(Blanco sobre negro). El gobierno quilmeño esta preocupado. Apremiado por el enorme déficit fiscal, envió al Concejo Deliberante un proyecto para aumentar nuevamente las tasas municipales entre un 25 y un 40 por ciento.
Pero aquello que imaginó como un simple trámite, se le complica cada día más y todavía no tiene certeza sobre el destino que correrá el expediente.
La rápida respuesta de vecinos y dirigentes opositores cambió de cuajo el mapa político del ofi cialismo.
Pero aquello que imaginó como un simple trámite, se le complica cada día más y todavía no tiene certeza sobre el destino que correrá el expediente.
La rápida respuesta de vecinos y dirigentes opositores cambió de cuajo el mapa político del ofi cialismo.
Concejales como Carlos Posch y Salvador Caputto, que el oficialismo contaba como a su favor, tuvieron que salir rápidamente a aclarar que se opondrían al “impuestazo” cuando desde los comandos de Francisco De Narváez y Felipe Solá les avisaron que se expondrían a graves sanciones en el caso de levantar la mano.
Es que varios mail llegaron a los triunfadores de las elecciones de junio avisando lo que estaba pasando en Quilmes. Es más, a Posch le prohibieron que siguiera concurriendo a las reuniones gastronómicas que Gutiérrez organiza en la sede de la UOM con “sus concejales”.
Otro que recibió el “tirón de orejas” desde su partido fue el concejal Daniel Turquí del PRO; y si bien no hizo público todavía su voto, sus compañeros afirman que su voto será negativo.
Con el peronismo disidente y la Coalición Cívica definidamente en contra, a Gutiérrez le queda únicamente el “kirchnerismo” en sus tres variantes; pero tampoco allí encuentra el consenso necesario.
Los cuatro concejales que responden a Daniel Gurzi están más inclinados a votar en contra que a favor. Uno de ellos, Oscar Antón, ni siquiera fue a la cena convocada por Gutiérrez, y el otro, Gustavo Filaretti, mantuvo un prudente silencio que hizo enfurecer al jefe comunal que allí comenzó a sentir que su sueño de seguir manteniendo el festival de contratos políticos, comenzaba a desvanecerse. Este martes Ricardo “Oli” Arguello hizo saber que tanto él como su compañero de bloque, Jorge Molina, estaban en contra el aumento de tasas Para colmo, y luego de la trascendencia que tomó la información y la queja popular, hasta el camañismo condicionó el voto de la siempre cambiante Cora Otamendi a un acuerdo político de todos los sectores kirchneristas.
Aunque muchos tomaron esta propuesta como un apriete a Gurzi, en el bloque que responde al jefe de gabinete Aníbal Fernández, no hay mucha voluntad de levantar la mano.
El temor a los escarches ciudadanos, adelantados en las cadenas de mail y por entidades sociales, mermó la voluntad de algunos ediles que creen que será difícil transitar las calles de la ciudad, sus bares y sus instituciones después de levantar la mano por un nuevo aumento.
Fernando Rizzi ya sabe que sus amigos del Círculo Universitario no ven con buenos ojos al gobierno de Gutiérrez y esta más que temeroso de los reproches que pueda recibir en la institución que presidiera. En el caso de Diego Tarzian hasta su familia lo condiciona. Propietarios
de un reconocido laboratorio que lleva su apellido, el concejal “anibalista” duda de la conveniencia
de enfrentar su entorno familiar y social para favorecer a un gobierno del que suele hablar pestes en privado.
Con éste panorama hoy por hoy Gutiérrez cuenta tan solo con los votos de sus dos concejales. José Migliaccio y Luján Debroca, más el del “siempre listo” Eduardo Miranda, a quien le han prometido un cargo de funcionario cuando deje su banca el próximo 10 de diciembre.
Por las dudas el gobierno comenzó a realizar el ajuste. Ya se enviaron unos 300 telegramas de baja y se espera unos 300 más. Desde la secretaría de Hacienda ya han recomendado no renovar el contrato de otros 400 empleados políticos cuando fi nalicen a fin de año.
De esta forma serían unos 1.000 contratados los que dejarían de percibir el salario que Gutiérrez
les otorgó para reforzar su estructura política. A muchos se les promete desde ahora integrarlos a las cooperativas pero para ese menester se necesita que el gobierno nacional envíe a Quilmes una mayor cantidad de planes de este tipo, algo que esta condicionado a los vaivenes presupuestario, poco favorables por el momento.
Es que varios mail llegaron a los triunfadores de las elecciones de junio avisando lo que estaba pasando en Quilmes. Es más, a Posch le prohibieron que siguiera concurriendo a las reuniones gastronómicas que Gutiérrez organiza en la sede de la UOM con “sus concejales”.
Otro que recibió el “tirón de orejas” desde su partido fue el concejal Daniel Turquí del PRO; y si bien no hizo público todavía su voto, sus compañeros afirman que su voto será negativo.
Con el peronismo disidente y la Coalición Cívica definidamente en contra, a Gutiérrez le queda únicamente el “kirchnerismo” en sus tres variantes; pero tampoco allí encuentra el consenso necesario.
Los cuatro concejales que responden a Daniel Gurzi están más inclinados a votar en contra que a favor. Uno de ellos, Oscar Antón, ni siquiera fue a la cena convocada por Gutiérrez, y el otro, Gustavo Filaretti, mantuvo un prudente silencio que hizo enfurecer al jefe comunal que allí comenzó a sentir que su sueño de seguir manteniendo el festival de contratos políticos, comenzaba a desvanecerse. Este martes Ricardo “Oli” Arguello hizo saber que tanto él como su compañero de bloque, Jorge Molina, estaban en contra el aumento de tasas Para colmo, y luego de la trascendencia que tomó la información y la queja popular, hasta el camañismo condicionó el voto de la siempre cambiante Cora Otamendi a un acuerdo político de todos los sectores kirchneristas.
Aunque muchos tomaron esta propuesta como un apriete a Gurzi, en el bloque que responde al jefe de gabinete Aníbal Fernández, no hay mucha voluntad de levantar la mano.
El temor a los escarches ciudadanos, adelantados en las cadenas de mail y por entidades sociales, mermó la voluntad de algunos ediles que creen que será difícil transitar las calles de la ciudad, sus bares y sus instituciones después de levantar la mano por un nuevo aumento.
Fernando Rizzi ya sabe que sus amigos del Círculo Universitario no ven con buenos ojos al gobierno de Gutiérrez y esta más que temeroso de los reproches que pueda recibir en la institución que presidiera. En el caso de Diego Tarzian hasta su familia lo condiciona. Propietarios
de un reconocido laboratorio que lleva su apellido, el concejal “anibalista” duda de la conveniencia
de enfrentar su entorno familiar y social para favorecer a un gobierno del que suele hablar pestes en privado.
Con éste panorama hoy por hoy Gutiérrez cuenta tan solo con los votos de sus dos concejales. José Migliaccio y Luján Debroca, más el del “siempre listo” Eduardo Miranda, a quien le han prometido un cargo de funcionario cuando deje su banca el próximo 10 de diciembre.
Por las dudas el gobierno comenzó a realizar el ajuste. Ya se enviaron unos 300 telegramas de baja y se espera unos 300 más. Desde la secretaría de Hacienda ya han recomendado no renovar el contrato de otros 400 empleados políticos cuando fi nalicen a fin de año.
De esta forma serían unos 1.000 contratados los que dejarían de percibir el salario que Gutiérrez
les otorgó para reforzar su estructura política. A muchos se les promete desde ahora integrarlos a las cooperativas pero para ese menester se necesita que el gobierno nacional envíe a Quilmes una mayor cantidad de planes de este tipo, algo que esta condicionado a los vaivenes presupuestario, poco favorables por el momento.
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