El gobernador ordenó ratificar enfáticamente al ministro de Seguridad, al que el kirchnerismo quiere reemplazar. La puja de fondo es sobre el modelo policial.
Daniel Scioli ordenó iniciar el primer operativo público para resistir la embestida kirchnerista contra su política de seguridad, en otro capítulo de sus diferencias con Cristina Fernández.
El mandatario bonaerense instruyó a su gobierno para que hiciera una férrea defensa del funcionario provincial más resistido por la Casa Rosada: el ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Casal.
"La política de seguridad de Scioli es la que la sociedad reclama", dijo con especial énfasis, el jefe de Gabinete provincial, Alberto Pérez.
Scioli había hablado con él a primera hora. Le pidió una misión urgente: dar "un mensaje claro" sobre el rumbo de su gobierno y responder el ataque de un nutrido grupo de dirigentes afines a la Casa Rosada, que cuestionan el poder creciente de "la policía represiva" y denuncian negocios entre Scioli y los empresarios Mario Montoto y Daniel Hadad.
El espacio es encabezado, entre otros, por el diputado Martín Sabbatella, el ex funcionario León Arslanian y el periodista Horacio Verbitsky.
Pérez los señaló con nombre y apellido. "Arslanian fracasó en sus dos intervenciones como ministro de Seguridad en los gobiernos de Felipe Solá y de Eduardo Duhalde", se quejó.
Y agregó: "Muchos de los responsables de la inseguridad hoy son opinadores que quieren desmerecer el trabajo que encabeza Scioli, junto a Casal y su equipo". Al final, nombró a Verbitsky: "Es un periodista que muchas de las cosas que dice son falaces".
La disputa por la seguridad desembocó en otro inusitado y creciente contrapunto político entre Scioli y el Gobierno.
En La Plata acusan a la Casa Rosada de "alentar una embestida ideológica" contra Casal: Arslanian y Verbitsky hoy son hombres de consulta de la ministra de Seguridad nacional, Nilda Garré, con el dramático agregado de que la polémica por la gestión rebasó límites operativos y se mezcló también con la pelea electoral del PJ por las listas colectoras y hasta el espinoso conflicto docente, otros dos temas que mortifican al gobernador.
La inquietud de Scioli se encendió definitivamente el miércoles pasado. Fue cuando vio por TV al grupo de kirchneristas críticos en una conferencia en la Legislatura provincial. La habían convocado para forzar la salida de Casal. En primera fila, estaba Sabbatella, el diputado que tendrá una colectora y será candidato a gobernador bonaerense con aval de la Presidenta. También estaba Roberto Baradel, uno de los jefes sindicales de los maestros: se había ido de la disputada paritaria docente para asistir al encuentro kirchnerista. El líder de esa conferencia era Verbitsky.
El cambio de estrategia fue un plan decidido en el pináculo del poder provincial. Hasta ayer, Scioli había resistido a medias. Aceptó una purga policial interna a cambio de mantener al jefe de la fuerza, Juan Carlos Paggi, y a Casal. Después se había llamado a silencio. Incluso cuando un mensajero de la Casa Rosada le sugirió que, en lugar de su ministro protegido, pusiera a Martín Arias Duval, actual director de Migraciones y ex funcionario de Arslanian.
Según el diario La Nación, Casal supo de la avanzada y pidió más apoyo de Scioli. Incluso el mismo día de la polémica conferencia de prensa kirchnerista. Hubo incontables reuniones. También participó de las negociaciones Alberto Pérez. La polémica llegó hasta la Legislatura. Un grupo de diputados le hizo saber a Scioli que no podía dejar pasar que los críticos K se hubieran paseado sin dificultades por los despachos legislativos. Le apuntaron a Fernando Navarro ("Chino"), que también había estado en el cónclave.
Daniel Scioli ordenó iniciar el primer operativo público para resistir la embestida kirchnerista contra su política de seguridad, en otro capítulo de sus diferencias con Cristina Fernández.
El mandatario bonaerense instruyó a su gobierno para que hiciera una férrea defensa del funcionario provincial más resistido por la Casa Rosada: el ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Casal.
"La política de seguridad de Scioli es la que la sociedad reclama", dijo con especial énfasis, el jefe de Gabinete provincial, Alberto Pérez.
Scioli había hablado con él a primera hora. Le pidió una misión urgente: dar "un mensaje claro" sobre el rumbo de su gobierno y responder el ataque de un nutrido grupo de dirigentes afines a la Casa Rosada, que cuestionan el poder creciente de "la policía represiva" y denuncian negocios entre Scioli y los empresarios Mario Montoto y Daniel Hadad.
El espacio es encabezado, entre otros, por el diputado Martín Sabbatella, el ex funcionario León Arslanian y el periodista Horacio Verbitsky.
Pérez los señaló con nombre y apellido. "Arslanian fracasó en sus dos intervenciones como ministro de Seguridad en los gobiernos de Felipe Solá y de Eduardo Duhalde", se quejó.
Y agregó: "Muchos de los responsables de la inseguridad hoy son opinadores que quieren desmerecer el trabajo que encabeza Scioli, junto a Casal y su equipo". Al final, nombró a Verbitsky: "Es un periodista que muchas de las cosas que dice son falaces".
La disputa por la seguridad desembocó en otro inusitado y creciente contrapunto político entre Scioli y el Gobierno.
En La Plata acusan a la Casa Rosada de "alentar una embestida ideológica" contra Casal: Arslanian y Verbitsky hoy son hombres de consulta de la ministra de Seguridad nacional, Nilda Garré, con el dramático agregado de que la polémica por la gestión rebasó límites operativos y se mezcló también con la pelea electoral del PJ por las listas colectoras y hasta el espinoso conflicto docente, otros dos temas que mortifican al gobernador.
La inquietud de Scioli se encendió definitivamente el miércoles pasado. Fue cuando vio por TV al grupo de kirchneristas críticos en una conferencia en la Legislatura provincial. La habían convocado para forzar la salida de Casal. En primera fila, estaba Sabbatella, el diputado que tendrá una colectora y será candidato a gobernador bonaerense con aval de la Presidenta. También estaba Roberto Baradel, uno de los jefes sindicales de los maestros: se había ido de la disputada paritaria docente para asistir al encuentro kirchnerista. El líder de esa conferencia era Verbitsky.
El cambio de estrategia fue un plan decidido en el pináculo del poder provincial. Hasta ayer, Scioli había resistido a medias. Aceptó una purga policial interna a cambio de mantener al jefe de la fuerza, Juan Carlos Paggi, y a Casal. Después se había llamado a silencio. Incluso cuando un mensajero de la Casa Rosada le sugirió que, en lugar de su ministro protegido, pusiera a Martín Arias Duval, actual director de Migraciones y ex funcionario de Arslanian.
Según el diario La Nación, Casal supo de la avanzada y pidió más apoyo de Scioli. Incluso el mismo día de la polémica conferencia de prensa kirchnerista. Hubo incontables reuniones. También participó de las negociaciones Alberto Pérez. La polémica llegó hasta la Legislatura. Un grupo de diputados le hizo saber a Scioli que no podía dejar pasar que los críticos K se hubieran paseado sin dificultades por los despachos legislativos. Le apuntaron a Fernando Navarro ("Chino"), que también había estado en el cónclave.
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