BUENOS AIRES, Abril 24, (PUNTO CERO-Asteriscos Tv) Buena parte del cine llegado de Hollywood está obsesionado con la mentira, con el engaño, con la ocultación de información... En fin, con la duplicidad. Con aquello que parece ser una cosa y termina siendo otra. "Red de mentiras", de Ridley Scott, es un ejemplo cercano. "Los infiltrados", de Martin Scorsese, también apuntaba para ese lado. Toda la saga de Jason Bourne es otro referente claro.Lo cual nos lleva a Tony Gilroy, el hombre detrás de los guiones de los episodios de Bourne, quien luego se haría conocido como director con la correcta "Michael Clayton". Para presentarlo en sociedad, podríamos decir que Gilroy es un paranóico, en el sentido no clínico de la palabra. Un sujeto que vive pensando en los modos en que las personas pueden mentir y traicionar, empujados esencialmente por su codicia.Ahora, ya asentado en el panorama del cine industrial de los Estados Unidos, Gilroy nos ofrece "Duplicidad". Y ratifica lo que uno ya pensaba de él. Es decir: es un director, pero esencialmente un guionista con un efectismo y una eficacia a prueba de balas. Aunque quizás, siendo quisquillosos, podríamos decir que Gilroy se ha enamorado excesivamente de su ágil capacidad para manipular las ideas hasta límites algo cansadores.Mezcla de comedia romántica, filme de suspenso y rompecabezas, "Duplicidad" cuenta la historia de dos ex espías: uno salido del riñón británico del MI6 (Clive Owen) y una creada por la ingeniería de la CIA (Julia Roberts). Un día se conocen, se engañan y encienden una chispa que está a medio camino entre la atracción, la competencia profesional y la traición.Pero la relación prospera de algún modo misterioso y, de maneras que irán siendo reveladas a lo largo del argumento, los encontramos años más tarde, ya retirados de sus empleos oficiales y trabajando relativamente juntos en el "sector privado", en el espionaje industrial. Él fue contratado por una gran compañía de cosméticos. Ella fue reclutada por la competencia, pero rápidamente sabremos que se trata de un "topo", de una "doble agente".En medio de asunto, hay un secreto importante, una fórmula magnífica que una de las corporaciones planea sacar al mercado, para apoderarse definitivamente del liderazgo en el sector. De qué se trata, cómo obtener esa fórmula y cómo transformar ese hallazgo en algo rentable es una de las tantas tramas que plantea la película.Aunque quizás no sea la más interesante. Si hay algo que "Duplicidad" puede ofrecerle al espectador es a Julia Roberts y a Clive Owen interpretando a dos ex espías que no pueden confiar uno en el otro, que deben trabajar juntos, que se prueban constantemente y que, a fin de cuentas, parecen estar enamorados.De este modo, el engaño y la ocultación impregnan todos los niveles de "Duplicidad". Se mienten las empresas entre sí, se mienten los espías industriales, se mienten los amantes, se mienten los compañeros de trabajo. Hasta el punto en que cada diálogo del filme se ha tornado tan inestable que nadie sabe qué es verdad y qué es mentira.El asunto funciona durante gran parte de la película, sustentado fundamentalmente en Owen, Roberts y dos grandes actores secundarios como Tom Wilkinson y Paul Giamatti. Pero este juego entre lo veraz y lo falso termina siendo agotador. No porque sea confuso, sino porque la red de mentiras lanzada desde la pantalla termina envolviendo al espectador.En un momento, no sólo los personajes se mienten entre ellos, sino que es directamente la película la que le miente al espectador. Y, curiosamente, la sensación que a uno le queda no es de indignación, ni de sorpresa, ni de decepción. Más bien es un leve tedio y la sospecha de que "Duplicidad" podría haber sido una mejor película si no hubiese intentado parecer tan inteligente.(PUNTO CERO-Asteriscos Tv).
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