como el amor al terruño que sienten los ruralistas.
Como no hay versiones oficiales, en la pista circulan distintas teorías:
1) los grafitis sobre las paredes de la rural molestaron a sus propietarios. Los coloridos murales habrían ofuscado a los socios de la rural, acostumbrados a imágenes más homogéneas, como el verde de los campos de soja. Es probable que no haya ningún Basquiat (1960-1988) entre estas obras pero derribar una pista pública exitosa por este motivo resulta llamativa. Además, en general, no son los deportistas los que grafitean. Son artistas callejeros que quieren público para sus obras.
2) la Embajada de EE.UU. nunca se bancó tener una pista de skate a la vuelta y siempre presionó para que la demolieran. No se entiende por qué el país que popularizó la actividad por todo el mundo no quiera tener cerca a algunos exponentes locales.
3) La pista está mal hecha y se dice que GCBA dijo que la va a tirar para hacer otra nueva. La lógica de los deportistas es que no la tiren y en todo caso, hagan la nueva al lado. La idea es sumar espacios de práctica.
4)" Es un juntadero de reventados". Hay que reconocer que a veces aparecen botellas de cerveza rotas y que cada tanto se olfatea cannabis. Pero en pleno siglo XXI, esto no parece una amenaza para nadie. ¡A la pista concurren familias y nunca hay problemas! Además, el lugar común de asociar la práctica del sakte con el consumo de sustancias prohibídas por el derecho penal, no se sostienen. En skate las desconcentraciones se pagan con un golpe. Es obvio que nadie quiere golpearse en el cemento.
¿Qué está pasando?
Lo cierto es que nadie del Gobierno explica que está pasando y ya derribó una de las "lanzaderas". No se comprende cuál es la lógica sustentable de construir una pista y derribarla dos años más tarde. Ahora el GCBA intenta derribar una de las tres pistas públicas que construyó (por las suyas) junto a las de Parque Centenario (Cente) y la de Barracas. Estas tres pistas coinciden en que tienen serios errores de diseño y fueron mal construidas...De todas formas, y a pesar de los defectos, triunfaron igual que en los miles de municipios del resto del mundo. Se llenaron de gente que practica y también de otra que disfruta observando el espectáculo (gratuito).
Una de las gracias de la actividad es adaptarse a los diferentes obstáculos que propone el terreno.
Por suerte, las siguientes pistas públicas de Mataderos y Belgrano (con auspicio de Converse) contaron con el asesoramiento y la participación activa de la Asociación Argentina de Skate (AASK). Estas pistas sí son un lujo.
Entonces en la ciudad de Buenos Aires hay sólo 5 pistas públicas de entrada gratuita. Tres mal hechas, dos bien. Hay sólo una privada (Backside en Flores) y otra semipública en el KDT, en donde se paga una entrada de $2. Hay que agregar las de provincia, como el bowl de San Martín y la pista de Tecnópolis (en ambas participó la AASK). En Bernal otra genial es el EhPark, una pista privada de madera.
Pluralidad
Lo que más diferencia a la pista de Palermo es la pluralidad. Por su diseño, allí conviven en armonia skaters, bikers y patinadores de rollers. Además es una de las pocas rampas (half pipes) del país en la que pueden andar los bikers. Es que ellos no tienen el poder de asociación de lo skaters y no consiguen la construcción de pistas exclusivas. En las otras pistas, la convivencia no es sencilla por los choques y los skaters no dejan andar bicis.
Este cronista escribió a Ambiente y Espacio Público pidiendo que no derribaran la pista de Palermo. El formulario de la página web del área a cargo de Santilli prometió una pronta respuesta. La respuesta nunca llegó.
Hace unos días, aparecieron en la pista de Palermo policías con perros "buscando droga". Ojalá que haya sido una casualidad y que no tenga nada que ver con el reclamo de los deportistas. Ojalá que el Gobierno recapacite y no derribe lo que ya construyó. Ojalá que no triunfe la paranoia. "El mini no se rompe", apareció pintado en las paredes. El mini no se rompe. (La Política OnLine).
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