(ANDigital) La Argentina es referente mundial en la producción de aceite de oliva y aceitunas de mesa. En 2011, ambos productos generaron exportaciones por más de 30 millones de dólares.
Hay buenas noticias para el olivo: será el cultivo con mayor crecimiento de la Argentina hacia 2016 y, por si esto fuera poco, duplicaría su producción en 2020, según describe el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
Hay buenas noticias para el olivo: será el cultivo con mayor crecimiento de la Argentina hacia 2016 y, por si esto fuera poco, duplicaría su producción en 2020, según describe el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
En los próximos años, la superficie olivícola nacional alcanzaría las 110.720 hectáreas, con una producción anual superior a las 100 mil toneladas de aceite de oliva. Esto posicionaría a la Argentina en el décimo lugar por superficie dedicada a esta actividad y lo convertiría en uno de los diez primeros productores mundiales de aceite.
“El país cuenta con el potencial para transformarse en uno de los principales actores de la olivicultura mundial”, expresó Ángel César Matías, especialista del INTA Catamarca.
El impacto económico de este rubro productivo, en concepto de exportaciones, superó los 30 millones de dólares en el primer trimestre de 2011. Según el último relevamiento de la Subsecretaría de Desarrollo de las Economías Regionales, en ese período se exportaron 2.494 toneladas de aceite de oliva por U$S 9 millones FOB (franco a bordo) y un valor unitario de U$S 3.614 FOB por tonelada.
Y con respecto a aceitunas de mesa, en ese ciclo también se comercializaron 13.585 toneladas por U$S 21,1 millones FOB y un valor unitario de U$S 1.552 FOB por tonelada. En 2010, las ventas externas habían alcanzado las 85.324 toneladas, un incremento del 146,1% con respecto a la campaña de 2000 y por un valor de U$S 43,1 millones FOB.
La megamuestra INTA Expone NOA, que se realizará en Cerrillos (Salta) del 20 al 22 de abril, permitirá observar todas las etapas de la cadena olivícola: desde la producción de plantines, el cultivo, la poda y la sanidad hasta la cosecha, con dos líneas posibles: aceituna para aceite o conserva.
De acuerdo a una publicación de Inta Informa, estos caminos trazarán, por un lado, la ruta del aceite, con maquetas de los tipos de cosecha y poscosecha, una pequeña fábrica de extracción, un laboratorio de análisis físico-químico del aceite. Por otro, la ruta que representará el proceso de elaboración de aceituna de mesa. En ambos caso habrá cata y degustaciones, además de información y novedades técnicas.
Además, la exposición reflejará los principales logros institucionales en el noroeste argentino alcanzados en el marco de los ejes estratégicos de la competitividad, la sustentabilidad y la equidad social.
Una planta que elabora
El especialista Matías destacó los trabajos que realiza el INTA en la planta piloto de producción de aceite que posee la institución en Catamarca: “Se divide en dos partes. Por un lado está el ingreso de la aceituna y la extracción del aceite de oliva y, por otro, acompañando el proceso, están los laboratorios en los cuales se realizan los análisis relacionados con la calidad del aceite”.
“Esta planta es utilizada para investigación –amplió–. Aquí se realiza la caracterización de los aceite de oliva de acuerdo a diferentes variedades, zonas de producción y los diversos momentos de cosecha. Según estas características, aun tratándose de la misma variedad, puede haber diferencias”.
El técnico puntualizó que los resultados allí arrojados sirven para “caracterizar los aceites y saber cuáles son los momentos oportunos de cosecha”. Además, allí se asegura que los aceites cumplan con “los requisitos exigidos por el Consejo Oleícola Internacional (COI), teniendo en cuenta que la mayor parte del aceite de oliva producido en el país es exclusivamente para la exportación”.
Un producto del noroeste
Con alrededor de 105 mil hectáreas cultivadas de olivos, de las cuales el 70% está implantado bajo riego, Catamarca, La Rioja y San Juan lideran la producción argentina, seguidas por Mendoza, Córdoba, Buenos Aires, Río Negro y San Luis.
Catamarca destina el 80% de su producción olivarera a la elaboración de aceite, mientras que en La Rioja está dirigida a la industria conservera. El COI indica que, en la Argentina, el 65% de la producción de aceitunas se dispone para la elaboración de aceite y el 35% para aceituna de mesa.
En los últimos doce años, la elaboración de aceite de oliva se incrementó un 239% y la producción de aceitunas de mesa un 89,7%. En la campaña 2011, el sector alcanzó un volumen cercano a las 20 mil toneladas de aceite de oliva y 110 mil toneladas de aceitunas de mesa, según datos de la Dirección de Competitividad e Inclusión de Pequeños Productores del Ministerio de Agricultura de la Nación.
Con el núcleo productivo en el noroeste argentino, la Argentina es potencialmente productora de aceites varietales y blends de mayor consumo en el mundo. “La diferenciación de calidad del producto obtenido en las zonas olivícolas permite una mejor inserción y posicionamiento del aceite”, dijo el profesional del INTA Catamarca.
Estados Unidos es el mayor comprador de aceite de oliva virgen, seguido por Brasil e Italia. Puertas adentro, el consumo promedio nacional de aceitunas de conserva y de aceite de oliva es de 15 mil y 5,24 mil toneladas anuales, respectivamente.
Tanto en Catamarca como en la Rioja, Arbequina es la principal variedad oleícola, con una superficie implantada superior al 50%. De tipo aceitera, es apreciada por su rusticidad, adaptabilidad, precocidad y alta productividad –de 15 a 18 toneladas por hectárea en sistemas intensivos–, que logra un aceite suave, de frutado medio con bajos amargo y picante.
Además, el sector es una de las principales fuentes de contratación de mano de obra transitoria en las regiones de Cuyo y NOA. “Teniendo en cuenta que aproximadamente existen en Argentina 50.000 hectáreas de olivares modernos (intensivos), se requieren 400.000 jornales al año para poda”, dijo Ruth Cáceres, especialista del INTA Catamarca.
Al cálculo, además, debe sumarse las contrataciones de técnicos, capataces y personal administrativo para las empresas. “Para la cosecha, la demanda real es aproximadamente de 1.350.000 jornales al año, representando 14.440 puestos de trabajo durante los 90 días de la campaña productiva”, completó. (ANDigital)
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