(La Política OnLine). El jefe de gobierno dijo que espera "volver a construir algo" con Solá y De Narváez. Además, expresó su deseo de contar con Michetti como la candidata en ciudad para 2011 pero dejó un espacio abierto. "Todavía falta un año; todo es posible", concluyó dejándole una esperanza a Rodríguez Larreta.
En una entrevista con el sitio del diario La Nación, en la serie de reportajes de cara al Bicentenario, Mauricio Macri da indicios de las directrices que tomará en caso de ser elegido presidente. "Tenemos que volver a sentir que tenemos un Estado que facilita las cosas y no que las obstruye como pasa ahora", dice, al tiempo que habla del kirchnerismo como "un ciclo terminado".
Durante casi una hora, en la intimidad de su despacho, el líder de Pro habla de todo. Reconoce que su gran obsesión es mostrarse en las antípodas del matrimonio presidencial, a quienes acusa de "hacer desaparecer a las instituciones" y admite que la política lo cansa, enoja y entusiasma "varias veces por día".
- Nos acercamos al Bicentenario, ¿qué le dice esa palabra?
- El Bicentenario me invita a pensar que debería ser un momento emblemático para la Argentina, que nos debería obligar a una reflexión más profunda. En la realidad, hasta ahora suena como cliché comercial. Lo tomo seriamente, como un momento de reencuentro. Creo que la historia va para ese lado y coincidirá con una nueva conducción en el país en 2011, que será claramente distinta a la de ahora. Una dirigencia que buscará poner a la Argentina de nuevo en el mundo, que va a aceptar nuevos desafíos. Estoy muy optimista de que será un tiempo recordado como un momento de renacimiento.
- Lo plantea como un momento de quiebre...
- Absolutamente. Hay muchas cosas que muestran que hay una Argentina que está lista para el punto de inflexión.
- ¿Cómo llegamos a ese momento?
- Lo veo recorriendo el final de un período de muchos desencuentros. Pero insisto, hemos pagado tanto costo por esta forma de vincularnos y esta búsqueda permanente del atajo, el premio permanente a la viveza criolla, que en vez de un atributo adicional, pasó a ser el atributo central y autodestructivo de nuestra sociedad. Hemos llegado a darnos cuenta de que no somos tan vivos como creíamos y tenemos que apostar a un sistema en conjunto. No hay nada más solidario en una sociedad que respetar la ley, que es respetar al otro. Acá hemos caído en el colmo de cantidad de leyes sumamente complejas, casi de cumplimiento imposible y de aplicación relativa. Tenemos que ir a menos leyes, absolutamente flexible, pero de cumplimiento absoluto, rígido.
- ¿La sociedad está preparada para eso?
- Lo estamos entendiendo. Lo ves en cosas sorprendentes: desde Pro propusimos y conseguimos una ley para que se prohíba fumar en lugares públicos y ahí no hubo control absoluto. Hubo control ciudadano. Propusimos cuando llegamos al gobierno que no había que conducir alcoholizado. Pusimos los controles y un año y pico después sólo la mitad maneja alcoholizado. Además, bajamos el índice de muertes fatales a menos de la mitad. Hay una respuesta y una saturación de este libertinaje abusivo, este relativismo en el que todo da lo mismo. Hay una Argentina que está lista para dar una vuelta de página.
- Con este panorama, ¿cómo están las instituciones?
- Me estás cargando [ríe]. Tenemos que arrancar casi de cero. Si teníamos pocas instituciones, el kirchnerismo las terminó de hacer desaparecer. Pero a veces es más fácil reconstruir de cero que a mitad de camino. Hay que emprender un camino de trabajo serio y terminar de explicarle hasta al último de los argentinos que la institucionalidad no es un capricho de la intelectualidad. Institucionalidad significa previsibilidad. Y si sos previsible, la gente confía más. Y si confía más, invierte más. Y si invierte más, hay mejor trabajo para todos. Ese proceso es el que hay que reeducar a la sociedad. Lo contrario al atajo.
- ¿Cree que todavía persiste el "sálvese quien pueda"?
- Ha sido fatal para la Argentina. Siempre comparo con Brasil. Frente a las crisis financieras, los brasileños jamás tuvieron corridas bancarias ni cambiarias. El argentino, ante el mínimo ruido compra dólares. Ese concepto es autodestructivo y lo tenemos que cambiar. Por eso es muy importante el Mercosur, porque Brasil nos da el componente de unidad y nacionalismo que nos ha faltado siempre.
- ¿Es posible en la Argentina que las distintas fuerzas acuerden políticas de Estado de largo alcance?
- Esta fantasía nos viene persiguiendo en la Argentina desde que recuperamos la democracia. Si alguna vez estuvimos cerca de algo parecido es hoy. ¿Por qué? Porque no hay mal que por bien no venga. La violencia, la confrontación sistemática, el avasallamiento institucional y personal que ha hecho el kirchnersimo logró que la oposición tenga un diálogo que nunca antes tuvo. Siento que si nos toca gobernar tenemos puentes de diálogo con varios sectores de la oposición que van a hacer las cosas mucho más razonables que lo que fueron en el pasado.
- Con casi una década dentro de la política, ¿alguna vez se cansó y pensó en volver a la actividad privada?
- Me canso, me enojo y me vuelvo a entusiasmar varias veces por día. Es tan dura la Argentina que me tocó a mí, con este Gobierno que pone reglas de juego tan bestiales, que tenés ese ejercicio varias veces por día. Pero estoy convencido que de que estoy haciendo lo correcto. Este es un partido que tenemos que jugar todos. No hay mejor sociedad sin mejor política y eso vendrá de la mano de una cierta renovación y un cambio generacional. Con mayor fuerza y renovación, los cambios se van a acelerar.
- ¿Sólo es posible gobernar con apoyo del peronismo?
- Eso está muy alimentado por la propia incapacidad de los otros espacios. Igualmente no puedo opinar porque Pro tiene mucho apoyo del peronismo. En Capital tenemos varios dirigentes peronistas importantes. No te sé decir.
- ¿Pro está preparado para dar el salto a la Nación?
- Hace pocos días asumí un compromiso con 8000 jóvenes en Luján para llevar la propuesta a todos los rincones del país. Una propuesta que va a recuperar la esperanza de la gente. Y se basa en una visión clara de país que muestra dónde tenemos que ir, cómo podemos volver a insertar a la Argentina en el mundo y darles trabajo a todos los argentinos. Pero también apoyada en una experiencia de dos años en la ciudad. Ya vimos la política de afuera, ahora la estamos viendo de adentro. Si nos toca gobernar vamos a tener una experiencia de cuatro años en un gobierno tan importante como es el de Buenos Aires. Creemos haber hecho un cursus honorum [La carrera política durante la República Romana] razonable.
- ¿Coincide que para acceder a la presidencia hace falta un líder que se enfrente a Kirchner? ¿Qué líderes hay hoy en el país?
- El ciclo kirchnerista es un ciclo terminado. El liderazgo nuevo saldrá de lo que elija la gente y terminará siendo un liderazgo y no solo una ilusión en base a lo que haga a lo largo de su gestión. Los líderes se construyen con los hechos a lo largo de su gestión y no con discursos.
-¿Cuáles son las urgencias a resolver?
- Hay que volver a ser creíble y confiable. Es necesario que el Estado y su gobierno vuelvan a ser facilitadores de la vida de la gente, facilitadores de la capacidad de emprender de la sociedad. Todos tenemos que volver a sentir que tenemos un Estado que facilita las cosas y no que las obstruye como pasa ahora. Reconstruir un Estado al servicio de la gente y no de la política e integrar a la Argentina al mundo para estar en la dinámica del crecimiento mundial, porque la única forma de derrotar la pobreza de verdad y definitivamente es dándole buen trabajo a la gente.
- ¿Qué dice a aquellos que dicen que usted representa a la derecha?
- Derecha... Izquierda... La gente ya no las reconoce como categorías reales. No me importa la etiqueta que me pongan. La verdad que cuando miro al mundo me entusiasmo con cosas que hizo Lula [Da Silva, presidente de Brasil], que hizo [el mandatario colombiano, Alvaro] Uribe, me entusiasma un discurso como el de [presidente de Chile Sebastian] Piñera y, aún con sus particularidades, encuentro muchísimas cosas inteligentes en [el presidente de Uruguay, José] Mújica. Es un mundo pragmático en el que hay que saber formar buenos equipos, tener un buen plan, construir buenas relaciones con el mundo y saber llevarlo a cabo. Saber gestionarlo y tomar decisiones en tiempos difíciles para que la gente viva mejor.
- ¿Usted tiene los equipos y el plan para lograrlo?
- Pro ya empezó a trabajar en el plan 2011-2015 convocando equipos. El gran desafío que tenemos por delante es terminar de convocar muchísima más gente que se anime a meterse en política, que se arremangue y asuma los costos de participar en política.
- ¿Qué sucedió con Francisco de Narváez? ¿Están peleados?
- Yo no peleo y trato de no pelear con nadie. Muchos me dicen porque no peleo más con Kirchner y digo las cosas que nos ha hecho como gobierno. La energía es una y yo la pongo en construir. En lo que sí peleo es en resolver los problemas de la gente. De Francisco y Felipe rescato que los convoqué para la elección del año pasado y, contra todos los pronósticos de que no iba a funcionar, lo que se armó ganó. Rescato eso. Le pusimos un límite a Kirchner. Espero que se pueda volver a construir algo en conjunto que respete lo que la gente votó el 28 de junio. Sea a favor, no sólo de un proyecto nacional distinto, sino también a favor de una provincia de Buenos Aires ordenada y una ciudad de Buenos Aires que continúe el trabajo que iniciamos. Esperemos que así sea.
- ¿Su escenario ideal para 2011 sería Macri presidente, De Narváez gobernador y Michetti en la ciudad?
- Es el escenario que le dijimos el 28 de junio a la gente. Cuando nos presentamos en sociedad con un aviso de televisión en el cual yo hablaba de temas nacionales, Gabriela de la ciudad y Francisco de la provincia estábamos dando un mensaje de cambio a casi más de la mitad de la Argentina. Ese mensaje generó entusiasmo, estaría bueno replicar lo más posible ese mensaje. Todavía falta un año; todo es posible.
En una entrevista con el sitio del diario La Nación, en la serie de reportajes de cara al Bicentenario, Mauricio Macri da indicios de las directrices que tomará en caso de ser elegido presidente. "Tenemos que volver a sentir que tenemos un Estado que facilita las cosas y no que las obstruye como pasa ahora", dice, al tiempo que habla del kirchnerismo como "un ciclo terminado".
Durante casi una hora, en la intimidad de su despacho, el líder de Pro habla de todo. Reconoce que su gran obsesión es mostrarse en las antípodas del matrimonio presidencial, a quienes acusa de "hacer desaparecer a las instituciones" y admite que la política lo cansa, enoja y entusiasma "varias veces por día".
- Nos acercamos al Bicentenario, ¿qué le dice esa palabra?
- El Bicentenario me invita a pensar que debería ser un momento emblemático para la Argentina, que nos debería obligar a una reflexión más profunda. En la realidad, hasta ahora suena como cliché comercial. Lo tomo seriamente, como un momento de reencuentro. Creo que la historia va para ese lado y coincidirá con una nueva conducción en el país en 2011, que será claramente distinta a la de ahora. Una dirigencia que buscará poner a la Argentina de nuevo en el mundo, que va a aceptar nuevos desafíos. Estoy muy optimista de que será un tiempo recordado como un momento de renacimiento.
- Lo plantea como un momento de quiebre...
- Absolutamente. Hay muchas cosas que muestran que hay una Argentina que está lista para el punto de inflexión.
- ¿Cómo llegamos a ese momento?
- Lo veo recorriendo el final de un período de muchos desencuentros. Pero insisto, hemos pagado tanto costo por esta forma de vincularnos y esta búsqueda permanente del atajo, el premio permanente a la viveza criolla, que en vez de un atributo adicional, pasó a ser el atributo central y autodestructivo de nuestra sociedad. Hemos llegado a darnos cuenta de que no somos tan vivos como creíamos y tenemos que apostar a un sistema en conjunto. No hay nada más solidario en una sociedad que respetar la ley, que es respetar al otro. Acá hemos caído en el colmo de cantidad de leyes sumamente complejas, casi de cumplimiento imposible y de aplicación relativa. Tenemos que ir a menos leyes, absolutamente flexible, pero de cumplimiento absoluto, rígido.
- ¿La sociedad está preparada para eso?
- Lo estamos entendiendo. Lo ves en cosas sorprendentes: desde Pro propusimos y conseguimos una ley para que se prohíba fumar en lugares públicos y ahí no hubo control absoluto. Hubo control ciudadano. Propusimos cuando llegamos al gobierno que no había que conducir alcoholizado. Pusimos los controles y un año y pico después sólo la mitad maneja alcoholizado. Además, bajamos el índice de muertes fatales a menos de la mitad. Hay una respuesta y una saturación de este libertinaje abusivo, este relativismo en el que todo da lo mismo. Hay una Argentina que está lista para dar una vuelta de página.
- Con este panorama, ¿cómo están las instituciones?
- Me estás cargando [ríe]. Tenemos que arrancar casi de cero. Si teníamos pocas instituciones, el kirchnerismo las terminó de hacer desaparecer. Pero a veces es más fácil reconstruir de cero que a mitad de camino. Hay que emprender un camino de trabajo serio y terminar de explicarle hasta al último de los argentinos que la institucionalidad no es un capricho de la intelectualidad. Institucionalidad significa previsibilidad. Y si sos previsible, la gente confía más. Y si confía más, invierte más. Y si invierte más, hay mejor trabajo para todos. Ese proceso es el que hay que reeducar a la sociedad. Lo contrario al atajo.
- ¿Cree que todavía persiste el "sálvese quien pueda"?
- Ha sido fatal para la Argentina. Siempre comparo con Brasil. Frente a las crisis financieras, los brasileños jamás tuvieron corridas bancarias ni cambiarias. El argentino, ante el mínimo ruido compra dólares. Ese concepto es autodestructivo y lo tenemos que cambiar. Por eso es muy importante el Mercosur, porque Brasil nos da el componente de unidad y nacionalismo que nos ha faltado siempre.
- ¿Es posible en la Argentina que las distintas fuerzas acuerden políticas de Estado de largo alcance?
- Esta fantasía nos viene persiguiendo en la Argentina desde que recuperamos la democracia. Si alguna vez estuvimos cerca de algo parecido es hoy. ¿Por qué? Porque no hay mal que por bien no venga. La violencia, la confrontación sistemática, el avasallamiento institucional y personal que ha hecho el kirchnersimo logró que la oposición tenga un diálogo que nunca antes tuvo. Siento que si nos toca gobernar tenemos puentes de diálogo con varios sectores de la oposición que van a hacer las cosas mucho más razonables que lo que fueron en el pasado.
- Con casi una década dentro de la política, ¿alguna vez se cansó y pensó en volver a la actividad privada?
- Me canso, me enojo y me vuelvo a entusiasmar varias veces por día. Es tan dura la Argentina que me tocó a mí, con este Gobierno que pone reglas de juego tan bestiales, que tenés ese ejercicio varias veces por día. Pero estoy convencido que de que estoy haciendo lo correcto. Este es un partido que tenemos que jugar todos. No hay mejor sociedad sin mejor política y eso vendrá de la mano de una cierta renovación y un cambio generacional. Con mayor fuerza y renovación, los cambios se van a acelerar.
- ¿Sólo es posible gobernar con apoyo del peronismo?
- Eso está muy alimentado por la propia incapacidad de los otros espacios. Igualmente no puedo opinar porque Pro tiene mucho apoyo del peronismo. En Capital tenemos varios dirigentes peronistas importantes. No te sé decir.
- ¿Pro está preparado para dar el salto a la Nación?
- Hace pocos días asumí un compromiso con 8000 jóvenes en Luján para llevar la propuesta a todos los rincones del país. Una propuesta que va a recuperar la esperanza de la gente. Y se basa en una visión clara de país que muestra dónde tenemos que ir, cómo podemos volver a insertar a la Argentina en el mundo y darles trabajo a todos los argentinos. Pero también apoyada en una experiencia de dos años en la ciudad. Ya vimos la política de afuera, ahora la estamos viendo de adentro. Si nos toca gobernar vamos a tener una experiencia de cuatro años en un gobierno tan importante como es el de Buenos Aires. Creemos haber hecho un cursus honorum [La carrera política durante la República Romana] razonable.
- ¿Coincide que para acceder a la presidencia hace falta un líder que se enfrente a Kirchner? ¿Qué líderes hay hoy en el país?
- El ciclo kirchnerista es un ciclo terminado. El liderazgo nuevo saldrá de lo que elija la gente y terminará siendo un liderazgo y no solo una ilusión en base a lo que haga a lo largo de su gestión. Los líderes se construyen con los hechos a lo largo de su gestión y no con discursos.
-¿Cuáles son las urgencias a resolver?
- Hay que volver a ser creíble y confiable. Es necesario que el Estado y su gobierno vuelvan a ser facilitadores de la vida de la gente, facilitadores de la capacidad de emprender de la sociedad. Todos tenemos que volver a sentir que tenemos un Estado que facilita las cosas y no que las obstruye como pasa ahora. Reconstruir un Estado al servicio de la gente y no de la política e integrar a la Argentina al mundo para estar en la dinámica del crecimiento mundial, porque la única forma de derrotar la pobreza de verdad y definitivamente es dándole buen trabajo a la gente.
- ¿Qué dice a aquellos que dicen que usted representa a la derecha?
- Derecha... Izquierda... La gente ya no las reconoce como categorías reales. No me importa la etiqueta que me pongan. La verdad que cuando miro al mundo me entusiasmo con cosas que hizo Lula [Da Silva, presidente de Brasil], que hizo [el mandatario colombiano, Alvaro] Uribe, me entusiasma un discurso como el de [presidente de Chile Sebastian] Piñera y, aún con sus particularidades, encuentro muchísimas cosas inteligentes en [el presidente de Uruguay, José] Mújica. Es un mundo pragmático en el que hay que saber formar buenos equipos, tener un buen plan, construir buenas relaciones con el mundo y saber llevarlo a cabo. Saber gestionarlo y tomar decisiones en tiempos difíciles para que la gente viva mejor.
- ¿Usted tiene los equipos y el plan para lograrlo?
- Pro ya empezó a trabajar en el plan 2011-2015 convocando equipos. El gran desafío que tenemos por delante es terminar de convocar muchísima más gente que se anime a meterse en política, que se arremangue y asuma los costos de participar en política.
- ¿Qué sucedió con Francisco de Narváez? ¿Están peleados?
- Yo no peleo y trato de no pelear con nadie. Muchos me dicen porque no peleo más con Kirchner y digo las cosas que nos ha hecho como gobierno. La energía es una y yo la pongo en construir. En lo que sí peleo es en resolver los problemas de la gente. De Francisco y Felipe rescato que los convoqué para la elección del año pasado y, contra todos los pronósticos de que no iba a funcionar, lo que se armó ganó. Rescato eso. Le pusimos un límite a Kirchner. Espero que se pueda volver a construir algo en conjunto que respete lo que la gente votó el 28 de junio. Sea a favor, no sólo de un proyecto nacional distinto, sino también a favor de una provincia de Buenos Aires ordenada y una ciudad de Buenos Aires que continúe el trabajo que iniciamos. Esperemos que así sea.
- ¿Su escenario ideal para 2011 sería Macri presidente, De Narváez gobernador y Michetti en la ciudad?
- Es el escenario que le dijimos el 28 de junio a la gente. Cuando nos presentamos en sociedad con un aviso de televisión en el cual yo hablaba de temas nacionales, Gabriela de la ciudad y Francisco de la provincia estábamos dando un mensaje de cambio a casi más de la mitad de la Argentina. Ese mensaje generó entusiasmo, estaría bueno replicar lo más posible ese mensaje. Todavía falta un año; todo es posible.
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