Desde hace dos años el Gobierno Nacional impulsa esta importante mejora en el sistema de transporte, que rápidamente ha sido adoptada por los ciudadanos de la metrópolis, configurando un nuevo cambio cultural. En la Ciudad funciona plenamente, y en el Gran Buenos Aires crece día a día. Detalles de un proceso que en Santiago de Chile llevó cuatro años.
“La primera sensación con la que se encontraron los usuarios fue la de tener una gran libertad. No hacen cola, no tienen problemas para conseguir monedas y tienen mucho menos contacto con el dinero. Ganan seguridad, pero también tiempo. Algunas líneas de colectivos mejoraron muchísimo la performance porque la gente sube más rápido. Creemos que en la medida en que el sistema empiece a masificarse, todo esto va a ir creciendo en cadena ya que a todos los libera de tener que contar con monedas en el bolsillo” afirmó el Secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi, en una nota publicada en el diario La Nación en junio pasado, donde se le consultaba sobre los beneficios del Sistema Único de Boleto Electrónico (SUBE) para los usuarios del área metropolitana de Buenos Aires.
El SUBE es un sistema prepago que permite abonar con la misma tarjeta los viajes en colectivos, subtes y trenes dentro de la metrópolis. Constituye el primer paso hacia una integración tarifaria, un reclamo de larga data para mejorar el transporte y uno de los aspectos a integrar: modal, físico y tarifario.
Funciona mediante una tarjeta de proximidad (sin contacto), que almacena valor (en este caso en pesos) identificada con un código que posibilita su recarga en los centros habilitados. Las tarjetas son personales, se entregan de manera gratuita con la presentación DNI o cédula y los datos para completar un formulario. Ante extravío o robo, para poder obtener una nueva, deben ser denunciadas al 0800-777-SUBE.
Actualmente el SUBE convive con los medios de pago tradicionales, como monedas, pasajes de tren, subtecard o monedero (tarjetas magnéticas para el subte).
La implementación de redes de boletos electrónicos es una de las tendencias más modernas y utilizadas en el mundo para la gestión del transporte de personas, porque agiliza los tiempos de traslado, redundando en una mayor celeridad en el tiempo de viaje y promueve la complementariedad entre los modos de transporte, sin ‘penar’ al pasajero que realiza combinaciones.
Esta innovación coloca a la metrópolis Buenos Aires en línea con otras grandes ciudades, como Hong Kong (tarjeta Octopus) Londres (Oyster card) Madrid (Sube – T) México D.F. (Metrobus card) Moscú (Transport Card) Nueva York (Smart Link) París (Navigo) San Pablo (Bilhete único) Santiago de Chile (Bip!) Seúl (T-Money) Singapur (Ez Linkr) Sydney (TCard) Teherán (Metro card) Tokio (Setamaru) y Washington (Smart trip). Si bien en cada caso varían las posibilidades de uso en los diferentes modos, cuando el SUBE este operativo en un 100%, será la tercera red de boletos electrónicos más grande del mundo, después de Hong Kong y San Pablo.
El Sistema fue establecido por el Poder Ejecutivo Nacional mediante el decreto N° 84 / 2009, con el objetivo de optimizar el acceso al Sistema de Transporte Público de pasajeros del país. En una primera etapa se está implementando en la Región Metropolitana de Buenos Aires (jurisdicción nacional, provincial y municipal), y posteriormente se extenderá a otros grandes centros urbanos del país. La Secretaría de Transporte de la Nación es la autoridad de aplicación, y por tanto es quien define los requerimiento funcionales y operativos del sistema, dicta las normas aclaratorias y complementarias, propicia la emisión y/o aprobación de las normas y de los actos que deban otorgar otras autoridades nacionales o locales con el mismo propósito.
Según datos publicados por la Secretaría de Transporte de la Nación en el mes de julio pasado, todos los colectivos que unen Capital Federal y el Gran Buenos Aires tienen implementado el sistema (líneas nacionales 1 a 199). De esta forma, cuentan con las máquinas para pagar con la tarjeta electrónica los 9.863 colectivos de 135 líneas del área metropolitana. Los últimos que faltan son los de la línea 150, que todavía no se sumó porque está renovando su flota de vehículos. El grado de avance en las líneas provinciales y municipales, las que no entran en Capital y tienen los números del 200 en adelante, es aún bajo, con sólo 413 colectivos sobre un total de 8.666. De todas formas, hay 2.283 colectivos que cuentan con la máquina instalada, y que pasarían a estar operativos a la brevedad. Según informaron en el Gobierno, la idea es que el total de los colectivos provinciales y municipales esté conectado a la red hacia fines de septiembre.
Según estos mismos datos, a mitad de julio se calculaba 2.118.000 viajes diarios entre colectivos, subtes y trenes fueron pagados con el SUBE. Si bien la red de subterráneos está totalmente cubierta con el sistema, donde falta avanzar es en la cobertura ferroviaria. A mitad de julio eran 15 las estaciones habilitadas.
Comparada con otras ciudades, la metrópolis Buenos Aires está logrando la instalación a un muy buen ritmo: en Santiago de Chile, este mismo cambio implicó casi 4 años.
El SUBE, un cambio cultural importante, ha sido adoptado rápidamente por los ciudadanos de la región, no sólo porque facilita el acceso al transporte público sino también porque permite paliar la falta de monedas. En enero de este año, fueron activadas 1.042.490 tarjetas, una cifra que para junio se incrementó un 118% más, con la activación de 2.278.115 tarjetas. También aumentaron la cantidad de consultas que se reciben en el 0800-777-SUBE: de unas 70 que entraban en enero, saltaron a 932 en promedio por día, en junio.
Un primer paso para subsidiar la demanda
Desde 2002 –y a partir del contexto de crisis social y económica- el Estado subsidia a las empresas del transporte automotor, como una forma de evitar el aumento de las tarifas. En el diseño de esta política, se privilegió la asignación de recursos basada en la capacidad operativa de las empresas (pasajeros transportados, recaudación y kilómetros recorridos). Si bien esta medida fue un importante paliativo para la situación de aquel momento, hoy casi diez años después, los expertos coinciden en que debe ser repensada. “Los subsidios actuales deben reemplazarse progresivamente por subsidios específicos a la demanda focalizados en la población realmente necesitada” afirma Roberto Agosta, miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Metropolitana en “Transporte: vías para un desarrollo equitativo y sustentable” y agrega que “estos subsidios poseen una estructura altamente distorsiva y regresiva”.
Para José Barbero, especialista en transporte y también miembro del Consejo de Expertos de la Fundación hay que “mantener los subsidios pero reducir gradualmente su incidencia. En paralelo verificar la eficiencia de la oferta de los servicios que se subsidian y ajustar los criterios de asignación”. Para Barbero, en el mediano plazo el SUBE permite focalizar el subsidio en los beneficiarios finales.
Hoy, el Estado subsidia las tres cuartas partes de la tarifa de todo el sistema de transporte público (trenes, colectivos y subtes). “En todas las ciudades del mundo los gobiernos subsidian el transporte público, porque es la base para que los ciudadanos puedan ejercer su derecho a la movilidad, y por lo tanto a trabajar, educarse, cuidar su salud y acceder a actividades sociales y recreativas, más allá de las barreras de diferencias socioeconómicas. Es bueno que así ocurra, el recientemente instrumentado SUBE puede convertirse en una herramienta operativa para tal fin. Sirva como ejemplo su posible cruce con programas sociales como la Asignación Universal por Hijo. En una suerte de discriminación positiva, con el SUBE es posible subsidiar a quienes más lo necesitan, promoviendo un avance notable en términos de inclusión social y equidad” afirma Pedro Del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana. En otros países se utiliza el subsidio directo a los usuarios, que cobran en el sueldo un monto de dinero que deposita el Estado y que luego destinan a pagar una tarifa real de los servicios de transporte que utilicen.
"El Estado tiene, por primera vez, un control absoluto de todas las transacciones que existen gracias a la memoria electrónica, lo que permite blanquear todas las actividades económicas ligadas a este sector y tener una idea clara de la cantidad de viajes y de pasajeros transportados", explicó Schiavi al diario La Nación en el mes de junio, en la nota citada anteriormente.
Actualmente la administración y gestión del SUBE está a cargo del Banco de la Nación Argentina, que se ocupa de realizar el clearing bancario y acredita a diario el monto total por pasajes vendidos en las cuentas bancarias de las empresas operadoras de transporte.
Sin embargo, se prevé que en un futuro la dirección quede a cargo de los empresarios del transporte, quienes para asumir esta responsabilidad crearon una organización no gubernamental, ACTrans, que fue conformada en mayo de 2010 y obtuvo su personería jurídica en abril de 2011. La dilación no es casual: la integran todos los operadores, lo que incluye las pequeñas, medianas y grandes empresas de autotransporte de la metrópolis (más de 300), además de los operadores de subterráneos y trenes.
La misión de ACTrans es ejecutar la dirección del SUBE, en sus distintas etapas y áreas en forma conjunta con los demás organismos responsables, proporcionando a sus asociados y a todos los usuarios un marco de transparencia en su implementación y funcionamiento.
La visión de esta ONG es contribuir a la implementación, expansión y mejoramiento del Sistema, coadyuvando a la interacción de sus asociaciones brindando a éstos asistencia permanente dentro del marco de incumbencia de la asociación, ofreciendo asimismo al plantel de colaboradores internos de la entidad la posibilidad de desarrollar sus competencias profesionales aportando sus conocimientos y experiencia a los fines perseguidos por la Asociación.(Informe Digital Metropolitano).
“La primera sensación con la que se encontraron los usuarios fue la de tener una gran libertad. No hacen cola, no tienen problemas para conseguir monedas y tienen mucho menos contacto con el dinero. Ganan seguridad, pero también tiempo. Algunas líneas de colectivos mejoraron muchísimo la performance porque la gente sube más rápido. Creemos que en la medida en que el sistema empiece a masificarse, todo esto va a ir creciendo en cadena ya que a todos los libera de tener que contar con monedas en el bolsillo” afirmó el Secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi, en una nota publicada en el diario La Nación en junio pasado, donde se le consultaba sobre los beneficios del Sistema Único de Boleto Electrónico (SUBE) para los usuarios del área metropolitana de Buenos Aires.
El SUBE es un sistema prepago que permite abonar con la misma tarjeta los viajes en colectivos, subtes y trenes dentro de la metrópolis. Constituye el primer paso hacia una integración tarifaria, un reclamo de larga data para mejorar el transporte y uno de los aspectos a integrar: modal, físico y tarifario.
Funciona mediante una tarjeta de proximidad (sin contacto), que almacena valor (en este caso en pesos) identificada con un código que posibilita su recarga en los centros habilitados. Las tarjetas son personales, se entregan de manera gratuita con la presentación DNI o cédula y los datos para completar un formulario. Ante extravío o robo, para poder obtener una nueva, deben ser denunciadas al 0800-777-SUBE.
Actualmente el SUBE convive con los medios de pago tradicionales, como monedas, pasajes de tren, subtecard o monedero (tarjetas magnéticas para el subte).
La implementación de redes de boletos electrónicos es una de las tendencias más modernas y utilizadas en el mundo para la gestión del transporte de personas, porque agiliza los tiempos de traslado, redundando en una mayor celeridad en el tiempo de viaje y promueve la complementariedad entre los modos de transporte, sin ‘penar’ al pasajero que realiza combinaciones.
Esta innovación coloca a la metrópolis Buenos Aires en línea con otras grandes ciudades, como Hong Kong (tarjeta Octopus) Londres (Oyster card) Madrid (Sube – T) México D.F. (Metrobus card) Moscú (Transport Card) Nueva York (Smart Link) París (Navigo) San Pablo (Bilhete único) Santiago de Chile (Bip!) Seúl (T-Money) Singapur (Ez Linkr) Sydney (TCard) Teherán (Metro card) Tokio (Setamaru) y Washington (Smart trip). Si bien en cada caso varían las posibilidades de uso en los diferentes modos, cuando el SUBE este operativo en un 100%, será la tercera red de boletos electrónicos más grande del mundo, después de Hong Kong y San Pablo.
El Sistema fue establecido por el Poder Ejecutivo Nacional mediante el decreto N° 84 / 2009, con el objetivo de optimizar el acceso al Sistema de Transporte Público de pasajeros del país. En una primera etapa se está implementando en la Región Metropolitana de Buenos Aires (jurisdicción nacional, provincial y municipal), y posteriormente se extenderá a otros grandes centros urbanos del país. La Secretaría de Transporte de la Nación es la autoridad de aplicación, y por tanto es quien define los requerimiento funcionales y operativos del sistema, dicta las normas aclaratorias y complementarias, propicia la emisión y/o aprobación de las normas y de los actos que deban otorgar otras autoridades nacionales o locales con el mismo propósito.
Según datos publicados por la Secretaría de Transporte de la Nación en el mes de julio pasado, todos los colectivos que unen Capital Federal y el Gran Buenos Aires tienen implementado el sistema (líneas nacionales 1 a 199). De esta forma, cuentan con las máquinas para pagar con la tarjeta electrónica los 9.863 colectivos de 135 líneas del área metropolitana. Los últimos que faltan son los de la línea 150, que todavía no se sumó porque está renovando su flota de vehículos. El grado de avance en las líneas provinciales y municipales, las que no entran en Capital y tienen los números del 200 en adelante, es aún bajo, con sólo 413 colectivos sobre un total de 8.666. De todas formas, hay 2.283 colectivos que cuentan con la máquina instalada, y que pasarían a estar operativos a la brevedad. Según informaron en el Gobierno, la idea es que el total de los colectivos provinciales y municipales esté conectado a la red hacia fines de septiembre.
Según estos mismos datos, a mitad de julio se calculaba 2.118.000 viajes diarios entre colectivos, subtes y trenes fueron pagados con el SUBE. Si bien la red de subterráneos está totalmente cubierta con el sistema, donde falta avanzar es en la cobertura ferroviaria. A mitad de julio eran 15 las estaciones habilitadas.
Comparada con otras ciudades, la metrópolis Buenos Aires está logrando la instalación a un muy buen ritmo: en Santiago de Chile, este mismo cambio implicó casi 4 años.
El SUBE, un cambio cultural importante, ha sido adoptado rápidamente por los ciudadanos de la región, no sólo porque facilita el acceso al transporte público sino también porque permite paliar la falta de monedas. En enero de este año, fueron activadas 1.042.490 tarjetas, una cifra que para junio se incrementó un 118% más, con la activación de 2.278.115 tarjetas. También aumentaron la cantidad de consultas que se reciben en el 0800-777-SUBE: de unas 70 que entraban en enero, saltaron a 932 en promedio por día, en junio.
Un primer paso para subsidiar la demanda
Desde 2002 –y a partir del contexto de crisis social y económica- el Estado subsidia a las empresas del transporte automotor, como una forma de evitar el aumento de las tarifas. En el diseño de esta política, se privilegió la asignación de recursos basada en la capacidad operativa de las empresas (pasajeros transportados, recaudación y kilómetros recorridos). Si bien esta medida fue un importante paliativo para la situación de aquel momento, hoy casi diez años después, los expertos coinciden en que debe ser repensada. “Los subsidios actuales deben reemplazarse progresivamente por subsidios específicos a la demanda focalizados en la población realmente necesitada” afirma Roberto Agosta, miembro del Consejo de Expertos de la Fundación Metropolitana en “Transporte: vías para un desarrollo equitativo y sustentable” y agrega que “estos subsidios poseen una estructura altamente distorsiva y regresiva”.
Para José Barbero, especialista en transporte y también miembro del Consejo de Expertos de la Fundación hay que “mantener los subsidios pero reducir gradualmente su incidencia. En paralelo verificar la eficiencia de la oferta de los servicios que se subsidian y ajustar los criterios de asignación”. Para Barbero, en el mediano plazo el SUBE permite focalizar el subsidio en los beneficiarios finales.
Hoy, el Estado subsidia las tres cuartas partes de la tarifa de todo el sistema de transporte público (trenes, colectivos y subtes). “En todas las ciudades del mundo los gobiernos subsidian el transporte público, porque es la base para que los ciudadanos puedan ejercer su derecho a la movilidad, y por lo tanto a trabajar, educarse, cuidar su salud y acceder a actividades sociales y recreativas, más allá de las barreras de diferencias socioeconómicas. Es bueno que así ocurra, el recientemente instrumentado SUBE puede convertirse en una herramienta operativa para tal fin. Sirva como ejemplo su posible cruce con programas sociales como la Asignación Universal por Hijo. En una suerte de discriminación positiva, con el SUBE es posible subsidiar a quienes más lo necesitan, promoviendo un avance notable en términos de inclusión social y equidad” afirma Pedro Del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana. En otros países se utiliza el subsidio directo a los usuarios, que cobran en el sueldo un monto de dinero que deposita el Estado y que luego destinan a pagar una tarifa real de los servicios de transporte que utilicen.
"El Estado tiene, por primera vez, un control absoluto de todas las transacciones que existen gracias a la memoria electrónica, lo que permite blanquear todas las actividades económicas ligadas a este sector y tener una idea clara de la cantidad de viajes y de pasajeros transportados", explicó Schiavi al diario La Nación en el mes de junio, en la nota citada anteriormente.
Actualmente la administración y gestión del SUBE está a cargo del Banco de la Nación Argentina, que se ocupa de realizar el clearing bancario y acredita a diario el monto total por pasajes vendidos en las cuentas bancarias de las empresas operadoras de transporte.
Sin embargo, se prevé que en un futuro la dirección quede a cargo de los empresarios del transporte, quienes para asumir esta responsabilidad crearon una organización no gubernamental, ACTrans, que fue conformada en mayo de 2010 y obtuvo su personería jurídica en abril de 2011. La dilación no es casual: la integran todos los operadores, lo que incluye las pequeñas, medianas y grandes empresas de autotransporte de la metrópolis (más de 300), además de los operadores de subterráneos y trenes.
La misión de ACTrans es ejecutar la dirección del SUBE, en sus distintas etapas y áreas en forma conjunta con los demás organismos responsables, proporcionando a sus asociados y a todos los usuarios un marco de transparencia en su implementación y funcionamiento.
La visión de esta ONG es contribuir a la implementación, expansión y mejoramiento del Sistema, coadyuvando a la interacción de sus asociaciones brindando a éstos asistencia permanente dentro del marco de incumbencia de la asociación, ofreciendo asimismo al plantel de colaboradores internos de la entidad la posibilidad de desarrollar sus competencias profesionales aportando sus conocimientos y experiencia a los fines perseguidos por la Asociación.(Informe Digital Metropolitano).
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