El flamante intendente quiere instalar tragamonedas cerca de la costa y ya tendría un acuerdo con Carlos De Narváez construye un complejo de edificios y shopping de lujo. Se habla de mudar una licencia de los bingos que Cristóbal López le habría comprado a Aurelio Serra. Necesita el aval de Scioli y anular una ordenanza que prohíbe la radicación de salas de juego. La pulseada con Alejandro Granados.
Jorge Macri estaría negociando con el empresario kirchnerista Cristóbal López para que instale una sala con sus famosas maquinitas tragamonedas en Vicente López, cerca del predio donde el empresario Carlos De Narváez levanta un complejo con cinco torres de lujo, shopping y parque sobre la vera del río.
La zona fue mejorada con la construcción del distribuidor Néstor Kirchner y el vial costero, que también realizó Ribera Desarrollo S.A., la empresa del hermano del diputado y Diego Solá Prats. Completarla con una sala de juegos -que se explotaría bajo la licencia de Bingo- es una vieja obsesión de Cristóbal López, que sabe que ese estratégico predio pegado a la General Paz y Avenida Libertador, le redundaría ganancias millonarias, al sumar clientes de la ricas zonas norte del Conurbano y la Capital.
"Es una de las plazas más prometedoras del país", sintetizó a LPO una fuente del mercado del juego.
La relación de Jorge Macri con Cristóbal López no debería sorprender. Su primo el jefe de Gobierno logró establecer una sólida alianza con el zar del juego que opera con total tranquilidad su casino de Palermo y los dos barcos de Puerto Madero, pese a que viola numerosas leyes de la Ciudad, no paga ingresos brutos y aporta una cifra ridículo como canon, en relación a los más de 4.000 millones que factura.
El vínculo se logró aceitar gracias a la buena relación que supo construir con el macrismo Federico de Achaval, socio de Cristóbal en el negocio del juego y habitual interlocutor de José Torello, hombre de Macri para atender estos asuntos.
No casualmente Achaval sería quien compró varias licencias de bingos bonaerenses al empresario Aurelio Sierra, previendo su traslado a Vicente López, San Isidro o alguna otra plaza de ese atractivo. Serra es en lo formal el propietario de los bingos de Pinamar, Villa Gesell, Los Polvorines y Olavarría.
Pero los escollos legales para concretar la movida son varios. Las 46 licencias de bingos la provincia de Buenos Aires ya fueron repartidas. Hace tres años Scioli intentó crear 8 nuevas licencias, pero ante la presión de la Iglesia retiró un proyecto de ley para ampliar el cupo que había comenzado a gestionar en la Legislatura. Como "compensación" a los bingeros les liberó la cantidad de maquinitas que pueden instalar por sala, lo que les permitió multiplicar sus ganancias.
Por ello, la única manera de instalar un bingo en una jurisdicción que no lo tiene como Vicente López, es lograr el traslado de una sala de juegos de otro municipio, previa habilitación del Instituto de Loterías y casinos bonaerense, que preside el simpático Jorge "Piedrita" Rodríguez. Se trata de una operación compelja, al punto que pese a los reiterados intentos que se sucedieron en estos años, no se pudo concretar un sólo traslado.
De hecho, el martes pasado se produjo una sugestiva reunión entre Daniel Scioli y Jorge Macri. El encuentro alimentó las versiones de un supuesto intento del intedente de Vicente López por conseguir el apoyo del gobernador para mudar una licencia de bingo a su distrito, que requiere la aprobación de la provincia.
"Es falsa la versión, en el encuentro no se habló nada de eso", afirmó a LPO una fuente del sciolismo. Lo que no está claro es si lo hablaron antes o después del encuentro para los fotógrafos.
Los intentos de Granados
Quien más peleó para lograrlo fue el intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, deseoso de tener un Bingo en las inmediaciones del aeropuerto internacional. Su esposa Dulce peleó para que Scioli le dé el gusto pero nunca lo logró. La relación de Granados con el gobernador se quebró para siempre cuando esa inversión se mudó a Rosario, donde Cristóbal López constuyó un faraónico casino que auspician estrellas del espactáculo como Susana Giménez y Marcelo Tinelli.
La obsesión de los intendentes por tener Bingos no es casual: por ley, reciben un 6% de la recaudación. Es por esa razón que tampoco ninguno quiere perder los que posee, lo que complica la mudanza de licencias.
Ahí radica el problema de Jorge Macri y la necesidad de contar con Cristóbal López, que ya demostró un notable poder de convencimiento que perfora como si fueran pompas de jabón, las diferencias partidarias y logra revertir hasta las opiniones más críticas.
El zar del juego kirchnerista nunca logró ingresar al negocio grande del juego bonaerense donde mantiene una pelea de fondo con la firma Boldt que opera el casino Trillenium de Tigre. Intentó instalar un símil del casino de Palermo en el Hipódromo de San Isidro -otra vez apelando a una mudanza de licencia de bingo-, pero cayó derrotado ante el implacanle lobby del obispo local Jorge Casaretto.
De hecho, el proyecto de instalar un casino en Vicente López debe sortear la "cláusula de exclusión" que logró Boldt al instalar Trilenium en Tigre. Según esa norma aprobada oportunamente, no s epuede instalar otra zala de juego en 150 kilómetros a la redonda.
Sin embargo, conocedores del paño ya antiipan los argumentos pasa sortear esa valla: "La ley prohíbe instalar nuevos casinos, no bingos", afirman. Se trata de un eufemismo ya que en una y otra sala, la parte del león de las ganancias provienen de las tragmonedas. Y señalan que de hecho, se intaló un bingo en San Fernando, mucho más cerca de Tigre que Vicente López.
Como sea, en su deseperación por contar con un bingo, Granados pujó para lograr la mudanza de la sala de juegos de Tres Arroyos, para lo que contó con la ayuda del empresario Enzo Ferrari Sánchez, dueño de la Agroganadera “El Encuentro”. Pero el municipio no quiso desprenderse de su sala de juegos y la operación se cayó.
Las opciones en juego
Hoy se menciona a los bingos de Los Polvorines y de Villa Gesell como los más posibles de mudar. Sin embargo, el bingo de Los Polvorines vive un deslumbrante renacimiento con construcción de un edificio de cuatro pisos incluída. Sería extraña semejante inversión, justo antes de mudarlo.
La opción que se maneja entonces es mudar el de Villa Gesell, pero ese trámite encuentra la feroz resistencia del intendente, Jorge Rodríguez Herneta, un aliado incondicional de Florencio Randazzo.
El ministro del Interior es otro de los grandes actores de este negocio. Se lo relaciona a Daniel Mautone, el mayor jugador de los tragamonedas bonaerenses, a quien algunos le atribuyen el poder de dominar a gusto el ingreso y distribución de máquinas que usan todos los licenciatarios.
Como sea, para concretar esta movida Jorge Macri también debe sortear trabas legales en su propio distrito. Es que todavía esta vigente una ordenanza de pirncipios d elos noventa que prohíbe instalar salas de juego en Vicente López y -por ahora- Macri con contaría con los votos necesarios en el Concejo Deliberante para derogarla. Claro que si avanza nivel provincial la mudanza de una licencia a Vicente López, no faltarán los capitalistas que intenten hacer mudar de opinión a los concejales. (La Política OnLine).
Jorge Macri estaría negociando con el empresario kirchnerista Cristóbal López para que instale una sala con sus famosas maquinitas tragamonedas en Vicente López, cerca del predio donde el empresario Carlos De Narváez levanta un complejo con cinco torres de lujo, shopping y parque sobre la vera del río.
La zona fue mejorada con la construcción del distribuidor Néstor Kirchner y el vial costero, que también realizó Ribera Desarrollo S.A., la empresa del hermano del diputado y Diego Solá Prats. Completarla con una sala de juegos -que se explotaría bajo la licencia de Bingo- es una vieja obsesión de Cristóbal López, que sabe que ese estratégico predio pegado a la General Paz y Avenida Libertador, le redundaría ganancias millonarias, al sumar clientes de la ricas zonas norte del Conurbano y la Capital.
"Es una de las plazas más prometedoras del país", sintetizó a LPO una fuente del mercado del juego.
La relación de Jorge Macri con Cristóbal López no debería sorprender. Su primo el jefe de Gobierno logró establecer una sólida alianza con el zar del juego que opera con total tranquilidad su casino de Palermo y los dos barcos de Puerto Madero, pese a que viola numerosas leyes de la Ciudad, no paga ingresos brutos y aporta una cifra ridículo como canon, en relación a los más de 4.000 millones que factura.
El vínculo se logró aceitar gracias a la buena relación que supo construir con el macrismo Federico de Achaval, socio de Cristóbal en el negocio del juego y habitual interlocutor de José Torello, hombre de Macri para atender estos asuntos.
No casualmente Achaval sería quien compró varias licencias de bingos bonaerenses al empresario Aurelio Sierra, previendo su traslado a Vicente López, San Isidro o alguna otra plaza de ese atractivo. Serra es en lo formal el propietario de los bingos de Pinamar, Villa Gesell, Los Polvorines y Olavarría.
Pero los escollos legales para concretar la movida son varios. Las 46 licencias de bingos la provincia de Buenos Aires ya fueron repartidas. Hace tres años Scioli intentó crear 8 nuevas licencias, pero ante la presión de la Iglesia retiró un proyecto de ley para ampliar el cupo que había comenzado a gestionar en la Legislatura. Como "compensación" a los bingeros les liberó la cantidad de maquinitas que pueden instalar por sala, lo que les permitió multiplicar sus ganancias.
Por ello, la única manera de instalar un bingo en una jurisdicción que no lo tiene como Vicente López, es lograr el traslado de una sala de juegos de otro municipio, previa habilitación del Instituto de Loterías y casinos bonaerense, que preside el simpático Jorge "Piedrita" Rodríguez. Se trata de una operación compelja, al punto que pese a los reiterados intentos que se sucedieron en estos años, no se pudo concretar un sólo traslado.
De hecho, el martes pasado se produjo una sugestiva reunión entre Daniel Scioli y Jorge Macri. El encuentro alimentó las versiones de un supuesto intento del intedente de Vicente López por conseguir el apoyo del gobernador para mudar una licencia de bingo a su distrito, que requiere la aprobación de la provincia.
"Es falsa la versión, en el encuentro no se habló nada de eso", afirmó a LPO una fuente del sciolismo. Lo que no está claro es si lo hablaron antes o después del encuentro para los fotógrafos.
Los intentos de Granados
Quien más peleó para lograrlo fue el intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, deseoso de tener un Bingo en las inmediaciones del aeropuerto internacional. Su esposa Dulce peleó para que Scioli le dé el gusto pero nunca lo logró. La relación de Granados con el gobernador se quebró para siempre cuando esa inversión se mudó a Rosario, donde Cristóbal López constuyó un faraónico casino que auspician estrellas del espactáculo como Susana Giménez y Marcelo Tinelli.
La obsesión de los intendentes por tener Bingos no es casual: por ley, reciben un 6% de la recaudación. Es por esa razón que tampoco ninguno quiere perder los que posee, lo que complica la mudanza de licencias.
Ahí radica el problema de Jorge Macri y la necesidad de contar con Cristóbal López, que ya demostró un notable poder de convencimiento que perfora como si fueran pompas de jabón, las diferencias partidarias y logra revertir hasta las opiniones más críticas.
El zar del juego kirchnerista nunca logró ingresar al negocio grande del juego bonaerense donde mantiene una pelea de fondo con la firma Boldt que opera el casino Trillenium de Tigre. Intentó instalar un símil del casino de Palermo en el Hipódromo de San Isidro -otra vez apelando a una mudanza de licencia de bingo-, pero cayó derrotado ante el implacanle lobby del obispo local Jorge Casaretto.
De hecho, el proyecto de instalar un casino en Vicente López debe sortear la "cláusula de exclusión" que logró Boldt al instalar Trilenium en Tigre. Según esa norma aprobada oportunamente, no s epuede instalar otra zala de juego en 150 kilómetros a la redonda.
Sin embargo, conocedores del paño ya antiipan los argumentos pasa sortear esa valla: "La ley prohíbe instalar nuevos casinos, no bingos", afirman. Se trata de un eufemismo ya que en una y otra sala, la parte del león de las ganancias provienen de las tragmonedas. Y señalan que de hecho, se intaló un bingo en San Fernando, mucho más cerca de Tigre que Vicente López.
Como sea, en su deseperación por contar con un bingo, Granados pujó para lograr la mudanza de la sala de juegos de Tres Arroyos, para lo que contó con la ayuda del empresario Enzo Ferrari Sánchez, dueño de la Agroganadera “El Encuentro”. Pero el municipio no quiso desprenderse de su sala de juegos y la operación se cayó.
Las opciones en juego
Hoy se menciona a los bingos de Los Polvorines y de Villa Gesell como los más posibles de mudar. Sin embargo, el bingo de Los Polvorines vive un deslumbrante renacimiento con construcción de un edificio de cuatro pisos incluída. Sería extraña semejante inversión, justo antes de mudarlo.
La opción que se maneja entonces es mudar el de Villa Gesell, pero ese trámite encuentra la feroz resistencia del intendente, Jorge Rodríguez Herneta, un aliado incondicional de Florencio Randazzo.
El ministro del Interior es otro de los grandes actores de este negocio. Se lo relaciona a Daniel Mautone, el mayor jugador de los tragamonedas bonaerenses, a quien algunos le atribuyen el poder de dominar a gusto el ingreso y distribución de máquinas que usan todos los licenciatarios.
Como sea, para concretar esta movida Jorge Macri también debe sortear trabas legales en su propio distrito. Es que todavía esta vigente una ordenanza de pirncipios d elos noventa que prohíbe instalar salas de juego en Vicente López y -por ahora- Macri con contaría con los votos necesarios en el Concejo Deliberante para derogarla. Claro que si avanza nivel provincial la mudanza de una licencia a Vicente López, no faltarán los capitalistas que intenten hacer mudar de opinión a los concejales. (La Política OnLine).
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