MALVINAS ARGENTINAS, Agosto 02, (PUNTO CERO) El país, merced a un estilo muy particular de gobierno, que no necesita enemigos para ganarse problemas innecesariamente, sigue por su sinuoso rumbos de altos y bajos, según el humor de los patriarcas sureños.
Al compás de los re-mezones nacionales, provincias y municipios deben seguir su curso, tratar de avanzar y, de no quedar atrapados en la vorágine de cada día.
José C. Paz, sigue en un ambiente político y de gobierno que parece haberse quedado en la década del 80, con nombres y apellidos entronizados y que parecen perenmes, sin o escasa renovación y que es el refugio del antiguo caudillismo que encontro un lugar de supervivencia. Mientras tanto la suerte del Ejecutivo siempre está atada a los auxilios nacionales o provinciales que pueda obtener y la contraprestación es, cada vez que es necesario mover la tropa afín al lugar que sea, para apuntalar al que firma la chequera de las obras, se trate de quien se trate, en el gobierno que sea y si hay que demonizar al que estuvo antes, nada impide que se lo haga sin culpas. Historia ya conocida.
San Miguel, caso curioso el de este municipio, el gran ganador que a priori parecía en la división de los distritos, porque le quedaba todo y se sacaba de encima el gran lastre que representaban José C. Paz (el lugar más pobre de la Provincia) y un naciente Malvinas Argentinas, que nadie podía predecir su destino.
Y el gran ganador con el pasó de los años, sigue firme en su camino a la decadencia por la falta de un liderzgo real y concreto que establezca una supremacía y una ejecución de gobierno acorde a lo que san Miguel se merece. Y llega a este presente, con un Joaquín de la Torre, que ejerce una conducción acorde con la imagen que trasmite desaliñada y sin estilo definido. Y estos días le explotó el divorcio anunciado desde el nacimiento mismo de su sociedad política con el hoy diputado provincial Franco Laporta y que llevó como primera muestra pública, el desalojo de Hipólito Fuentes de la presidencia del Concejo Deliberante y reemplazado por Máximo Luppino, el otrora presidente en la gestión del riquismo. Todo cambia, para que nada cambie.
Y Malvinas Argentinas, sigue día a día por ese derrotero que ya no sorprende a nadie, con un intendente y el equipo que lo rodea, que han ejercido una conducción sin fisuras, que ha tenido sus aciertos y errores, como todo el que hace, pero donde día a día, los avances, los éxitos de gestión, tanto de gobierno, como en el plano político, están a la vista para envidia de todos.Logró transformar que a un minúsculo municipio bonaerense, surgido de la nada, desde muchos ámbitos tanto nacionales o provinciales hoy lo miren como modelo para imitar, y por más que pueda gozar o no de la simpatía, aunque sea a desgano, hoy todos los elogían. Y eso no es poca cosa en un ambiente donde nadie regala nada.
Al compás de los re-mezones nacionales, provincias y municipios deben seguir su curso, tratar de avanzar y, de no quedar atrapados en la vorágine de cada día.
José C. Paz, sigue en un ambiente político y de gobierno que parece haberse quedado en la década del 80, con nombres y apellidos entronizados y que parecen perenmes, sin o escasa renovación y que es el refugio del antiguo caudillismo que encontro un lugar de supervivencia. Mientras tanto la suerte del Ejecutivo siempre está atada a los auxilios nacionales o provinciales que pueda obtener y la contraprestación es, cada vez que es necesario mover la tropa afín al lugar que sea, para apuntalar al que firma la chequera de las obras, se trate de quien se trate, en el gobierno que sea y si hay que demonizar al que estuvo antes, nada impide que se lo haga sin culpas. Historia ya conocida.
San Miguel, caso curioso el de este municipio, el gran ganador que a priori parecía en la división de los distritos, porque le quedaba todo y se sacaba de encima el gran lastre que representaban José C. Paz (el lugar más pobre de la Provincia) y un naciente Malvinas Argentinas, que nadie podía predecir su destino.
Y el gran ganador con el pasó de los años, sigue firme en su camino a la decadencia por la falta de un liderzgo real y concreto que establezca una supremacía y una ejecución de gobierno acorde a lo que san Miguel se merece. Y llega a este presente, con un Joaquín de la Torre, que ejerce una conducción acorde con la imagen que trasmite desaliñada y sin estilo definido. Y estos días le explotó el divorcio anunciado desde el nacimiento mismo de su sociedad política con el hoy diputado provincial Franco Laporta y que llevó como primera muestra pública, el desalojo de Hipólito Fuentes de la presidencia del Concejo Deliberante y reemplazado por Máximo Luppino, el otrora presidente en la gestión del riquismo. Todo cambia, para que nada cambie.
Y Malvinas Argentinas, sigue día a día por ese derrotero que ya no sorprende a nadie, con un intendente y el equipo que lo rodea, que han ejercido una conducción sin fisuras, que ha tenido sus aciertos y errores, como todo el que hace, pero donde día a día, los avances, los éxitos de gestión, tanto de gobierno, como en el plano político, están a la vista para envidia de todos.Logró transformar que a un minúsculo municipio bonaerense, surgido de la nada, desde muchos ámbitos tanto nacionales o provinciales hoy lo miren como modelo para imitar, y por más que pueda gozar o no de la simpatía, aunque sea a desgano, hoy todos los elogían. Y eso no es poca cosa en un ambiente donde nadie regala nada.
Y el «pibe» (Jesús Cariglino), como le decían algunos detractores, ganó la apuesta, se sobrepuso a los infortunios y desventuras. Surgido de la nada en el 95, instaló a Malvinas Argentinas en la consideración y reconocimiento de todos. Y eso no es poca cosa. (PUNTO CERO
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