Los CEDIN, tal como fueron reglamentados, operarán como una moneda nacional convertible en dólares. Este tipo de herramienta demuestra que utilizar el respaldo de una moneda extranjera más que una opción es una necesidad derivada de la inflación alta y persistente.
A través de la reglamentación dispuesta por el Gobierno se le asigna a los CEDIN la función de operar como moneda de cambio en las transacciones inmobiliarias y, por vía de endosos, en otros sectores. El objetivo subyacente es generar alternativas de medios de pago ante el fracaso del “cepo cambiario”, tratando de imponer a la población que todas las transacciones se realicen en pesos.
Así analiza el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), en su último Informe, la reciente decisión del gobierno central en el terreno financiero.
Los CEDIN se pueden comprar en cualquier banco entregando a cambio dólares. El banco emite los CEDIN, recibe los dólares y los transfiere al Banco Central. Luego, cuando el poseedor quiere cambiar los CEDIN por los dólares, debe presentarlos en un banco, el banco solicita al Banco Central los dólares, se los entrega a la persona y remite al Banco Central los CEDIN recuperados. Así, los CEDIN están 100% respaldados en dólares bajo una paridad de 1 a 1, o sea, se aspira a que operen con un mecanismo análogo al que tuvo el peso argentino durante la convertibilidad de la década de los ‘90.
La pregunta de IDESA es entonces: ¿Por qué el Gobierno apela -mediante los CEDIN- a un mecanismo reiteradamente denostado? Según los analistas del Instituto, la evolución histórica de la inflación en Argentina echa luz sobre la respuesta:
* En los 40 años que precedieron a la convertibilidad, la tasa de inflación promedio fue de 110% anual.
* Esta media se conforma por una tasa de inflación promedio del 24% anual en las décadas del ’50 y ’60, y de 254% anual durante los ’70 y ’80.
* Más recientemente, entre los años 2007 y 2013, la tasa de inflación promedio fue de 22% anual.
Estos datos muestran que la década de los ’90 estuvo precedida por 40 años de inflación extremadamente elevada. La severidad del problema obligó a adoptar un régimen monetario muy rígido, como la convertibilidad. En la actualidad, sin llegar a los niveles de inflación de las décadas de los ´70 y ´80, pero similares a los ’50 y ’60, el Gobierno se ve forzado a buscar alternativas porque el peso argentino ha dejado de servir como instrumento de ahorro y tiene muchas limitaciones para ser usado como instrumento de transacción.
Observa IDESA que reglas de juego que inducen baja productividad y niveles de gasto público crónicamente superiores a los ingresos del Estado fatalmente generan alta inflación y, con ello, la destrucción de la moneda nacional. Ante esta situación, la gente no tiene otra alternativa que apelar a una moneda extranjera. Se intentó forzar el uso del peso argentino en las transacciones y el ahorro a través del “cepo cambiario” pero, como era previsible, la medida fracasó porque con alta inflación la gente no acepta la moneda nacional. Por eso, en clara contradicción con los discursos, se terminó apelando a crear los CEDIN, una cuasi-moneda convertible a dólar. Dándole la naturaleza de convertible, se apuesta a generar una moneda nacional que ayude a movilizar ahorros y facilitar las transacciones.
La convertibilidad del peso cayó en el año 2002 por la indisciplina estructural de la Argentina al persistir en elevados déficits fiscales en los tres niveles de gobierno. En las actuales condiciones, donde a la falta de respecto por el equilibrio fiscal se suma una gran cantidad de reglas de organización económica, social y política incoherentes e irracionales, las probabilidades de que esta nueva convertibilidad funcione son mínimas. Mientras no se avance en un cambio estructural de estrategia de país, los CEDIN generarán escasa confianza y, con ello, su uso será muy limitado.
El problema de fondo no es el régimen monetario sino la generalizada baja calidad de las instituciones. La inflación crónica y la decadencia es un derivado de reglas de juego que inducen a ineficiencias, lobbies buscando rentas y nichos monopólicos, intensas pujas distributivas, altos niveles de corrupción y profundos desequilibrios fiscales.
Mientras no haya estabilidad, la gente va a ahorrar y utilizar como medio de pago una moneda diferente a la nacional. Por eso, la tan proclamada “soberanía monetaria” no se logra con discursos sino con mejores instituciones, en particular, un manejo más responsable y profesional del Estado.
Volver a crear una moneda convertible, como los CEDIN, en el mejor de los casos puede aportar paliativos frente a la irracionalidad del “cepo cambiario”, pero las soluciones pasan por recuperar la estabilidad de precios a partir de instituciones que estimulen el esfuerzo y la productividad. (Empresas News).
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