El reglamento de la Cámara indica que los bloques deben tener al menos tres miembros, salvo que representen a un partido político con participación electoral. Pero 16 diputados tienen su bancada unipersonal. El presidente de la Cámara les restringirá los derechos si no se suman a otras fuerzas.
Además de duplicar los salarios de los diputados y concentrar el reparto de becas y subsidios, Julián Domínguez planea otra medida a su particular “sintonía fina” que eligió para la Cámara de Diputados: eliminar los monobloques del recinto.
Los bloques unipersonales se hicieron costumbre en los últimos años pero, sin embargo, el reglamento no los contempla. El artículo 55 habla de bancadas con al menos tres miembros, con la excepción de las fuerzas políticas que hayan participado de los comicios.
“Los grupos de tres o más diputados podrán organizarse en bloques de acuerdo con sus afinidades políticas. Cuando un partido político existente con anterioridad a la elección de los diputados tenga sólo uno o dos diputados en la Cámara, podrán ellos asimismo actuar como bloque”, dice el apartado.
Pero la crisis de los partidos políticos dejó en el olvido esta obligación y se hizo habitual que diputados ingresados por fuerzas mayoritarias se aparten y legislen en soledad.
En algunos casos, pretendían los mismos beneficios que el resto de los jefes de bloque, por ejemplo, una silla en las reuniones de labor parlamentaria. Y siempre son los más difíciles de predecir en las votaciones, capaces de sumarse a distintas fuerzas según el tema en cuestión, una conducta de la que suelen jactarse aunque ni siquiera sea reglamentaria.
El cumplimiento a rajatabla de esta obligación hubiera complicado la dinámica del recordado Grupo A, como se denominó a la conjunción de bloques y semibloques opositores que dominó Diputados en los últimos dos años.
Herida, Cristina Kirchner mostró su desagrado por esta práctica en el discurso de asunción del 10 de diciembre, cuando recordó sus diferencias con el bloque del PJ en los 90 pero aclaró que nunca se apartó de la bancada.
Domínguez se alarmó ante la cantidad de casos: el actual recinto tiene 16 bloques unipersonales y 4 de dos miembros. Sólo en muy pocos casos representan a fuerzas con presencia electoral en octubre, como sí ocurre con los dos diputados del Partido Demócrata de Mendoza y del Frente Cívico y Social de Catamarca.
Lo más habitual es que escisiones de bloques grandes, como Marcela Rodríguez, diputada del Ari y la Coalición Cívica hace más de una década; o los santafesinos Juan Forconi y Celia Arena, ex aliados de Carlos Reutemann y ahora sin rumbo.
Tan lejano quedó el cumplimiento del reglamento que Arena ni siquiera se molestó en ponerle un nombre a su bloque unipersonal, al menos para simular alguna presencia electoral. Otros diputados representan en soledad fuerzas que participaron en frentes políticos y prefieren fortalecerse negociando desde un interbloque.
Algunos ejemplos son Victoria Donda (Libres del Sur, miembro del Frente Amplio Progresista), Patricia Bullrich (Unión por Todos, aliado de la Coalición Cívica) y Graciela Ocaña, de Unión para el Desarrollo Social (Udeso), la fuerza creada por Francisco De Narváez para aliarse a la UCR. El empresario sí aceptó fundirse en el bloque Peronismo Federal.
Domínguez inició un destrato hacia estos diputados al excluirlos de la reunión con los jefes de bloque de diciembre, en la que informó sobre los aumentos de salarios a los diputados.
También se los desplazó de las comisiones, como le ocurrió a Marcela Rodríguez, una histórica integrante de la de Asuntos Constitucionales que ahora no tendrá una silla reservada en sus reuniones.
El otro golpe de gracia podría llegar desde el bolsillo. No sólo desconocería cualquier beneficio exigido desde la posición de bloque, sino que, además, Domínguez concentraría el reparto de becas, subsidios y pensiones, hasta ahora monitoreado por la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Y tal vez quienes se queden solos en su banca, no puedan gozar de un peso. (La Política OnLine).
Además de duplicar los salarios de los diputados y concentrar el reparto de becas y subsidios, Julián Domínguez planea otra medida a su particular “sintonía fina” que eligió para la Cámara de Diputados: eliminar los monobloques del recinto.
Los bloques unipersonales se hicieron costumbre en los últimos años pero, sin embargo, el reglamento no los contempla. El artículo 55 habla de bancadas con al menos tres miembros, con la excepción de las fuerzas políticas que hayan participado de los comicios.
“Los grupos de tres o más diputados podrán organizarse en bloques de acuerdo con sus afinidades políticas. Cuando un partido político existente con anterioridad a la elección de los diputados tenga sólo uno o dos diputados en la Cámara, podrán ellos asimismo actuar como bloque”, dice el apartado.
Pero la crisis de los partidos políticos dejó en el olvido esta obligación y se hizo habitual que diputados ingresados por fuerzas mayoritarias se aparten y legislen en soledad.
En algunos casos, pretendían los mismos beneficios que el resto de los jefes de bloque, por ejemplo, una silla en las reuniones de labor parlamentaria. Y siempre son los más difíciles de predecir en las votaciones, capaces de sumarse a distintas fuerzas según el tema en cuestión, una conducta de la que suelen jactarse aunque ni siquiera sea reglamentaria.
El cumplimiento a rajatabla de esta obligación hubiera complicado la dinámica del recordado Grupo A, como se denominó a la conjunción de bloques y semibloques opositores que dominó Diputados en los últimos dos años.
Herida, Cristina Kirchner mostró su desagrado por esta práctica en el discurso de asunción del 10 de diciembre, cuando recordó sus diferencias con el bloque del PJ en los 90 pero aclaró que nunca se apartó de la bancada.
Domínguez se alarmó ante la cantidad de casos: el actual recinto tiene 16 bloques unipersonales y 4 de dos miembros. Sólo en muy pocos casos representan a fuerzas con presencia electoral en octubre, como sí ocurre con los dos diputados del Partido Demócrata de Mendoza y del Frente Cívico y Social de Catamarca.
Lo más habitual es que escisiones de bloques grandes, como Marcela Rodríguez, diputada del Ari y la Coalición Cívica hace más de una década; o los santafesinos Juan Forconi y Celia Arena, ex aliados de Carlos Reutemann y ahora sin rumbo.
Tan lejano quedó el cumplimiento del reglamento que Arena ni siquiera se molestó en ponerle un nombre a su bloque unipersonal, al menos para simular alguna presencia electoral. Otros diputados representan en soledad fuerzas que participaron en frentes políticos y prefieren fortalecerse negociando desde un interbloque.
Algunos ejemplos son Victoria Donda (Libres del Sur, miembro del Frente Amplio Progresista), Patricia Bullrich (Unión por Todos, aliado de la Coalición Cívica) y Graciela Ocaña, de Unión para el Desarrollo Social (Udeso), la fuerza creada por Francisco De Narváez para aliarse a la UCR. El empresario sí aceptó fundirse en el bloque Peronismo Federal.
Domínguez inició un destrato hacia estos diputados al excluirlos de la reunión con los jefes de bloque de diciembre, en la que informó sobre los aumentos de salarios a los diputados.
También se los desplazó de las comisiones, como le ocurrió a Marcela Rodríguez, una histórica integrante de la de Asuntos Constitucionales que ahora no tendrá una silla reservada en sus reuniones.
El otro golpe de gracia podría llegar desde el bolsillo. No sólo desconocería cualquier beneficio exigido desde la posición de bloque, sino que, además, Domínguez concentraría el reparto de becas, subsidios y pensiones, hasta ahora monitoreado por la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Y tal vez quienes se queden solos en su banca, no puedan gozar de un peso. (La Política OnLine).
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