MERCEDES, Diciembre 18, (PUNTO CERO-El Nuevo Cronista) (Por Claudio Guevara) Desde que la Justicia provincial también tiene jurisdicción sobre los delitos relacionados con drogas, los golpes al narcotráfico al convulsionado el modus vivendi del mundillo mercedino habituado al consumo de marihuana y cocaína. El reducido círculo de consumidores habituales y proveedores –casi todos conocidos entre sí– fue sintiendo con el paso del tiempo la avanzada de la Justicia, como una tenaza que fue reduciendo inflexiblemente los canales de distribución, y exponiendo a los principales responsables en la “plaza pública” de los medios.
El primer golpe fue, hace más de un año: la detención de Marcelo G., ahora liberado y en proceso de rehabilitación. El efecto moralizador y atemorizante de aquel operativo provocó un cambio cultural: se extremaron las precauciones, las claves en las conversaciones telefónicas, y hubo hasta algunas conversiones místicas.
La campaña siguió, y se especula con que los operativos más resonantes se encaran los viernes apuntando al efecto mediático del lunes. Los adalides de la lucha contra las drogas celebran que hoy hasta familiares y amigos admiten el efecto desintoxicante que tiene este proceso para los detenidos que son víctimas del abuso de sustancias (ver recuadro “Quiero ser alguien con algo por transmitir”).
“Dos kilos de salame”
Las escuchas telefónicas eran un secreto a voces en el ambiente desde hacía meses. Por ese motivo, las conversaciones entre consumidores y proveedores tenían ciertos códigos y palabras clave. “Tengo un asado este viernes. Necesito encargarte un costillar”, podía ser una fórmula. “Se me rompió la batería del coche. Tenés una para venderme?”, podía ser otra.
No es de extrañar entonces que conversaciones en torno a kilos de salame o centenares de salchichas, en boca de ciertos sospechados, encendieran la alarma roja entre los “súper agentes”.
Pero una de las líneas de investigación devino en un fiasco. La defensa respiró aliviada cuando pudo constatar que una serie de diálogos de tenor gastronómico eran sólo eso.
– “Hola loco! Todavía tenés ese salame que me dijiste?”, dice el primer interlocutor.
– “Sí, claro. Me quedan 7 kilos. ¿Cuántos querés?”, responden del otro lado.
– “Guardame dos kilos para este viernes”.
Las salchichas
A los escuchas se les pusieron los pelos de punta. Las negociaciones en otros diálogos conexos hablaban también de una gran cantidad de salchichas, una balanza y una panchera. Para colmo, días atrás se había cometido un asalto a la camioneta del productor Dipieri, que transportaba salames. Por este motivo, se sospechaba que el teléfono intervenido podía estar relacionado: o con este atraco, o con drogas.
En los últimos días sucedieron varias cosas: por un lado, el asalto a Dipieri se esclareció y los responsables no estaban vinculados con los detenidos. Por el otro, los salames eran reales y aparecieron en un allanamiento; la panchera existía como tal y estaba registrada en la Municipalidad; las salchichas “compradas en Luján” eran realmente salchichas con factura de compra en una cadena de la vecina localidad; y la balanza era un artefacto para pesar lana de un puestito de la plaza de Tomás Jofré. Con estos puntos debidamente probados y documentados, la Defensa festejó y algunos detenidos suspiraron aliviados.
A los datos citados se agrega que los hallazgos de estupefacientes fueron mínimos en algunos casos. Pero la situación no es tan simple. Si bien la situación de algunos no es tan grave, parece difícil que sean liberados antes de la feria judicial de enero.
Pedidos a la Virgen
Por estos días, las anécdotas que circulan en torno a los consumidores locales permiten sacar conclusiones que estimulan, o divierten.
Es vox populi que uno de los detenidos en los operativos de Noviembre estaba haciendo intensos esfuerzos para dejar su adicción, al punto de viajar a Salta para implorarle a la virgen que le diera fuerzas en su batalla contra el vicio. Familiares y allegados hablan de la fuerte impresión que dejó la imagen religiosa en el joven.
Otro caso ilustrativo fue el de un popular profesional, que tiene una bien ganada fama de juerguista. El hombre fue convencido por un magistrado devoto –con quien mantiene una estrecha amistad–, de que viajaran juntos a ver a la Virgen de Salta para que lo ayude a salir.Al terminar la procesión, hubo un cambio: “La sensación es increíble.
El primer golpe fue, hace más de un año: la detención de Marcelo G., ahora liberado y en proceso de rehabilitación. El efecto moralizador y atemorizante de aquel operativo provocó un cambio cultural: se extremaron las precauciones, las claves en las conversaciones telefónicas, y hubo hasta algunas conversiones místicas.
La campaña siguió, y se especula con que los operativos más resonantes se encaran los viernes apuntando al efecto mediático del lunes. Los adalides de la lucha contra las drogas celebran que hoy hasta familiares y amigos admiten el efecto desintoxicante que tiene este proceso para los detenidos que son víctimas del abuso de sustancias (ver recuadro “Quiero ser alguien con algo por transmitir”).
“Dos kilos de salame”
Las escuchas telefónicas eran un secreto a voces en el ambiente desde hacía meses. Por ese motivo, las conversaciones entre consumidores y proveedores tenían ciertos códigos y palabras clave. “Tengo un asado este viernes. Necesito encargarte un costillar”, podía ser una fórmula. “Se me rompió la batería del coche. Tenés una para venderme?”, podía ser otra.
No es de extrañar entonces que conversaciones en torno a kilos de salame o centenares de salchichas, en boca de ciertos sospechados, encendieran la alarma roja entre los “súper agentes”.
Pero una de las líneas de investigación devino en un fiasco. La defensa respiró aliviada cuando pudo constatar que una serie de diálogos de tenor gastronómico eran sólo eso.
– “Hola loco! Todavía tenés ese salame que me dijiste?”, dice el primer interlocutor.
– “Sí, claro. Me quedan 7 kilos. ¿Cuántos querés?”, responden del otro lado.
– “Guardame dos kilos para este viernes”.
Las salchichas
A los escuchas se les pusieron los pelos de punta. Las negociaciones en otros diálogos conexos hablaban también de una gran cantidad de salchichas, una balanza y una panchera. Para colmo, días atrás se había cometido un asalto a la camioneta del productor Dipieri, que transportaba salames. Por este motivo, se sospechaba que el teléfono intervenido podía estar relacionado: o con este atraco, o con drogas.
En los últimos días sucedieron varias cosas: por un lado, el asalto a Dipieri se esclareció y los responsables no estaban vinculados con los detenidos. Por el otro, los salames eran reales y aparecieron en un allanamiento; la panchera existía como tal y estaba registrada en la Municipalidad; las salchichas “compradas en Luján” eran realmente salchichas con factura de compra en una cadena de la vecina localidad; y la balanza era un artefacto para pesar lana de un puestito de la plaza de Tomás Jofré. Con estos puntos debidamente probados y documentados, la Defensa festejó y algunos detenidos suspiraron aliviados.
A los datos citados se agrega que los hallazgos de estupefacientes fueron mínimos en algunos casos. Pero la situación no es tan simple. Si bien la situación de algunos no es tan grave, parece difícil que sean liberados antes de la feria judicial de enero.
Pedidos a la Virgen
Por estos días, las anécdotas que circulan en torno a los consumidores locales permiten sacar conclusiones que estimulan, o divierten.
Es vox populi que uno de los detenidos en los operativos de Noviembre estaba haciendo intensos esfuerzos para dejar su adicción, al punto de viajar a Salta para implorarle a la virgen que le diera fuerzas en su batalla contra el vicio. Familiares y allegados hablan de la fuerte impresión que dejó la imagen religiosa en el joven.
Otro caso ilustrativo fue el de un popular profesional, que tiene una bien ganada fama de juerguista. El hombre fue convencido por un magistrado devoto –con quien mantiene una estrecha amistad–, de que viajaran juntos a ver a la Virgen de Salta para que lo ayude a salir.Al terminar la procesión, hubo un cambio: “La sensación es increíble.
La Virgen me cambió la vida”, confesó el profesional a su amigo. Eso sí: horas después, el profesional no pudo contener su tentación de jugarse unas fichitas en el Casino. “¡Y qué esperabas! –le respondió a su amigo, que lo miraba con cara de desazón– “¡La Virgen tampoco puede hacer tantos milagros juntos!” (PUNTO CERO-El Nuevo Cronista).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario