BUENOS AIRES, Julio 21, (PUNTO CERO) Un hombre y un riesgo que el Gobierno subestimó. La historia lo absolverá en dependencia de cómo lo juzguen quienes hoy están a favor o en contra del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Creo que nadie hubiera querido estar en el lugar -que es decir ni en la piel ni la conciencia- de Julio César Cleto Cobos, vicepresidente de la Nación y presidente del Senado, durante la dramática jornada donde se le vio “contra la espada y la pared”, en la disyuntiva de romper el empate en número de votos a favor y en contra del proyecto de Retenciones Móviles que estaba a punto de nacer como Ley nacional.
Me aventuro a afirmar que millones de personas prendidas a la TV hasta avanzadas horas de la madrugada, percibimos cómo se contraía cada músculo del rostro del mendocino, a la vez que una palidez desfalleciente le gana el rostro.
No era para menos: En sus manos estaba una decisión de enorme trascendencia nacional. De él únicamente dependía en ese instante, que fuera Ley la R/125 de Retenciones móviles que el Gobierno nacional defendía como una proyecto de Redistribución de las riquezas, en tanto el campo lo rechazaba por considerarlo confiscatorio, al punto de generarse un conflicto que puso en vilo al país y lo dividió.
El “acto heroico” de Cobos para zafar de mayúscula decisión política de envergadura nacional, fue sin dudas, solicitar en Cuarto Intermedio pero no lo consiguió.
Y si alguna esperanza quedaba al oficialismo (que todos vieron personificado en el senador del FpV, Miguel Ángel Pichetto) de que Cobos diera su voto positivo al proyecto, esa ilusión se desvaneció, desde el momento mismo en que con voz estrangulada por la angustia, confesaba:
'No puedo acompañar, y esto no significa que esté traicionando. Estoy de acuerdo con mis convicciones. Le pido a la presidenta de los argentinos, que tiene la posibilidad de enviar un nuevo proyecto, que contemple todo lo que se ha dicho. Que contemple todos los aportes que se han brindado. 'Que la historia me juzgue. Pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo.'
La cita es textual del breve discurso de Cobos previo a su voto en contra del proyecto oficialista.
El subconsciente le condujo a anticipar el juicio de la traición, que hoy le imputan muchas personas, en tanto que otras elogian su “valiente actuación”.
Basta un dar Click y el apellido Cobos salta en la Internet, sometido a toda suerte de juicios, entre los más severos figura:
Julio Cobos Le dijo 'no a las retenciones”, le dijo no a la equidad y redistribución del pueblo. Otra vez más los mas poderosos grupos económicos le dieron la espalda al pueblo.
Cuando el pueblo votó a Cristina, votó también a la redistribución, a la equidad.
Por eso Julio no sólo traicionó a la flamante Presidenta quien lo llevó al poder, porque sin ella no hubiera llegado a ningún lado, sino que traicionó al pueblo argentino.
¿Puede ser juzgado este acto de Cobos como una traición, ajustándonos a la acepción estricta de la palabra que la describe como un “Delito que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener?
En un país en democracia, donde supuestamente se puede disentir sin temor a represalias, se considera legítimo un voto discrepante con la idea oficial.
Pero aún así no suena bien, creo que para nadie, que el Vicepresidente de la nación, no por un acto de gratitud ni mucho menos, haya dado la espalda a un proyecto del propio Gobierno que integra.
¿Pero es culpa de Cobos esa supuesta “deslealtad”, o de quienes lo subestimaron desde la cúpula gobernante, a tal punto que se le llegó a considera “figura decorativa”?
¿Tuvo en cuenta el matrimonio presidencial que Cobos era un radical recién estrenado en la corriente de la “concertación plural” y criticado ferozmente por sus dirigentes por considerar que abandonó las filas puras del radicalismo para acceder a un cargo que ni soñó desde la lejana provincia de Mendoza?
¿Qué pruebas de lealtad recibió Cristina Fernández para asegurarse de poner en un cargo tan relevante para la nación, a un hombre que había abandonado de forma tan reciente su posición opositora?
¿Recibió Julio Cobos la más amplia deferencia, y el derecho a participar en las decisiones nacionales, o fue un “invitado” a los actos oficiales para escenificar para el público, un abrazo cordial con la Presidenta?
De todos es conocido que las diferencias entre la presidenta Cristina Kirchner y el vicepresidente Julio Cobos se agravaron en los primeros días de julio, cuando el titular del Senado declaró por los Medios, que 'sería lamentable' que el vicepresidente de la Nación, que tanta representatividad tiene como la Presidenta, deba pedir permiso o autorización para ejercer una función, sea protocolar o de opinión'. 'Me parece que esto no le hace bien al Poder Ejecutivo'.
Esta expresión de enojo respondía sin lugar a dudas, a las críticas que recibió por su iniciativa mediadora, de convocar a gobernadores para que trasladasen al Congreso, su sentir por el conflicto con el campo, y ello tiene varias lecturas, entre ellas, un reclamo de representatividad, y protagonismo que Cobos a penas había logrado como vicepresidente del país y Titular del Senado de la nación.
El hombre no vive como piensa, sino que piensa como vive, y Cobos reaccionó como ha vivido: subestimado. Solo así se puede comprender este acto que muchos llaman de “deslealtad” y que se trasluce, en su propia expresión:
'Yo sé que formo parte del Gobierno y que vengo de otro sector, de otro espacio político, y por ahí esto me permite disentir en algunas cosas. Esto es la pluralidad. Esto es actuar de acuerdo con las convicciones que uno tiene.
Creo que nadie hubiera querido estar en el lugar -que es decir ni en la piel ni la conciencia- de Julio César Cleto Cobos, vicepresidente de la Nación y presidente del Senado, durante la dramática jornada donde se le vio “contra la espada y la pared”, en la disyuntiva de romper el empate en número de votos a favor y en contra del proyecto de Retenciones Móviles que estaba a punto de nacer como Ley nacional.
Me aventuro a afirmar que millones de personas prendidas a la TV hasta avanzadas horas de la madrugada, percibimos cómo se contraía cada músculo del rostro del mendocino, a la vez que una palidez desfalleciente le gana el rostro.
No era para menos: En sus manos estaba una decisión de enorme trascendencia nacional. De él únicamente dependía en ese instante, que fuera Ley la R/125 de Retenciones móviles que el Gobierno nacional defendía como una proyecto de Redistribución de las riquezas, en tanto el campo lo rechazaba por considerarlo confiscatorio, al punto de generarse un conflicto que puso en vilo al país y lo dividió.
El “acto heroico” de Cobos para zafar de mayúscula decisión política de envergadura nacional, fue sin dudas, solicitar en Cuarto Intermedio pero no lo consiguió.
Y si alguna esperanza quedaba al oficialismo (que todos vieron personificado en el senador del FpV, Miguel Ángel Pichetto) de que Cobos diera su voto positivo al proyecto, esa ilusión se desvaneció, desde el momento mismo en que con voz estrangulada por la angustia, confesaba:
'No puedo acompañar, y esto no significa que esté traicionando. Estoy de acuerdo con mis convicciones. Le pido a la presidenta de los argentinos, que tiene la posibilidad de enviar un nuevo proyecto, que contemple todo lo que se ha dicho. Que contemple todos los aportes que se han brindado. 'Que la historia me juzgue. Pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo.'
La cita es textual del breve discurso de Cobos previo a su voto en contra del proyecto oficialista.
El subconsciente le condujo a anticipar el juicio de la traición, que hoy le imputan muchas personas, en tanto que otras elogian su “valiente actuación”.
Basta un dar Click y el apellido Cobos salta en la Internet, sometido a toda suerte de juicios, entre los más severos figura:
Julio Cobos Le dijo 'no a las retenciones”, le dijo no a la equidad y redistribución del pueblo. Otra vez más los mas poderosos grupos económicos le dieron la espalda al pueblo.
Cuando el pueblo votó a Cristina, votó también a la redistribución, a la equidad.
Por eso Julio no sólo traicionó a la flamante Presidenta quien lo llevó al poder, porque sin ella no hubiera llegado a ningún lado, sino que traicionó al pueblo argentino.
¿Puede ser juzgado este acto de Cobos como una traición, ajustándonos a la acepción estricta de la palabra que la describe como un “Delito que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener?
En un país en democracia, donde supuestamente se puede disentir sin temor a represalias, se considera legítimo un voto discrepante con la idea oficial.
Pero aún así no suena bien, creo que para nadie, que el Vicepresidente de la nación, no por un acto de gratitud ni mucho menos, haya dado la espalda a un proyecto del propio Gobierno que integra.
¿Pero es culpa de Cobos esa supuesta “deslealtad”, o de quienes lo subestimaron desde la cúpula gobernante, a tal punto que se le llegó a considera “figura decorativa”?
¿Tuvo en cuenta el matrimonio presidencial que Cobos era un radical recién estrenado en la corriente de la “concertación plural” y criticado ferozmente por sus dirigentes por considerar que abandonó las filas puras del radicalismo para acceder a un cargo que ni soñó desde la lejana provincia de Mendoza?
¿Qué pruebas de lealtad recibió Cristina Fernández para asegurarse de poner en un cargo tan relevante para la nación, a un hombre que había abandonado de forma tan reciente su posición opositora?
¿Recibió Julio Cobos la más amplia deferencia, y el derecho a participar en las decisiones nacionales, o fue un “invitado” a los actos oficiales para escenificar para el público, un abrazo cordial con la Presidenta?
De todos es conocido que las diferencias entre la presidenta Cristina Kirchner y el vicepresidente Julio Cobos se agravaron en los primeros días de julio, cuando el titular del Senado declaró por los Medios, que 'sería lamentable' que el vicepresidente de la Nación, que tanta representatividad tiene como la Presidenta, deba pedir permiso o autorización para ejercer una función, sea protocolar o de opinión'. 'Me parece que esto no le hace bien al Poder Ejecutivo'.
Esta expresión de enojo respondía sin lugar a dudas, a las críticas que recibió por su iniciativa mediadora, de convocar a gobernadores para que trasladasen al Congreso, su sentir por el conflicto con el campo, y ello tiene varias lecturas, entre ellas, un reclamo de representatividad, y protagonismo que Cobos a penas había logrado como vicepresidente del país y Titular del Senado de la nación.
El hombre no vive como piensa, sino que piensa como vive, y Cobos reaccionó como ha vivido: subestimado. Solo así se puede comprender este acto que muchos llaman de “deslealtad” y que se trasluce, en su propia expresión:
'Yo sé que formo parte del Gobierno y que vengo de otro sector, de otro espacio político, y por ahí esto me permite disentir en algunas cosas. Esto es la pluralidad. Esto es actuar de acuerdo con las convicciones que uno tiene.
Esta clarísimo, Julio César Cleto Cobos actuó con las convicciones que siempre tuvo, guardadas en su pensamiento opositor y que algún día iba a revelar. Y ése día llegó: cuando las circunstancias lo pusieron “contra la espada y la pared”. (PUNTO CERO).
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