El Hospital de Clínicas realizó las “Jornadas Gratuitas de Acidez Frecuente”; cuyo objetivo fue detectar en los pacientes que se acercaran al Hospital la presencia de reflujo gastroesofágico, una enfermedad que afecta al 23% de la población argentina y que se produce como resultado del paso del contenido del estómago al esófago (reflujo).
Los resultados obtenidos en las Jornadas fueron muy positivos y permitieron cumplir con el objetivo planteado, ya que se detectó la presencia de la enfermedad en el 80 por ciento de los asistentes, así como el uso de medicación inapropiada en el 35 por ciento de los casos.
La iniciativa estuvo patrocinada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) y la Federación Argentina de Gastroenterología (FAGE); y contó con el auspicio del laboratorio AstraZeneca.
“El objetivo de estas jornadas fue concientizar sobre la enfermedad y la importancia de un diagnóstico por parte del médico especialista. En nuestro país, de los pacientes que padecen reflujo, sólo el 40% consulta al médico y el resto se automedica; lo que conlleva el riesgo de padecer serias complicaciones” afirmó el doctor Jorge A. Olmos coordinador de las jornadas y jefe del área de patología funcional de la División de Gastroenterología del Hospital de Clínicas General San Martín. Y agregó: “este tipo de campañas familiariza a las personas con una problemática que padecen muy a menudo y por la cual deben consultar al médico”.
Todas las personas que se acercaron al Hospital de Clínicas completaron una encuesta con una variedad de preguntas sobre la presencia de síntomas, como sensación de ardor en el pecho y sabor ácido en la boca y otros aspectos relacionados a la Enfermedad por Reflujo Gastroesofagico (ERGE), la cual fue decodificada en el momento por personal del servicio de Gastroenterología del hospital. Todos los pacientes diagnosticados recibieron un turno para ser evaluados en profundidad por los profesionales del servicio de Gastroenterología del Hospital de Clínicas, así como material informativo sobre la enfermedad.
ENFERMEDAD POR REFLUJO GASTROESOFAGICO (ERGE)
Toda persona ha sufrido en algún momento de su vida una sensación de ardor o quemazón en el pecho, situación conocida como acidez ocasional. Pero cuando esa situación se presenta frecuentemente produciendo malestar se define como enfermedad por reflujo gastroesofágico.
Se estima que en el país, de los pacientes que padecen reflujo, el 60% se automedica y sólo el 40% consulta al médico; lo que conlleva el riesgo de padecer serias complicaciones.
El reflujo es una sensación de ardor en el pecho producida por el paso del contenido del estómago al esófago. Los síntomas típicos de reflujo son la pirosis (una sensación de dolor o molestia quemante en la línea media del pecho detrás del esternón que puede incluso llegar a la garganta) y la regurgitación (vuelta a la boca del contenido gástrico que se manifiesta por gusto agrio o amargo en la boca producto del líquido refluido).
Otros síntomas que pueden presentarse incluyen la tos persistente, la disfonía, dolor de pecho, broncoespasmo y el malestar estomacal (dispepsia). “La enfermedad por reflujo gastroesofágico se define como la presencia de pirosis y/o regurgitación que producen molestia en el paciente. Puede manifestarse además a partir de complicaciones como la estrechez del esófago, llamada estenosis péptica, o el ‘Esófago de Barrett que es una enfermedad pre-cancerosa”, explicó el doctor Jorge A. Olmos médico de planta y jefe del área de patología funcional de la División de Gastroenterología del Hospital de Clínicas General San Martín. Otra forma de presentación de la enfermedad es a partir de manifestaciones extraesofágicas como el asma bronquial, la tos crónica, la laringitis y las erosiones dentales, que pueden estar asociadas en algunos casos con reflujo. Debido a este último aspecto, también participaron de las “Jornadas de Acidez Frecuente”, además del servicio de Gastroenterología, los servicios de Reumatología, Cardiología, Otorrinolaringología y Neumonología.
La incidencia de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (los casos nuevos que se presentan anualmente) aumentó notablemente en los últimos 20 años.
Cómo se produce el reflujo
La boca es la puerta de entrada a los alimentos, allí son masticados y se mezclan con la saliva para favorecer su digestión posterior en el estómago. La comida deglutida es trasportada hacia al estómago por el esófago: un tubo muscular con dos esfínteres o válvulas a cada uno de sus extremos. El esfínter esofágico superior se encarga de evitar el paso de la comida hacia la vía respiratoria durante la deglución (el reflujo o el vómito).
Por su parte, el esfínter esofágico inferior (E.E.I.) es una válvula ubicada en la unión del esófago con el estómago, que se relaja para permitir el paso del alimento al estómago; y se cierra inmediatamente para evitar el regreso de alimento y ácido hacia el esófago. A diferencia del estómago, la pared del esófago no está preparada para tolerar el ácido estomacal o biliar, por lo que trata de eliminar o devolver al estómago cualquier reflujo en forma rápida; cuando la presencia de estas sustancias es prolongada, puede provocar irritación (esofagitis) y lesiones tales como el esófago de Barrett.
“En el 40% de los casos el reflujo es causado por una relajación transitoria del esfínter esofágico inferior y en otros casos este esfínter se torna hipotensivo, con baja presión, permitiendo el reflujo. En algunos casos la causa del reflujo puede ser la presencia de una hernia hiatal que se produce por el deslizamiento de parte del estómago en el esófago”, detalló el doctor Olmos.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la enfermedad por reflujo gastroesofágico se realiza por medio de: la evaluación clínica y la prueba terapéutica con antisecretores que tiene como objetivo evaluar la mejoría de los síntomas luego de su administración; y la endoscopía digestiva alta que permite categorizar a la enfermedad en “no erosiva” (la forma más leve), esofagitis erosiva (con distintos grados de severidad) y el esófago de Barrett.
“En aquellos casos que no responden al tratamiento como así también los que presentan manifestaciones extraesofágicas como tos, asma bronquial o laringitis vinculadas a reflujo, puede ser de utilidad realizar una evaluación funcional con monitoreo de PH e impedanciometría2”, detalló el especialista.
Según datos obtenidos por el estudio mencionado se observó que el 40% de los pacientes con reflujo gastroesofágico no consultan al médico. “Muchos de estos pacientes toman una medicación inadecuada; y este tratamiento inadecuado o el no tratamiento conllevan el riesgo de padecer complicaciones tales como la estenosis péptica o el esófago de Barrett, con la consiguiente predisposición a padecer neoplasias esofágicas”, afirmó el doctor Olmos.
El gastroenterólogo recalcó que las complicaciones antes mencionadas pueden prevenirse si se realiza un diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado. “El tratamiento médico de esta entidad es la administración de los llamados ‘inhibidores de la bomba de protones’ del grupo de los prazoles. En algunos casos específicos es necesaria una intervención quirúrgica”, explicó Olmos.
Los inhibidores de la bomba de protones intervienen en la etapa final de la producción de ácido. Su acción es potente y directa sin obstaculizar el proceso digestivo.
CONSEJOS PARA PREVENIR O REDUCIR EL REFLUJO
* Controlar el peso: los kilos de más, presionan el abdomen y empujan al estómago lo que hace que los ácidos puedan volver al esófago.
* Eliminar / limitar los alimentos que disparan la acidez: comidas fritas o muy grasosas, alcohol, chocolate, pimienta, cebolla, café, ajo, gaseosas con cafeína, cítricos, salsas y jugo de tomates.
* No fumar: el tabaco aumenta los ácidos en el estómago. Y el aire que se inhala cuando se fuma puede agravar el reflujo.
* Levantar la cabeza para dormir: se sugiere elevar la cabecera de la cama con tacos de 10cm solamente en aquellos pacientes que tengan síntomas al acostarse.
* Realizar comidas más pequeñas: comer cuatro o cinco veces al día pero en cantidades menores. Una comida demasiado copiosa presiona al estómago y puede impulsar los ácidos hacia el esófago. La mejor prevención es mantener el estómago en funcionamiento, se debe comer regularmente cada 2 o 3 horas porciones chicas para impedir la producción excesiva de ácido.
* No acostarse inmediatamente después de comer: es conveniente esperar dos o tres horas antes de acostarse a dormir
* Evitar la ropa muy ajustada: la ropa muy ajustada en la cintura presiona el abdomen y el esfínter esofágico inferior
* Ingerir antiinflamatorios no esteroides (AINES) con precaución. No abusar del consumo de antiinflamatorios frente a la presencia de dolores frecuentes como cefaleas, dolor de cuello o cintura, entre otros.
* Consulta con el médico y realizar el tratamiento adecuado.
Los resultados obtenidos en las Jornadas fueron muy positivos y permitieron cumplir con el objetivo planteado, ya que se detectó la presencia de la enfermedad en el 80 por ciento de los asistentes, así como el uso de medicación inapropiada en el 35 por ciento de los casos.
La iniciativa estuvo patrocinada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) y la Federación Argentina de Gastroenterología (FAGE); y contó con el auspicio del laboratorio AstraZeneca.
“El objetivo de estas jornadas fue concientizar sobre la enfermedad y la importancia de un diagnóstico por parte del médico especialista. En nuestro país, de los pacientes que padecen reflujo, sólo el 40% consulta al médico y el resto se automedica; lo que conlleva el riesgo de padecer serias complicaciones” afirmó el doctor Jorge A. Olmos coordinador de las jornadas y jefe del área de patología funcional de la División de Gastroenterología del Hospital de Clínicas General San Martín. Y agregó: “este tipo de campañas familiariza a las personas con una problemática que padecen muy a menudo y por la cual deben consultar al médico”.
Todas las personas que se acercaron al Hospital de Clínicas completaron una encuesta con una variedad de preguntas sobre la presencia de síntomas, como sensación de ardor en el pecho y sabor ácido en la boca y otros aspectos relacionados a la Enfermedad por Reflujo Gastroesofagico (ERGE), la cual fue decodificada en el momento por personal del servicio de Gastroenterología del hospital. Todos los pacientes diagnosticados recibieron un turno para ser evaluados en profundidad por los profesionales del servicio de Gastroenterología del Hospital de Clínicas, así como material informativo sobre la enfermedad.
ENFERMEDAD POR REFLUJO GASTROESOFAGICO (ERGE)
Toda persona ha sufrido en algún momento de su vida una sensación de ardor o quemazón en el pecho, situación conocida como acidez ocasional. Pero cuando esa situación se presenta frecuentemente produciendo malestar se define como enfermedad por reflujo gastroesofágico.
Se estima que en el país, de los pacientes que padecen reflujo, el 60% se automedica y sólo el 40% consulta al médico; lo que conlleva el riesgo de padecer serias complicaciones.
El reflujo es una sensación de ardor en el pecho producida por el paso del contenido del estómago al esófago. Los síntomas típicos de reflujo son la pirosis (una sensación de dolor o molestia quemante en la línea media del pecho detrás del esternón que puede incluso llegar a la garganta) y la regurgitación (vuelta a la boca del contenido gástrico que se manifiesta por gusto agrio o amargo en la boca producto del líquido refluido).
Otros síntomas que pueden presentarse incluyen la tos persistente, la disfonía, dolor de pecho, broncoespasmo y el malestar estomacal (dispepsia). “La enfermedad por reflujo gastroesofágico se define como la presencia de pirosis y/o regurgitación que producen molestia en el paciente. Puede manifestarse además a partir de complicaciones como la estrechez del esófago, llamada estenosis péptica, o el ‘Esófago de Barrett que es una enfermedad pre-cancerosa”, explicó el doctor Jorge A. Olmos médico de planta y jefe del área de patología funcional de la División de Gastroenterología del Hospital de Clínicas General San Martín. Otra forma de presentación de la enfermedad es a partir de manifestaciones extraesofágicas como el asma bronquial, la tos crónica, la laringitis y las erosiones dentales, que pueden estar asociadas en algunos casos con reflujo. Debido a este último aspecto, también participaron de las “Jornadas de Acidez Frecuente”, además del servicio de Gastroenterología, los servicios de Reumatología, Cardiología, Otorrinolaringología y Neumonología.
La incidencia de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (los casos nuevos que se presentan anualmente) aumentó notablemente en los últimos 20 años.
Cómo se produce el reflujo
La boca es la puerta de entrada a los alimentos, allí son masticados y se mezclan con la saliva para favorecer su digestión posterior en el estómago. La comida deglutida es trasportada hacia al estómago por el esófago: un tubo muscular con dos esfínteres o válvulas a cada uno de sus extremos. El esfínter esofágico superior se encarga de evitar el paso de la comida hacia la vía respiratoria durante la deglución (el reflujo o el vómito).
Por su parte, el esfínter esofágico inferior (E.E.I.) es una válvula ubicada en la unión del esófago con el estómago, que se relaja para permitir el paso del alimento al estómago; y se cierra inmediatamente para evitar el regreso de alimento y ácido hacia el esófago. A diferencia del estómago, la pared del esófago no está preparada para tolerar el ácido estomacal o biliar, por lo que trata de eliminar o devolver al estómago cualquier reflujo en forma rápida; cuando la presencia de estas sustancias es prolongada, puede provocar irritación (esofagitis) y lesiones tales como el esófago de Barrett.
“En el 40% de los casos el reflujo es causado por una relajación transitoria del esfínter esofágico inferior y en otros casos este esfínter se torna hipotensivo, con baja presión, permitiendo el reflujo. En algunos casos la causa del reflujo puede ser la presencia de una hernia hiatal que se produce por el deslizamiento de parte del estómago en el esófago”, detalló el doctor Olmos.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la enfermedad por reflujo gastroesofágico se realiza por medio de: la evaluación clínica y la prueba terapéutica con antisecretores que tiene como objetivo evaluar la mejoría de los síntomas luego de su administración; y la endoscopía digestiva alta que permite categorizar a la enfermedad en “no erosiva” (la forma más leve), esofagitis erosiva (con distintos grados de severidad) y el esófago de Barrett.
“En aquellos casos que no responden al tratamiento como así también los que presentan manifestaciones extraesofágicas como tos, asma bronquial o laringitis vinculadas a reflujo, puede ser de utilidad realizar una evaluación funcional con monitoreo de PH e impedanciometría2”, detalló el especialista.
Según datos obtenidos por el estudio mencionado se observó que el 40% de los pacientes con reflujo gastroesofágico no consultan al médico. “Muchos de estos pacientes toman una medicación inadecuada; y este tratamiento inadecuado o el no tratamiento conllevan el riesgo de padecer complicaciones tales como la estenosis péptica o el esófago de Barrett, con la consiguiente predisposición a padecer neoplasias esofágicas”, afirmó el doctor Olmos.
El gastroenterólogo recalcó que las complicaciones antes mencionadas pueden prevenirse si se realiza un diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado. “El tratamiento médico de esta entidad es la administración de los llamados ‘inhibidores de la bomba de protones’ del grupo de los prazoles. En algunos casos específicos es necesaria una intervención quirúrgica”, explicó Olmos.
Los inhibidores de la bomba de protones intervienen en la etapa final de la producción de ácido. Su acción es potente y directa sin obstaculizar el proceso digestivo.
CONSEJOS PARA PREVENIR O REDUCIR EL REFLUJO
* Controlar el peso: los kilos de más, presionan el abdomen y empujan al estómago lo que hace que los ácidos puedan volver al esófago.
* Eliminar / limitar los alimentos que disparan la acidez: comidas fritas o muy grasosas, alcohol, chocolate, pimienta, cebolla, café, ajo, gaseosas con cafeína, cítricos, salsas y jugo de tomates.
* No fumar: el tabaco aumenta los ácidos en el estómago. Y el aire que se inhala cuando se fuma puede agravar el reflujo.
* Levantar la cabeza para dormir: se sugiere elevar la cabecera de la cama con tacos de 10cm solamente en aquellos pacientes que tengan síntomas al acostarse.
* Realizar comidas más pequeñas: comer cuatro o cinco veces al día pero en cantidades menores. Una comida demasiado copiosa presiona al estómago y puede impulsar los ácidos hacia el esófago. La mejor prevención es mantener el estómago en funcionamiento, se debe comer regularmente cada 2 o 3 horas porciones chicas para impedir la producción excesiva de ácido.
* No acostarse inmediatamente después de comer: es conveniente esperar dos o tres horas antes de acostarse a dormir
* Evitar la ropa muy ajustada: la ropa muy ajustada en la cintura presiona el abdomen y el esfínter esofágico inferior
* Ingerir antiinflamatorios no esteroides (AINES) con precaución. No abusar del consumo de antiinflamatorios frente a la presencia de dolores frecuentes como cefaleas, dolor de cuello o cintura, entre otros.
* Consulta con el médico y realizar el tratamiento adecuado.
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