jueves, diciembre 20, 2007

Operativo desgaste. Por Gabriel Russo.


BUENOS AIRES, Diciembre 20, (PUNTO CERO) Que la presidenta Cristina Fernández no cae bien al sistema político no es novedad alguna, si es una sorpresa que no lleva quince días de gobierno y ya se inició un operativo desgaste para minar la figura de la esposa del gran pingüino.
En este trabajo sucio entra el caso Antonini Wilson que se transformó en “basura política”, según la consideración presidencial.
Por eso los Estados Unidos están muy preocupados en saber el destino de los 800 mil dólares. Ahora bien el origen y el protagonista principal de la historia pasan a un segundo plano como en un viejo capítulo de Misión Imposible.
Con esta síntesis en mano Cristina en su primer reunión del MERCOSUR contestó y con dureza. “No nos van a doblegar ni somos países empleados”. También Cristina redobló la apuesta con Venezuela para el disgusto de Bush y su gerente en Montevideo Tabaré Vázquez.
Pero no es la primera vez que el primer mundo se ocupa de nuestro país para marcar los límites políticos teniendo en cuenta que los hechos históricos son cíclicos. En los inicios de 1991 se produce el Swiftgate donde el embajador yanqui Terence Todman informaba a sus jefes de la voracidad coimera de la familia Yoma. Consecuencias de este escándalo doméstico los Estados Unidos le marcaron la cancha a Menem y dio comienzo el plan de estabilidad con todas las graves consecuencias para los argentinos y los beneficios para el primer mundo.
Hoy la historia se repite. El policía del planeta pretende marcarle la cancha a Cristina. Y se escandalizan por 800 mil dólares que trajo un empresario protegido por el FBI pero pasa a segundo y último plano el lavado de dinero y secuestros en Colombia, la pronta guerra civil boliviana y la corrupción brasilera.
Nadie pregunta por el origen del dinero, tampoco se preguntan por el faltante en Santa Cruz ni nadie piensa que esa cifra en un vuelto cotidiano de cualquier ministerio.
El desgaste a la figura presidencial ha comenzado. Antes del caso que puede dañar las relaciones entre Venezuela y Argentina.
El faltazo de Hugo Moyano a la asunción de Cristina fue un aviso. Las medidas de fuerza de los subtes otra señal y la toma del ministerio de desarrollo bonaerense el día 17 cerró el círculo. En el medio muertes gremiales sumamente extrañas. Evidentemente la presidenta no es muy adepta a los sindicatos y menos aún a los piqueteros que en la toma ministerial dejaron en claro que eran pingüinos.
Desde afuera y desde adentro se profundiza la intención de desgastar a la presidenta. Esta idea nos lleva en el túnel del tiempo a 1975 cuando se minaba la figura de Isabel Perón y que concluyó en el 24 de marzo de 1976 con el inicio de los años de plomo.
Todo pasa y todo queda pero estos hechos no son pasar. Desde el imperio existe la preocupación tardía por la ética y desde adentro el poder gremial reclama más poder con la vieja excusa del aumento salarial, los dos extremos exigen a una Cristina que pasa sus días inaugurando obras para salir del ojo de la tormenta.

EL PODER COMUNAL

Mientras tantas operaciones exigen mayor imaginación de comunicación por parte de Alberto Fernández las noticias positivas llegan a oídos femeninos y presidenciales por parte de los intendentes. Son estos quienes inauguran obras y dan el protagonismo a la ex primer dama. Las elecciones del pasado 28 de octubre lograron un cambio cualitativo en algunas intendencias. Ya no está Manuel Quindimil en Lanús, ni Manuel Rodríguez en Almirante Brown, ni Miguel Prince en Luján menos aún Sergio Villordo en Quilmes y Julio Alak en La Plata. Sus reemplazos han dado un aire nuevo a estas comunas. Sergio Massa ( Tigre), Darío Díaz Pérez ( Lanús), Graciela Rosso ( Luján), Darío Giustozzi (A. Brown), Francisco Gutiérrez ( Quilmas) y Pablo Bruera ( La Plata) otorgaron calidad a sus municipios. Al mismo tiempo su hambre de gloria cimienta la base política de una Cristina también entusiasta pero agredida por el poder del sistema.
La renovación presidencial recién empezó. Las operaciones basuras también. Por el bien de los argentinos que no triunfen estas últimas y nos llevan a los malos recuerdos de los setenta. Cristina se parece mucho a Evita aunque la pretendan asimilar a Isabel. (PUNTO CERO).

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