La presidenta desembarcó en el Distrito Tecnológico creado por el PRO y envió una serie de gestos para una futura cooperación entre los gobiernos. El kirchnerismo está dispuesto a desembolsar un dineral en obras para la Ciudad, pero para eso el jefe de gobierno deberá moderar en parte su perfil opositor.
La palabra distensión, más allá de la semántica, es un concepto político acuñado en la Guerra Fría. Luego de la crisis de los misiles en 1962, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron más próximos que nunca a iniciar una guerra nuclear, las superpotencias ingresaron en una etapa de relativa calma, representada por el célebre teléfono rojo entre la Casa Blanca y el Kremlin.
Casi 50 años después, salvando las distancias, los gobiernos de Cristina Kirchner y Mauricio Macri parecen haber ingresado en una período de no agresión, luego de casi cuatro años de confrontación constante.
Al menos eso es lo que se especula en el PRO luego de los últimos gestos que envió la presidenta, tras su triunfo aplastante en las primarias. El llamado de Macri para felicitarla desde Italia y la consiguiente chanza amigable que hizo Cristina contando que el ingeniero estaba en bermudas puede parecer un episodio banal, pero en el macrismo fue entendido como un gesto de que en el futuro las relaciones pueden mutar a un escenario más confortable.
Ese gesto se profundizó hoy, con el desembarco de la propia Cristina en el Distrito Tecnológico de Parque Patricios, uno de los emblemas de la gestión de Macri, que estuvo representado por funcionarios de segunda y tercera línea. La presidenta inauguró allí una planta de Banghó, una de las empresas de informática más importantes del país.
Desde el Ejecutivo porteño dijeron a La Política Online que están muy contentos con el discurso de Cristina, que “habló muy bien del distrito tecnológico”, en el que también se instalaron empresas como Novatech que produce los decodificadores de la TV Digital que pregona el Gobierno nacional.
Desde el macrismo fueron mucho más allá: “estamos alineados con el Gobierno nacional en cuestiones como la tecnología”, dijeron a este medio las fuentes que remarcaron la muy buena relación del PRO con el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao.
Destacan además la actitud de la ministra de Industria de la Nación, Débora Giorgi. “Antes decía que no teníamos políticas de desarrollo económico y ahora reconoce que son exitosas”, remarcaron a este medio desde el gobierno porteño.
No parece casualidad que, por primera vez en cuatro años, el gobierno nacional y el porteño enviaran una gacetilla muy parecida a los medios relatando lo sucedido esta mañana en Parque Patricios.
Las especulaciones
En el PRO analizan los gestos de Cristina como el posible paso a una nueva etapa que podría estar cargada de inversiones del Gobierno nacional en la Capital Federal.
Esto es lo que manejan en la mesa chica real de Macri que integran Nicky Caputo, Angelo Calcaterra y José Torello, sus principales socios que tienen negocios a lo largo del país con el Gobierno nacional, sobre todo a través de Julio De Vido.
Desde esta mesa chica le dicen a Macri que desde el kirchnerismo está dispuesto a bajar un dineral en obras, pero para esto deberá moderar su postura ultraopositora.
“No me convence, tengo miedo de que sea el abrazo del oso”, duda Macri, temeroso de que acordar con el Gobierno nacional lo podría hacer perder el capital político para convertirse en el líder de la oposición y ganar las presidenciales de 2015.
Pero por otro lado, Macri sabe que ciñéndose sólo a su presupuesto, no va a poder dejar en la Ciudad la impronta que desea, un sello repleto de grandes obras con las que sueña. (La Política OnLine).
La palabra distensión, más allá de la semántica, es un concepto político acuñado en la Guerra Fría. Luego de la crisis de los misiles en 1962, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron más próximos que nunca a iniciar una guerra nuclear, las superpotencias ingresaron en una etapa de relativa calma, representada por el célebre teléfono rojo entre la Casa Blanca y el Kremlin.
Casi 50 años después, salvando las distancias, los gobiernos de Cristina Kirchner y Mauricio Macri parecen haber ingresado en una período de no agresión, luego de casi cuatro años de confrontación constante.
Al menos eso es lo que se especula en el PRO luego de los últimos gestos que envió la presidenta, tras su triunfo aplastante en las primarias. El llamado de Macri para felicitarla desde Italia y la consiguiente chanza amigable que hizo Cristina contando que el ingeniero estaba en bermudas puede parecer un episodio banal, pero en el macrismo fue entendido como un gesto de que en el futuro las relaciones pueden mutar a un escenario más confortable.
Ese gesto se profundizó hoy, con el desembarco de la propia Cristina en el Distrito Tecnológico de Parque Patricios, uno de los emblemas de la gestión de Macri, que estuvo representado por funcionarios de segunda y tercera línea. La presidenta inauguró allí una planta de Banghó, una de las empresas de informática más importantes del país.
Desde el Ejecutivo porteño dijeron a La Política Online que están muy contentos con el discurso de Cristina, que “habló muy bien del distrito tecnológico”, en el que también se instalaron empresas como Novatech que produce los decodificadores de la TV Digital que pregona el Gobierno nacional.
Desde el macrismo fueron mucho más allá: “estamos alineados con el Gobierno nacional en cuestiones como la tecnología”, dijeron a este medio las fuentes que remarcaron la muy buena relación del PRO con el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao.
Destacan además la actitud de la ministra de Industria de la Nación, Débora Giorgi. “Antes decía que no teníamos políticas de desarrollo económico y ahora reconoce que son exitosas”, remarcaron a este medio desde el gobierno porteño.
No parece casualidad que, por primera vez en cuatro años, el gobierno nacional y el porteño enviaran una gacetilla muy parecida a los medios relatando lo sucedido esta mañana en Parque Patricios.
Las especulaciones
En el PRO analizan los gestos de Cristina como el posible paso a una nueva etapa que podría estar cargada de inversiones del Gobierno nacional en la Capital Federal.
Esto es lo que manejan en la mesa chica real de Macri que integran Nicky Caputo, Angelo Calcaterra y José Torello, sus principales socios que tienen negocios a lo largo del país con el Gobierno nacional, sobre todo a través de Julio De Vido.
Desde esta mesa chica le dicen a Macri que desde el kirchnerismo está dispuesto a bajar un dineral en obras, pero para esto deberá moderar su postura ultraopositora.
“No me convence, tengo miedo de que sea el abrazo del oso”, duda Macri, temeroso de que acordar con el Gobierno nacional lo podría hacer perder el capital político para convertirse en el líder de la oposición y ganar las presidenciales de 2015.
Pero por otro lado, Macri sabe que ciñéndose sólo a su presupuesto, no va a poder dejar en la Ciudad la impronta que desea, un sello repleto de grandes obras con las que sueña. (La Política OnLine).
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