Según un “mito popular”, a medida que los hombres y las mujeres van creciendo y pasan los 50 años la frecuencia y la calidad con la cual tienen relaciones sexuales es menor. ¿Es una creencia acertada?
Muchos creen que la sexualidad es algo que se termina a determinada edad de manera natural. Si bien es claro que con la edad todas las funciones sufren una merma en el desempeño, estas no necesariamente impiden el funcionamiento.
Al respecto, el dr. Néstor Daffinoti, asesor de Boston Medical Group en Argentina, ejemplifica: “A los 70 años seguramente no podremos correr o caminar a un ritmo acelerado como a los 20 años, pero eso no nos convierte en inválidos. Lo mismo ocurre con la sexualidad y el desempeño sexual: esta se adecuará a la condición física y se mantendrá activa, y al igual que lo que sucede con la caminata, es recomendable continuar con una activa vida sexual”.
Lo cierto es que con el avance de la edad se producen cambios hormonales que por supuesto afectan a la sexualidad: en el hombre la testosterona, y los estrógenos en la mujer, disminuyen sus niveles con el paso de los años. Sin embargo no llegan a un
“nivel cero”, que anularía el deseo y desempeño, por lo cual seguir manteniendo relaciones sería lo más normal.
“Precisamente a edades avanzadas es cuando hombres y mujeres requieren más que nunca de una compañía en la cual compartan lo afectivo. Pero cuando el individuo no busca a ese compañero o compañera por temor a un fracaso sexual, el individuo se aísla socialmente. Entonces, resigna no solo el sexo sino también muchas otras situaciones placenteras que pueden recrearse en pareja y no tanto individualmente”.
Entre las razones que suelen argumentar los hombres que a partir de los 50 años “abandonan” el sexo o lo tienen muy esporádicamente, se encuentran algunas de orden social, como la pérdida de la pareja “de toda la vida”, conflictos sociales, cansancio, vergüenzas y pudores de buscar otra compañera o compañero; hasta tabúes de tipo cultural o religioso de cada persona. Además, hay muchos hombres que nunca tuvieron un gran interés por el sexo y encuentran en la edad avanzada la excusa perfecta para justificarse.
Otro grupo muy numeroso que “cuelga los botines” es el de aquellos que comienzan a padecer una disfunción sexual (disfunción eréctil es la más común a edades avanzadas), o bien que la padecieron toda su vida pero se negaron a reconocerlo y a tratarse.
“Este último grupo –explica el dr. Daffinoti- es más nutrido de lo que se cree. El problema es que conviven años y hasta décadas con eyaculación precoz o con serias dificultades para obtener o mantener una erección, y creen que el sexo es poco placentero porque no pueden disfrutarlo. En ambos casos: quienes siempre tuvieron la disfunción, y quienes comienzan con los inconvenientes a partir de los 50 años, lo recomendable es visitar a un especialista, ya que las disfunciones tienen solución en la enorme mayoría de los casos”.
Enfermedades, medicamentos y prevención
También hay una relación estrecha entre algunas enfermedades -y los medicamentos utilizados par combatirlas- y la ausencia de deseo sexual a edades avanzadas.
Daffinoti indica que “la diabetes, la hipertensión arterial, algunos déficits endocrinológicos (bajos niveles de testosterona o altos de prolactina, enfermedades que afecten a los órganos genitales, etc.) y los medicamentos que se utilizan para contrarrestarlas -como por ejemplo los betabloqueantes en la hipertensión, y otros como los diuréticos, psicofármacos, antiácidos, etc.- pueden afectar el deseo sexual.
Por estas razones, la prevención es una gran herramienta para tender a una vida sexual activa, aún en edades avanzadas. Evitar el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo, las bebidas alcohólicas y tener una dieta natural y libre de tóxicos favorecen notablemente una vida sexual mejorada en calidad y duración. “De todas maneras, ante la aparición de síntomas de disfunciones sexuales, lo recomendable siempre será visitar a un especialista”, finaliza el especialista del Boston Medical Group. (Asteriscos TV).
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