Por María Elena Naddeo, Legisladora de la Ciudad (Frente Progresista Popular)
La escuela toda, y en particular la escuela secundaria, tienen una profunda relación con el proyecto de país y de sociedad que se construye e impulsa desde el Gobierno Nacional.
En los 90 luchamos contra la Ley Federal de Educación, defendimos la escuela técnica, las normales, las artísticas. La ley menemista era funcional al proyecto destinado a liquidar la industria nacional y los recursos energéticos y estaba al servicio de los capitales y patentes extranjeras. En las provincias del interior del país, con excepción de Neuquén y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la escuela secundaria quedó devastada, destruidas las escuelas técnicas, las artísticas, las diversas especialidades.
El gobierno Nacional actual impulsó la derogación de la Ley Federal y hoy, a través del Consejo Federal, se establecen acuerdos para volver a poner de pie la educación técnica, con fuerte financiamiento y la Nueva Escuela Secundaria compatibilizando los planes de estudio en todo el país.
En este proceso existen avances y contradicciones, un promedio nacional por debajo de la calidad educativa de los distritos que no aplicamos la odiosa reforma neoliberal. Allí se centra alguno de los problemas que tenemos que debatir: defender la continuidad de todos los bachilleratos y especialidades valiosas de nuestra ciudad, como el Bachillerato Pedagógico, entre otros. Pero en todo este proceso la participación real de la comunidad educativa es fundamental.
La eliminación de Historia en los 4º y 5º años de la secundaria, así como de Instrucción Cívica en 5º, no surge ni de las propuestas del Consejo Federal de Educación ni de ningún debate docente o estudiantil. Se trata de una propuesta de diseño curricular establecida por la Dirección de Planeamiento Educativo de la Ciudad con el objetivo de ajustar las horas cátedra semanales a la cantidad exigida por Nación. Pero esta propuesta no responde al sentimiento de docentes y alumnos ni a la alta valoración que esos contenidos tienen hoy por estar vinculados a la formación ciudadana cuando los jóvenes pueden votar a partir de los 16 años.
Es imprescindible entonces revisar la propuesta, retirarla, suspenderla para volver a mirar cuáles son los cuestionamientos que formulan adolescentes, padres y docentes de la escuela secundaria. Y a partir de allí, elaborar nuevamente la caja curricular. Algunas de las claves serán sin duda posibilitar mayor democracia interna en las escuelas, mejor
motivación e incentivo para el estudio y la investigación desarrollada por los alumnos, más capacitación pedagógica para incorporar definitivamente dinámica de grupos, extensión social, cultural y deportiva en las escuelas.
Historia de 1º a 5º año es tan importante como Lengua o Matemáticas. Expresarse, hacer cálculos, razonar a partir de problemas y conocer la realidad social y política en su devenir, son aspectos todos relevantes. ¿Habrá que ampliar a 45 horas cátedra semanales la escuela secundaria? ¿Tendremos que pensar en horas virtuales a través de las nuevas técnicas informáticas de comunicación? Vale la pena forzar la imaginación. Es esta una oportunidad histórica para repensar la escuela secundaria, con una propuesta que entusiasme para que valga la pena volver a estudiar.
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